Vemos con estupor que más de 60 muertos y centenares de heridos son el saldo provisorio en cada uno de dos nuevos atentados: en Nairobi (Kenia) donde terroristas armados irrumpieron en un centro comercial lleno de gente disparando a mansalva, y en Peshawar (Pakistán) donde un suicida ingresó en una iglesia cristiana en plena reunión con una carga explosiva que detonó.
Ambos ataques terroristas tienen cosas en común entre sí, y con cientos de otros atentados perpetrados en todo el mundo, dos de los cuales los argentinos sufrimos en carne propia y permanecen impunes: todos fueron realizados por fundamentalistas asesinos, que en nombre de la fe musulmana y contra todo lo diferente dejan en claro que no permitirán que nadie piense distinto, que asesinarán y destruirán todo lo que contradiga su dogma y fanatismo.
Si bien no es novedad, una vez más el mundo tiene la obligación de expresarse, no solo con palabras de repudio, sino con hechos que contribuyan a eliminar o disminuir la posibilidad que esos locos fanáticos, impulsados por una interpretación sectaria y parcializada de la fe musulmana pero que cada vez tiene más adeptos dentro de la misma, lleven a cabo hechos aberrantes como los que hoy están sufriendo las víctimas de los atentados.
No es casual que en Pakistán hayan asesinado a fieles cristianos, no es casual que en la toma del shoping en Kenia hayan liberado a los que se manifestaban como musulmanes, son diferentes expresiones de lo que esos grupos sectarios y fanáticos quieren para el mundo entero.
El apoyo que reciben de naciones y de sectores políticos no es secreto y sin embargo, no se escuchan los repudios ni se ven acciones concretas de los grupos políticos y de los países democráticos y sus líderes que, cual Chamberlain modernos, prefieren tolerar que se condene a Israel y a los judíos por los males del mundo metiendo la cabeza bajo la tierra como el avestruz.
Antes que sea demasiado tarde y la locura, la discriminación, el terror y la barbarie dominen la humanidad, tenemos la obligación de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que estos hechos se repitan.
Autor
Leonardo Feiguin