¿POR QUÉ UN DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER? ¿ESTE DIA ES INCLUSIVO O EXCLUSIVO? ¿ES PLURALISTA? ¿ES FEMINISTA?
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Qué significa el Día Internacional de La Mujer? Por qué un día para la mujer y no un día para el hombre? Estas preguntas son más frecuentes entre los hombres y en algunos sectores esclarecidos.
La primera respuesta que me gustaría dar, dejando abierta la posibilidad de muchas otras, es que este día es un símbolo. Símbolo que representa a todos aquellos considerados, todavía o en algún momento, débiles, discapacitados, disminuidos, inaceptables, amorales, faltos de razocinio, despreciables y, por todo esto, discriminados. La mujer ha sido, a lo largo de la historia, y sigue siéndolo aún, considerada por algunos grupos y credos como un ser sin capacidades suficientes que merece golpearse, quemarse, violarse, lapidarse y además a la que se debe conducir por la senda del bien, o sea, “corregirse”. Según esta manera de concebir las relaciones intersexuales, la mujer es culpable de haber nacido mujer. El rezo: “gracias por no haberme hecho mujer” o el asesinato de la niñas chinas al nacer, las violaciones correctivas a lesbianas en Sudáfrica, o algunas reglas y códigos confirman la minusvalía que se les atribuye a las mujeres, por ejemplo: en Irán los cosméticos están prohibidos por ley y los "escuadrones de la moralidad" patrullan las calles vigilando su cumplimiento pues la falta de modestia en las mujeres provoca el adulterio en la sociedad.
AJN. El rabino de la Comunidad Benei Tikvá en al Argentina, Abraham Skorka, afirmó hoy que las consideraciones sobre el juicio de Cristo contenidas en el segundo volumen del libro Jesús de Nazaret del Papa Benedicto XVI, “proyectan una luz muy grande para un acercamiento más fraterno entre judíos y católicos”.
El verdadero enemigo al que se están enfrentando los movimientos Masortí/Conservador y Reformista tanto en Israel como en Norteamérica y otros países en el mundo, es la apatía.
Todas son dictaduras, de manera que es igual que se oprima a la gente por unas ideas o unos dioses, porque al final es lo que hay: pueblos silenciados, represiones violentas y corrupción que engorda las cuentas de los tiranos en los bancos donde el dinero esconde sus vergüenzas. Desde el pacto de la Ilustración, no hay diferencia entre Pinochet y Castro, entre Hitler y Stalin. Esta verdad inapelable no ha sido siempre tan clara, no en vano aún hay izquierdas jurásicas –esas que Horacio Vázquez Rial retrató en su libro La izquierda reaccionaria, felizmente reeditado– que aún cantan a Víctor Jara mientras veneran el póster de Castro. Y en el caso de Oriente Medio, esas mismas izquierdas son ruidosas cuando celebran la caída de Mubarak (por cierto, miembro de la Internacional Socialista), pero silenciosas cuando los opositores a los ayatolás se juegan la vida en Irán.