Una mirada sobre la comunidad judía durante la dictadura
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A 36 años del golpe de Estado Cívico-Militar en la Argentina
¿Puede considerarse una casualidad permanente la desaparición de entre 1800 y 2000 judíos, entre ellos 2 de nacionalidad israelí, en tiempos de la dictadura cívico-militar en la Argentina?
Si, por ejemplo, la comunidad armenia local reconoce a 23 jóvenes desaparecidos de su colectividad, y la japonesa 17, ¿cómo se explica esta diferencia geométrica de desaparecidos entre estas dos minorías y la judía?
¿Por qué esta sencilla observación -que dista de ser un análisis profundo- indica una sobre representación de personas de origen judío entre los desaparecidos en la última "época de plomo" mientras la mayoría de los dirigentes de peso locales solían reafirmar que la dictadura no fue antisemita en términos orgánicos?


Tras unas larga trayectoria diplomática especializada en América Latina, que incluyó entre otros destinos México, Colombia, Venezuela, Ecuador y Chile, Itzjak Shefi llegó en marzo de 1989 a Buenos Aires, acompañado de su esposa Rajel, para desempeñarse como el nuevo Embajador de Israel en Argentina. Nada le vaticinaba que al finalizar sus funciones y retirarse - por haber llegado a la edad determinada por la ley para hacerlo - del servicio diplomático exterior, quedaría registrado en la memoria como «el Embajador del atentado».
TEL AVIV – No muchas visitas argentinas pueden igualar en popularidad a la de Victoria Irouleguy, la joven de 18 años que viajó a este país para ser parte de Haaj Hagadol, el Gran Hermano israelí. Tras su llegada al estudio de televisión, rodeado de banderas argentinas, fue presentada por los conductores como una “estudiante y modelo”, junto al irónico deseo de que pueda encontrar el tiempo y los libros para no interrumpir sus estudios. Durante los cinco días que permaneció en la casa ubicada en el barrio Neve Ilan de Jerusalén, tuvo tiempo de olvidarse la letra del himno nacional en las dos veces que probó entonarlo, así como de recibir una explicación por parte de otra concursante sobre qué fue el Holocausto y como se creó el Estado de Israel, cuestiones que admitió desconocer, aunque también de participar en un desfile y salvaguardar el mito de la belleza argentina, poco antes de ser despedida en una fiesta que junto las banderas de ambos países.
Rosa Roisinblit, con más de 90 años sobre sus espaldas, lleva un interrogante que, aunque parezca menor, para ella es importante: no sabe por qué su comunidad, la judía, nunca valoró su trabajo a favor de la defensa de los Derechos Humanos. Inexplicable, y no sólo para ella.
Puede ser que todo el judaismo esté encerrado en los libros: