Me pidieron que hablara, acá , en este espacio , que me produjo siempre y aún lo hace sentimientos encontrados.
De chico para mi la AMIA y la DAIA no tenían existencia. Me preocupaba mucho en cambio la alcancía del Keren Kayemet.
Esa si, pues me daba vergüenza cuando llegaba el viejito y en la alcancía no había casi nada…en general la terminábamos llenando a último momento con mis hermanos, con algún billete conseguido a veces limpiamente y otras no tanto de la billetera de nuestros padres…
Y sabía de la WIZO por supuesto pues todas las abuelas y sus amigas colaboraban con sus actividades y bien que se vanagloriaban…
De adolescente me importaban los clubes, Hebraica y Hacoaj, donde realizaba todo tipo de actividades, sociales, deportivas, amorosas.
(Un comentario al margen: mi padre era el socio nº 25 de Hacoaj, era de los fundadores, asi que vean si no formábamos parte de la realidad de la comunidad. Judíos laicos eso sí, pero profundamente comprometidos con el día a día comunitario.)
Luego, ya en mi juventud, vino el desastre. A partir del momento en que AMIA y DAIA hubieran podido empezar a preocuparme, a partir de allí lo que supe, lo que entendí , lo que escuché de las instituciones judías argentinas era negro, oscuro, ingrato, incomprensible…
¿Cómo podía ser que cerraran de esa manera las puertas de los familiares que buscaban a los suyos, de los padres a sus hijos, de los hijos a sus padres?
¿Cómo podía ser que exigieran al estado de Israel, que bien complicado ya estaba con las ventas de armas, que sobre todo NO SE OCUPARA DEL TEMA DE LOS DESAPARECIDOS PUES ERAN TODOS SUBVERSIVOS!? ¿Que no se trataba de un tema de antisemitismo sino de GUERRA CONTRA LA SUBVERSION?
¿Cómo podía ser que se sacaran fotos con Videla en el 76 o 77 y que fueran recibidos por Viola con una delegación que partía a las Macabiadas allá por los años 80?
¿Quiénes eran estos judíos que se ligaban con lo más infecto de la sociedad argentina, dejando de lado a los suyos, a socios y activistas de sus propias instituciones? ¿Sólo por el hecho de tener otra ideología y muchas veces ni siquiera la tenían, los argentinos merecían ser secuestrados, chupados, torturados, violados, robados sus bebes desde el propio vientre de sus madres para terminar tirados al mar desaparecidos para siempre?
¿Eran eso las instituciones judías argentinas, que ya en la época de Alfonsín seguían defendiendo sus sucios actos de silencio y complicidad acusando a los desaparecidos de haber sido detenidos en aguantaderos?
Señores, me llamo Daniel Tarnopolsky.
Mi padre Hugo Abraham, Licenciado en Química, empresario, de 50 años de edad.
Mi madre Blance Edith de Edelberg, de 48 años, Licenciada en Filosofia y Letras, Psicopedagoga.
Mi hermano Sergio de 21 años, conscripto, dragoneante de Acosta en la ESMA.
Mi cuñada Laura del Duca de 21 años, estudiante de Letras.
Mi hermanita menor, Betina de 15 años!
Todos fueron secuestrados en la noche del 14 al 15 de julio de 1976
Mi hermano desapareció de la misma ESMA junto con otros conscriptos.
Mis padres, cuñada, hermana, arrancados de sus propios lechos. No de aguantaderos!!!
Robados a sus propias vidas por hordas de bestias semi humanas, protegidos por sus armas, por sus capuchas, por la noche oscura, por la niebla y la lluvia!
Señores, pasaron 36 años. No me chuparon supongo que de pura casualidad. No estaba durmiendo en mi casa. Tenía 18 años.
Mis hermano eran militante y a la vez conscripto, ayudante de Acosta, era peligroso, podría ser considerado un infiltrado.
Mi padre, temeroso por lo que se escuchaba estaba pasando y lo que todos sabíamos había estado sucediendo en el 75 con las AAA , me pidió que me fuera de casa, que me escondiera.
Que si venían a buscar a Sergio que yo no estuviera.
Que se irían al no encontrar a ningún joven en casa.
No fue asi.
Vinieron, los buscaron, se los llevaron a todos.
Yo zafé, me escapé.
Desde entonces he vivido en diversos lugares, he recorrido el mundo, he conocido a decenas de personas de toda nacionalidad, culto, nivel social, responsabilidad profesional o política.
Me he transformado, llevado por las circunstancias, en un militante de los DDHH. Me he acercado, a veces hemos armado casi nuevas familias, con otros familiares tan perdidos en un principio como yo, tan angustiados y poco a poco tan aguerridos e inagotables en su lucha como yo.
A veces caemos, no podemos más, tiramos la toalla. Por suerte siempre hay otro al lado que toma la posta hasta que nos recuperamos y podemos volver al frente para que el compañero pueda a su tiempo descansar.
Señores, desde hace 36 años que no cesamos de luchar
Y no cesaremos mientras haya un solo militar, un solo policía, un solo gendarme, un solo abogado, escribano, médico, simple funcionario, cómplice de tales terrible crímenes, en libertad.
Porque como se sabe, nada de esto hubiera podido pasar sin la complicidad activa o pasiva de tantos argentinos.
Porque como no dejo de repetir: fuera cual fuera el delito cometido por los militantes, los profesionales, los sindicalistas, los estudiantes, los diplomáticos, los mismos oficiales o suboficiales, a veces inclusive la gente que caminaba por la calle, toda esa masa de gente detenida desaparecida, repito, hubiera sido cual hubiera sido el delito cometido por ellos, de los cuales nunca ninguno fue formalmente acusado, nada justifica que el Estado, el mismísimo Estado, persiga y mate a mansalva, en nombre de no sé qué ideología, que como a sido claramente demostrado sólo escondía espurios intereses de destrucción del país, de su sociedad y de llenado de los propios bolsillos, junto con una desproporcionada avidez de poder y delirios mesiánicos.
Señores, así es como hemos llegado a este momento, donde por fin gracias a las acciones políticas de los gobiernos de la última década, la Justicia a podido levantar cabeza y volver a juzgar, continuar con lo comenzado en el 83 y tristemente abortado en el 87 primero con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida de Alfonsín para terminar con los terribles, desastrosos indultos de Menem.
Esta, señores, debería ser una acción nacional, no de un grupo o sector.
La lucha por la Verdad, la Justicia y la Memoria no debe tener ni tiempos ni sellos ni conveniencias políticas.
La lucha por la Justicia es y debe ser acta fundacional de absolutamente todos los integrantes de esta nación, sea cual sea su color político.
Esa debería ser la doctrina base que sostuviera el accionar en el día de hoy de la totalidad de las Organizaciones Comunitarias Judías.
Pero por desgracias no lo es.
La realidad cotidiana lo demuestra.
La realidad nos interpela y nos obliga a incursionar en ella.
No podemos quedarnos fijados en los crímenes de la dictadura sin observar atentamente lo que está pasando hoy en nuestro país y todos los peligros que se ciernen sobre nuestra aún joven democracia y sobre nuestra propia comunidad.
Me voy a permitir ahora una reflexión desde mi posición de familiar de desaparecido, de huérfano de padre, madre y hermanos desde mis 18 años, de exiliado y repatriado, pero sobre todo desde mi lugar actual de militante de DDHH de casi 55 años de edad.
Reflexión que soy consciente corre el riesgo de atraerme muchos enemigos, pero es tiempo de hablar, es tiempo de llamar las cosas por su nombre: tengan cuidado, por favor señores acá presentes, mucho cuidado con las alianzas políticas que cada uno de nosotros puede llegar a estar tentado de hacer o que directamente ha realizado, en pos de lograr o mantener un cierto espacio de poder.
Cuidado señores pues existen en pleno corazón de nuestra comunidad individuos arteros, traidores, individuos sin ningún tipo de ideología o valor moral o religioso, que son capaces de venderse al mejor postor, con tal de encaramarse al lugar que mejor cabida les brinde y responda mejor a sus sucios intereses.
Yo fui personal y directamente traicionado por algunos de esos individuos que se visten y se desvisten, se acercan y seducen a unos o a otros y son capaces hoy de estar con uno, de acompañarlo, apoyarlo, inclusive en momentos fundamentales de homenaje a sus desaparecidos, para luego darse completamente vuelta, como por arte de magia, dejarlo a uno y a tantos otros totalmente de lado, para aliarse y defender clara y expresamente a los que fueran y aun son nuestros enemigos más encarnizados: ¡Lisa y llanamente defender abiertamente a los mismos asesinos de mis padres!
La actual comisión directiva de AMIA, ustedes señores, tiene en su seno a algunos de esos individuos a los que me refiero.
Fueron esos mismos individuos quienes abandonaron sorpresivamente primero a los Familiares de Víctimas del atentado a AMIA para luego darse nuevamente vuelta y traicionar directamente el voto de quienes confiaron en ellos en las últimas elecciones de esta misma comisión directiva.
Tengan cuidado señores, desháganse de ellos; libérense. No se aten a sucios personajes con quienes nada tienen que ver, al menos eso creo, ni del punto de vista religioso ni político ni moral. Estoy convencido de que es más sano seguir siendo minoritario, aunque haya que estar en la oposición, que ligarse a esos personajes peligrosos sólo para lograr conquistar ciertos espacios de efímero poder.
Porque el poder señores es efímero, la moral en cambio es eterna.
Cuidado señores con esas alianzas espurias, pues en cualquier momento esos individuos volverán a darse vuelta y los dejarán pataleando como gato panza arriba, si ya no les son útiles para su carrera por el poder.
Libérense repito, pues sino corren el riesgo, un día, de lamentarlo profundamente y con ustedes, nosotros todos.
El que traicionó una vez puede traicionar mil veces.
Sepan disculpar señoras y señores mi vehemencia, pero no es tiempo de medias palabras, no puedo seguir callando ante actitudes de ciertos personajes que me ofenden personalmente y conmigo a tantos otros y a la memoria de nuestros asesinados.
Perdí a la totalidad de mi familia de un día para el otro, en una noche; quedé solo, tuve que refugiarme donde pude y como pude, fui acompañado por muchos a quienes llevo en el corazón y los tengo siempre presentes.
A nadie olvido, ni a los que me socorrieron ni a los que me dieron la espalda.
Pero también supe sinceramente perdonar, cuando el de enfrente demostró sincero y real arrepentimiento.
La memoria de los míos, su terrible sufrimiento, su horrible muerte me obliga a seguir adelante en este reclamo, en la exigencia de Verdad, Memoria, Justicia.
Por eso es que hay actitudes que no perdono.
Y por ello mismo me siento con el deber y el derecho y creo que conmigo todos los familiares de desaparecidos de este bendito país, a exigir rectitud política y moral, ayer, hoy, mañana y siempre.
Para terminar unas palabras de nuestras plegarias cotidianas:
Tzedek, Tzedek Tirdof
Justicia, Justicia perseguirás
Ve Haabta Lereaja Kamoja
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Ubajarta va jaim
Por sobre todas las cosas elegirás la vida
Shalom
Que la paz sea con ustedes