La discusión acerca de si hay en la actualidad más antisemitismo que en el pasado puede parecer meramente académica, pero es útil para la definición y comprensión de lo que está ocurriendo y, quizás, para la delineación de una estrategia para enfrentar los brotes de violencia que sacuden a comunidades judías.
La discusión acerca de si hay en la actualidad más antisemitismo que en el pasado puede parecer meramente académica, pero es útil para la definición y comprensión de lo que está ocurriendo y, quizás, para la delineación de una estrategia para enfrentar los desbordes de violencia que sacuden a comunidades judías. En opinión del autor de estas líneas, opinión que he sostenido en diversas tribunas y medios de expresión, no hay un aumento del antisemitismo tradicional sino un desborde de antisemitismo modelo 2009, violento, criminal, en el que prevalecen actitudes anti israelíes y anti sionistas, fácilmente deslizables en actividad anti udía de viejo cuño.
El antisemitismo es un antiguo mal, una perversión de la historia que tiene diferentes raíces. En general, a lo largo del desarrollo de la humanidad en los últimos dos milenios, se tradujo principalmente en persecuciones religiosas, discriminación contra judíos y grupos judíos, y violencia pogromista. Persecuciones religiosas contra los judíos, a título individual y comunitario, ya no hay, excepto, aquí y allí, por obra de algún cura que no oyó hablar, o no entendió lo que significó, del Concilio Ecuménico o la Declaración ``Nostra Aetate''. En algun país musulmán hay resabios de este tipo de antissemitismo de base religiosa, pero ello es virtualmente marginal, o menos de ello.
Discriminación oficial o legal contra los judíos y sus instituciones no hay en ninguna parte, ni siquiera en Irán. No quiero desviar las aguas hacia otros molinos pero sugeriráa que discriminación religiosa hay en Israel contra judíos reformistas o seculares, pero el tema del antisemitismo actual es demasiado serio para aprovecharlo para sarcasmos contra la ortodoxia israelí y sus oportunistas aliados políticos. Hay una cantidad de países que tienen legislación de tipo racista y algunos con legislación que implica discriminación contra religiones que no son las del oficialismo, pero no son anti judías en especial. Aquí y allí hay alguna medida gubernamental en la que judíos pueden percibir una mala intención hacia ellos pero esto está lejos de constituir un problema serio. Hay quienes, hace poco, gritaron ``Gevald'' contra un fallido intento de prohibir en Europa el faenamiento de animales según el rito judío, pero ello fue resultado de la acción de grupos protectores de animales, no de antisemitas, y fracasó a nivel continental.
Violencia pogromista hay, debe preocupar y debe ser combatida. Los ejemplos de la semana última son el ataque contra centenares de personas que, en el centro de Buenos Aires, cerca de la Casa Rosada, manifestaban pacificamenete su simpatía por el Estado de Israel, en un acto organizado por el Gobierno de la capital argentina para marcar el 61 cumpleanos de Israel; la acción de la Policía neoyorkina que hizo abortar el plan de un grupo de musulmanes de atentar contra sinagogas de la zona, así como la acción de la Policía brasileña, que impidió intentos de atacar sinagogas por parte de grupos neonazis.
Este periódico publicó un informe detallado de la agresión en Buenos Aires. La Policía detuvo a unos quince sujetos, agrupados en el Frente de Accion Revolucionaria (FAR) y Movimiento Teresa Rodriguez (MTR), aparentes resabios de viejas patotas racistas. Se les encontró armas y los principales órganos periodísticos condenaron en términos enérgicos lo ocurrido, y así lo hicieron políticos y parlamentarios.
El diario ``La Prensa'' señaló adecuadamente que la demonización de Israel ha actualizado la muy antigua cuestión del antisemitismo. La DAIA demandó severas medidas y subrayó ``la metodología bélica'' de la agresión. Es casi superfluo destacar que esto sucede cuando aún no se agotó la investigación de los dos gravísimos atentados, contra la Embajada de Israel y la sede de la Comunidad, que causaron decenas de muertos, años atrás.
En los Estados Unidos y Brasil, la Policía tuvo éxito en su acción preventiva y evitó los atentados planeados. Mientras que en Buenos Aires los presuntos culpables son matones autóctonos que siguen la vieja tradición de las patotas fascistas que ensombrecieron la historia argentina del siglo XX, en los Estados Unidos todos los detenidos son musulmanes y carecen de raíces ideológicas vernáculas. En todos estos casos se trata de violencia de grupos marginales cuyo denominador común es el odio a Israel, la oposición al sionismo y la absoluta falta de apoyo de la opinión pública. No se trata del antisemitismo clásico, sino de su expresión modelo 2009, que es también antisemitismo, sin duda alguna, pero no del mismo tipo. Es ante todo odio a Israel y a la filosofía que condujo a Israel, es decir, el sionismo, y es, además, violencia. Por serlo, se lo puede ubicar en la categoría penal que hoy se describe como ``crímenes de odio'', ''hate crimes'' en inglés. Se trata de delitos penados por la legislación represiva ordinaria pero que son cometidos como consecuencia de un prejuicio, resentimiento u odio contra un destinatario determinado, una raza, religión, nación u otro elemento de identificación grupal. Las leyes que existen contra tales crímenes de odio incrementan el castigo que existe contra delitos similares en los que no aparece la motivación que sí existe cuando hay una intención dirigida contra una nación, religión, grupo étnico o ente colectivo identificable y protegido.
A principio de este mes, la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa llevó a cabo en Viena una reunión internacional dedicada a este peligroso fenómeno, que facilmente es perceptible en lo que ocurrió en Buenos Aires y estuvo a punto de suceder en mayor escala en Nueva York. En esa conferencia se categorizó claramente el delito ``crímenes de odio'' con crimenes más un motivo - prejuicio racial o de otra clase- y se puso de relieve que las leyes que existen no bastan. Las leyes son sólo efectivas cuando son puestas en práctica por las autoridades responsables. Esta es la pauta a seguir.
Publicado en www.aurora-israel.co.il el 27/05/2009