Este domingo nos reuniremos junto al Papa, en el Vaticano, los presidentes de Israel y de Palestina para rezar por la paz.
Aquellos que encuentran su guía de vida en la Biblia, tendrán una buena oportunidad para sentir que están cumpliendo con la enseñanza del salmista (34: 13-15): "¿Quién es el hombre que desea la vida, que anhela los días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal y tus labios del engaño. Apártate del mal y haz el bien. Busca la paz y persíguela".
El rezo, que no tendrá intenciones políticas directas, pretende sólo plasmar un encuentro significativo, a fin de generar una imagen diferente en la realidad de desencuentros entre palestinos e israelíes. Es conformar un momento en el que, sin firma de acuerdos ni tratados de paz, dos viejos luchadores se mirarán cara a cara y expresarán en el lenguaje de los gestos y silencios un común clamor para que cese toda expresión de violencia en la región.
Sus lenguas, seguramente, proferirán palabras de entendimiento y de sus labios saldrán vocablos que han de reflejar la verdad. El dolor de aquellos que murieron en los campos de batalla, las lágrimas de los padres que perdieron a sus hijos, de los que enviudaron o se transformaron en indefensos huérfanos, colmarán el lugar de la plegaria y el corazón de los que han de hallarse en oración.
Uno de los propósitos de este encuentro espiritual es el de renovar la esperanza de que la convivencia pacífica es posible. El himno de Israel se denomina justamente Hatikva, la esperanza. Su estribillo termina diciendo que aún no se ha perdido la esperanza bimilenaria de ser un pueblo libre en el solar patrio, la tierra de Sión y Jerusalén. Fue compuesto por Naftali Herz Imber en 1878, con motivo de la fundación del asentamiento judío de Petaj Tikva -Pórtico de Esperanza; expresión extraída de un texto del profeta Oseas en la Palestina otomana. Este cántico, que acompañó al pueblo judío en su dramático deambular durante el siglo pasado, fue introducido en los libros de rezo como una nueva plegaria. Pero uno de los elementos básicos de la esperanza aludida es el de construir una realidad de paz en la tierra que la Biblia asigna al pueblo judío. Una de las plegarias más importantes que se recitan diariamente, que se elevan dirigiendo el cuerpo y los pensamientos hacia Jerusalén, culmina implorando por la paz. Es que Dios mismo les enseñó a los sacerdotes de Israel cómo debían bendecir al pueblo a través de unas frases que no podían trocarse y que finalizan con las palabras: "Y te conceda la paz".
Esta esperanza de paz entre todos los pueblos de la región era parte esencial del ideario de Ben Gurion, el padre del Estado de Israel. Por sustentar ese sueño, Anwar el-Sadat pagó con su propia vida.
La reunión en el Vaticano se efectuará esencialmente para mantener incólume un sueño. Muchos analistas políticos, seguramente, harán notar los aspectos aparentemente débiles del encuentro. El hecho de que Shimon Peres finaliza su mandato presidencial en julio; el sentido meramente honorífico, sin peso político, de su cargo; el agravamiento del desencuentro político en la región y tantas cosas más que, desde la pragmática óptica política fría, disminuyen la relevancia de la acción. Pero la historia real, la que permitió el desarrollo de la dignidad de los individuos y engendró las flores más bellas de la realidad humana, fue hecha por los soñadores que, como Martin Luther King, supieron concebir y sustentar un sueño.
En 1969, Ben Gurion visitó la Argentina; fue su única visita al país. Ya era una figura legendaria, entrada en años. Fue un dirigente referencial en el movimiento socialista mundial. Tenía un especial aprecio por el pensamiento de Spinoza, distante del pensamiento tradicional judío. Veía en la Biblia Hebrea, que conocía profundamente, el texto que acuñaba la identidad judía, histórica e ideológicamente. Era un humanista que solía enraizar sus ideas en los versículos bíblicos. Tuvo un encuentro con la comunidad judía, que llenó las instalaciones del Luna Park. Fui parte de aquel encuentro. Su discurso fue un resumen de la historia y el ideario del movimiento sionista y sus logros. Hubo algo en el discurso de ese hombre alejado del rezo tradicional y del rezar en general que quedó grabado en mi memoria. Finalizó Ben Gurion sus reflexiones recreando el versículo 29: 11 del libro de los Salmos: "Dios ya bendijo a Israel con coraje, Dios bendecirá a Israel con la paz". Israel había demostrado su coraje en la Guerra de los Seis Días, pero soñaba el viejo líder con un tiempo de paz para el que se necesitaba la ayuda del Todopoderoso.
Todos estos sueños estarán conmigo, junto a los sueños de paz de mis queridos amigos, de todos los presentes y de muchos más, el próximo domingo, albergados por la iglesia con la que hubo tantas desavenencias en el pasado. ¿Será un signo de un nuevo tiempo tan soñado?