REPORTAJE A SUSANA BRAUNER: HISTORIADORA
El conflicto en Medio Oriente no quebró los vínculos entre minorías inmigrantes, con una historia de tradiciones compartidas en la que se pueden juntar ortodoxia religiosa y pragmatismo político.
A punto de evocarse, en los próximos días, el decimoquinto aniversario del atentado contra la mutual israelita argentina, la AMIA, resulta propicio recordar y rendir tributo a la rica historia de la inmigración judía y árabe en nuestro país y al ejemplo de convivencia natural que se dio siempre entre las distintas colectividades. Dentro de ellas se inscribe la trayectoria de los judíos que vinieron de Medio Oriente, mucho antes de que se creara el Estado de Israel. Las guerras árabe-israelíes taparon luego estas cercanías, que sin embargo siguen presentes tanto en nuestro país como en algún trasfondo de lo que se da en llamar "el mundo árabe". La experiencia singular de los judíos sirio-libaneses en la Argentina nos ilustra sobre estas afinidades y de ello conversamos con Susana Brauner, Doctora en Ciencia Política de la Universidad del Salvador, con maestría en la Universidad de Tel Aviv, investigadora y docente universitaria en la UADE, autora del libro "Ortodoxia y pragmatismo. Los judíos de origen sirio en la Argentina" (Lumière, 2009).
Se habla comúnmente, por razones geopolíticas, históricas, religiosas o culturales, de un Israel frente al "mundo árabe". ¿Es posible decir, más allá de la guerra que dividió a estos pueblos, que Israel tiene muchas mayores afinidades con ese heterogéneo mundo árabe?Lo que podemos decir, primero, es que Israel es parte de Medio Oriente. Es el producto, en cuanto a su población, de grupos de muy distintos orígenes. Entre ellos, también de los judíos que vienen del mundo árabe, además de los que provienen de Europa o de Asia o de Latinoamérica o de África. Podemos hablar de un país que pertenece a Medio Oriente y que aparte fue adquiriendo muchas prácticas y nociones teóricas, en general del mundo árabe, por su ubicación. Históricamente, fueron los judíos europeos, quienes forjaron y construyeron la matriz del nuevo Estado, los que constituían su población mayoritaria. Los judíos del mundo árabe fueron una minoría, aunque fueron creciendo. No a muchos les gusta designarlos como "judíos árabes". Pero sí, judíos del mundo árabe o judíos orientales en un país donde confluyen Occidente y Oriente.
El clima de respeto y convivencia que existió siempre en la Argentina entre árabes y judíos, ¿sigue siendo un ejemplo válido para contraponer al conflicto en Oriente Medio, a la islamofobia, los fundamentalismos y los rebrotes antisemitas?
Sí, pienso que sí. Tenemos, por ejemplo, a los judíos de origen árabe, que constituyeron una inmigración muy particular. Hasta hoy las cuartas generaciones todavía siguen empleando algunos términos en árabe y disfrutando la comida y música árabe. Hasta los años '60, primó la cordialidad y la convivencia en diferentes asociaciones y en sus zonas de residencia. Cuando se radicaliza el conflicto en Medio Oriente la cosa cambia. Las nuevas generaciones de argentinos no cultivan las mismas relaciones que sus padres. De todos modos, hasta el día de hoy, prima la convivencia y la intención de no trasladar tensiones ajenas a la realidad nacional en el país, así como también aún está presente el recuerdo de los vínculos que tejieron sus ancestros en el mundo árabe. Judíos y árabes, al fin y al cabo, vivieron más tiempo juntos y en paz que separados y en guerra.
Se conoce más la historia de la inmigración judía europea, pero también hubo una inmigración judía del mundo árabe que vino a nuestro país ¿Qué importancia tuvo?
Así es. En general, la mayoría de los estudios fueron sobre la colectividad judía en general y, dentro de ésta, la 'askenazí' en particular, que eran quienes vinieron de Europa y hablaban ídish. Los de origen sefaradí, que venían en su mayoría del Líbano y Siria -que en ese entonces formaban parte del Imperio Otomano- no fueron muy visibles en nuestro país. Tuvieron más protagonismo recién en la década del '90, cuando salieron a la luz conflictos internos dentro de la colectividad judía, entre askenazíes y sefaradíes, y dentro de éstos últimos, los que también hablaban árabe.
¿En que condiciones arribaron al país?
Provenían de una sociedad muy diferente y de la que se sentían parte. Al igual que otros judíos del mundo árabe habían interiorizado las pautas culturales de la región: el idioma árabe, la comida, la música, la fuerte religiosidad... Frente a la crisis económica del Imperio Otomano, comenzaron a emigrar en busca de nuevas perspectivas. Como los sirio-libaneses de otros credos, fueron considerados como parte de las corrientes migratorias "exóticas", no eran nórdicos ni anglosajones ni franceses ni italianos ni españoles. No eran profesionales ni pretendían dedicarse a la agricultura; eran comerciantes que hablaban un idioma muy extraño y que profesaban una religión diferente.
¿Y venían con una memoria de persecuciones también, o no?
En general, ellos no sufrieron el antisemitismo. En el Imperio Otomano coexistían varias comunidades religiosas bajo una autoridad suprema e islámica, y en ese marco ellos vivían como una comunidad casi autogobernada. A diferencia de los armenios, no sufrieron feroces matanzas. Pero con el correr del tiempo, comenzaron también a ser víctimas de crecientes persecuciones.
¿Tenían más cercanía con los árabes cristianos o musulmanes que con los propios judíos de origen europeo?
Aparte de la cordialidad que hubo en los distintos barrios, donde ellos convivían, por ejemplo, en Once o en Flores, de comprar el pan en la panadería de los árabes, al principio se puede decir que sí, tenían muchas más tradiciones en común que con los judíos de origen askenazí; el idioma, las comidas, las canciones... Hay muchas anécdotas, por ejemplo de los rabinos, que eran de origen sirio, que los mismos árabes cristianos o musulmanes cuando pasaban a su lado les hacían una reverencia en señal de respeto. Esto cambia cuando empieza a radicalizarse el conflicto de Medio Oriente, donde toman posturas diversas... Pero más allá de las posturas que hayan adoptado, cabe recordar que su vida transcurre en Argentina, compartiendo con otros argentinos los vaivenes políticos y económicos del acontecer nacional.
¿Eso contradice el estereotipo de una comunidad más cerrada sobre sí misma?
Claro, hay que evitar miradas "hacia adentro", donde pareciera que los judíos -o los musulmanes- viven en una especie de burbuja. Por eso, observando sus modos de participación política, se puede señalar que no tuvieron actitudes muy diferentes al resto de la sociedad argentina y, en particular, de los sectores de clase media.
¿Por qué razones hoy en día alguien que tiene antepasados, proviene, o tiene cierta marca de
identidad en alguna comunidad inmigrante, se acerca a una pertenencia comunitaria?
Los espacios que construyen estas comunidades son muy contenedores, brindan seguridad, un alto grado de pertenencia grupal y respuestas claras a problemas de distinta índole, afectivos, económicos, sociales o incluso políticos. En cuanto a las comunidades sirias transitaron procesos de apertura, de argentinización y de debilitamiento de las prácticas religiosas como también de revitalización de la religiosidad. En los 50´, comienzan con una especie de retorno a viejas prácticas. Y ya en los 70´, todo ese proceso se agudiza. En este contexto, se acerca a las asociaciones mucha gente de la propia comunidad que se había alejado de prácticas religiosas muy estrictas, pero que aún estaban vinculados por otros lazos, familiares o económicos.
¿Cuánto de ese mayor protagonismo sefaradí tiene que ver con el resurgimiento de la religiosidad y de los sectores religiosos en la comunidad judía?
Creo que este proceso comenzó como un fenómeno local, pero después se fue retroalimentado con otros fenómenos a nivel mundial: la crisis de los partidos de centroizquierda, tanto en Israel como en el resto del mundo, y la crisis de las ideologías, entre ellas el sionismo, que daban sentido de pertenencia política, alentó esta influencia del factor religioso. Hay toda una revisión cultural respecto de las elementos que conforman la identidad nacional de los argentinos
¿Qué rasgos particulares aportan los judíos del mundo árabe a esta identidad nacional construida de manera más plural?
Es cierto, ellos junto con el resto de los otros "turcos", musulmanes y cristianos, fueron percibidos por cierto nacionalismo como los "extraños", los "exóticos", "mercachifles" de bagatelas, gente que no venía a trabajar la tierra, que no era profesional, que no sabía hablar bien el idioma, es decir en general eran parte de "los otros". Son minoritarios, pero su presencia aportó una notable diversidad en la construcción de la Argentina, son parte de los "otros" que, sin embargo, constituyen una parte integral e integrada al mosaico argentino. Esto nos introduce entonces a una mirada sobre estos "otros", pero ya no como excluidos sino como parte constitutiva de la sociedad argentina... como también a una mirada que refuta las nociones esencialistas de identidad. No existen identidades inmodificables y además la misma matriz cultural puede dar lugar a comportamientos diversos e incluso antagónicos.
Fabián Bosoer
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