BORIC, EL PRESIDENTE ANTIJUDÍO

Posteado el Jue, 29/09/2022 - 19:22
Autor
Itatí Schvartzman

El antijudaísmo es un odio tan antiguo que se lo llama en Ciencias Sociales “el odio más antiguo del mundo”. Ese rechazo racista ha ido mutando sus horrorosas justificaciones desde la antigüedad hasta nuestros días pasando por el zarismo ruso, el nacionalsocialismo alemán y la ignominia de Hitler.

Justamente en ese nacionalismo homogeneizador y brutalmente racista nacido en Europa e impuesto al resto del mundo contra los judíos surgió su contrapeso: el Sionismo, un movimiento político izquierdista de liberación nacional fundado por el Doctor en Derecho, escritor y periodista austro húngaro judío Teodoro Herzl que propuso como respuesta a la ola antisemita llegar al objetivo de la libre autodeterminación del pueblo judío. El término “sionismo” deriva de la palabra Sion (en hebreo: ציון)  uno de los nombres bíblicos de Jerusalén que se popularizó en el antiquísimo reinado del Rey David como nombre ya no sólo de la ciudad de Jerusalén sino de toda la tierra de Israel. Incluso en la Antigua Biblia Hebrea y en pruebas arqueológicas de la misma época (hace 6000 años) los judíos eran llamados “el pueblo de Sion”.  El Sionismo sostuvo desde su creación que el pueblo judío es un grupo nacional como cualquier otro (alemanes, polacos, etc.) y no un grupo religioso como los musulmanes y los católicos y que como tal tiene derecho a crear su propio Estado en su territorio histórico, idea ligada a la idea de “un pueblo, un Estado”: el concepto del siglo diecinueve de Estado-Nación por el cual todos nuestros países fueron creados. Sí, creados igual de artificiales que Israel y surgidos del desmembramiento de los imperios y del colonialismo.

Muchísimos muchachas y muchachos judíos desde 1882 comenzaron a inmigrar a Israel y fundaron las colonias agrícolas socialistas, los después conocidos como “kibutz” huyendo de la Rusia zarista y su fanático antisemitismo, del avance de los judeófobos como en el emblemático “Caso Dreyfus” que acabó con las esperanzas de igualdad de derechos y oportunidades del Iluminismo y con el horror agigantado a partir de la década de 1930 por la ignominia nazi. En el contexto de la Primera Guerra Mundial el Gobierno Británico emitió formalmente la “Declaración Balfour” el 2 de noviembre de 1917 como apoyo formal para que el pueblo judío regresase a su tierra, Declaración firmada por el ministro de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour y publicada en la prensa el 9 de noviembre de 1917. En 1922 la Sociedad de Naciones hizo suya la Declaración Balfour e incluso como el Sionismo se transformó en el movimiento predominante dentro del mundo judío progresista la Revolución Soviética creó su proyecto llamado “Creación de la República Autónoma Hebrea” en 1928, basado en que “pequeñas comunidades de judíos llevan siglos habitando la zona como la comunidad cabalística formada por los judíos expulsados de España en 1492, hasta siglos antes cuando Saladino reclamó la entrada de judíos cuando decidió reconstruir Jerusalén”.

Después del Holocausto las Naciones Unidas votaron por la creación de dos estados: el judío y el palestino contemplando varios puntos que están sobradamente documentados en la historia: antes de la creación del Estado de Israel existió un Mandato colonial Británico, previo a los británicos estuvo el Imperio Otomano, antes de éste el Imperio Ayubid, previo al Imperio Ayubid gobernó la tierra de Israel el Reino Franco Cristiano y antes de éste el Imperio Bizantino. Anteriormente al Imperio Bizantino existió el Imperio Romano, antes de él el Estado Asmoneo, previamente el Estado Seléucida y antes el Imperio de Alejandro Magno. Antes de Alejandro Magno existió el Imperio Persa y previo a los persas el Imperio Babilónico, antes de los babilonios el Reino de Israel y Judá, el primer reino que se encontró en esa tierra antes perteneciente a las Doce Tribus de Israel.  Nunca jamás ha existido un estado palestino y el llamado pueblo palestino (palabra creada por el colonialismo británico) poco y nada tiene que ver desde lo cultural con los antiguos filisteos. Pese a ello, el pueblo judío aceptó y agradeció la creación de dos estados: el propio y el palestino conviviendo en paz. La Liga Árabe se opuso a aceptar la partición del Mandato Británico en dos Estados, uno judío y otro árabe según la recomendación de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947. En 1948 ante la proclama de independencia los países árabes vecinos se negaron a reconocer al Estado de Israel y formaron el “Ejército de Liberación” para “la destrucción total del Estado judío por medio de la guerra de exterminio” pero venció Israel pese a que la Liga Árabe atacó en todos los frentes. La guerra de exterminio contra el Estado de Israel concluyó con la ocupación por parte de Egipto y Transjordania de la parte asignada al Estado árabe y la zona internacional de Jerusalén y el rechazo de los países árabes al pueblo palestino, que se vio obligado al exilio.  Así llegaron a la Franja de Gaza, donde aún hoy es el Estado de Israel quien les provee de agua y luz y elementos médicos. Recién en el año 1988 la OLP reconoció al Estado de Israel como estado judío obligando a los países árabes a seguirla. El Sionismo logró así su objetivo de establecer un Estado Judío en 1948 en el cual se considerara al judaísmo como una nacionalidad y que las bases del Estado estuvieran identificadas con el socialismo y el trabajo en comunidad.  La experiencia israelí fue estudiada como la más sólida en el mundo en la cual un país convirtió al socialismo como la fuerza más importante de su vida política, económica y organizativa, con una Constitución revolucionaria para la época (aún vigente) con los derechos para las mujeres, las infancias y las minorías.

Hasta el día de hoy las organizaciones terroristas dedicadas al tráfico de armas, de drogas y de mujeres y niñas Hamás, Fatah, Hezbolah e Isis niegan la existencia del Estado de Israel y mantienen posiciones judeófobas, sólo alimentadas y sostenidas principalmente por Irán y Venezuela. 

Hoy el nuevo nombre del antisemitismo y la judeofobia es el “antisionismo”, el disfraz de turno para justificar la rancia y racista negación de un estado democrático. La prestigiosa Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA en inglés) que cuenta con 31 países democráticos sostiene que “denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación, por ejemplo, alegando que el Estado de Israel es racista, aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país del mundo y establecer comparaciones entre la política actual de Israel y la de los Nazis es racismo judeófobo” .

Todo esto dicho ante el gravísimo incidente en el cual el Presidente de Chile Gabriel Boric citó a todos los nuevos Embajadores en Chile a presentar sus cartas credenciales en ceremonia oficial. Contradiciendo toda práctica diplomática se negó a recibir al Embajador de Israel citado por el propio gobierno “en protesta por acciones del Ejercito israelí en la Franja de Gaza” pero sí recibió y honró al Embajador de Arabia Saudita sin hacer el más mínimo cuestionamiento a su política femicida, pese a que Boric se autodenomina feminista.

El carácter judeófobo de Gabriel Boric no es ninguna novedad, como el de demasiada autollamada izquierda latinoamericana que repite argumentos orquestados por agencias de inteligencia palestinas financiadas por el dinero manchado de la sangre de mujeres e infancias sin siquiera chequear seriamente (en bibliotecas, no en Google) las pruebas que contradicen tanta falacia. Lo que sí es novedad es que un Presidente se anime a tanta mentira racista, pese a que toda institución seria antirracista y hasta la prensa internacional le informó a Boric que se equivocó, que no hubo ningún enfrentamiento ni “niño inocente” muerto en Gaza sino que el trágico hecho ocurrió en Cisjordania producto del grupo terrorista conocido como Brigada de los Mártires de al-Aqsa. Pero Gabriel Boric no sólo decidió seguir en su postura violando toda ley internacional sino que se olvidó que ya no es el niñito religioso y rico de colegio privado que juega al Che Guevara, que ya no es el dirigente estudiantil que se solidariza con Hamás y hasta se dice que recibe dinero para su campaña, ni es el joven diputado que humilló a la comunidad judía chilena en 2019, sino que es el Presidente de Chile.

El mismo Presidente de Chile que desconoce que la política exterior del país que preside reconoce la solución de los dos estados y al gobierno de la Autoridad Palestina hace muchísimos años. El mismo Presidente de Chile que en su doble moral hipócrita se dice feminista y abraza a terroristas que explotan mujeres, el mismo que sostiene su política en una diversidad de áreas que incluyen tecnología, agricultura, conservación de agua, adelantos científicos y vacunas gracias a Israel. El mismo irresponsable y racista Boric que alienta a odiadores, a neonazis y a terroristas a discriminar a judíos. El mismo Gabriel Boric que fue felicitado formalmente por Hamás, quien supuestamente puso dinero en su campaña presidencial.  El mismo Presidente Boric que enfrenta por estos días la renuncia - debido a la investigación por el relacionamiento con el Cártel de Sinaloa - de su Jefa de Asesores.

¡No, no y no!: la falta de respeto a la diversidad, el más rancio racismo, el narcotráfico y el terrorismo NO son defendibles ni justificables, no son progresismo y menos que menos “izquierda”.

 Ojalá el pueblo chileno y latinoamericano todo pueda comprender ello más temprano que tarde, antes de que conviertan al país hermano en una nueva Venezuela, en un nuevo narcoestado terrorista y xenófobo. Ojalá.

Itatí Schvartzman

 

 

 

 

 

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