A pesar de que el conteo final de los votos no está previsto para antes del jueves; Benjamín Netanyahu parece tener allanado el camino para su quinto mandato como primer ministro.
Según los resultados actualizados de esta mañana, el bloque de los partidos de derecha y los ultra-ortodoxos acumula 65 escaños, frente a la centroizquierda y los partidos árabes, que sumarían apenas 55. El partido Likud, encabezado por Netanyahu, y su rival, el partido Azul y Blanco (Kajol Labán), liderado por el ex jefe del Estado Mayor, Benny Gantz, alcanzaron un empate técnico: cada un logró 35 diputados.
La coalición de Netanyahu habría obtenido una diferencia de diez escaños, y se apoya fuertemente en los 16 diputados de los partidos ultraortodoxos, divididos en dos mitades iguales entre la formación Shas, que representa a los mizrahím (judíos oriundos del Oriente Medio y el norte de África) y Judaísmo Unido de la Torá, respaldado por los ashkenazis (judíos oriundos de Europa oriental).
Netanyahu también se apoyará en su socios de derecha: La Unión de Partidos de Derecha, con seis escaños, y el partido Kulanu, del ministro de Finanzas, Moshé Kahlón, que apenas logró pasar el umbral mínimo de votos necesarios para conseguir cuatro escaños.
El ex titular de Defensa, Avigdor Liberman líder del partido Israel Beitenu (Israel Nuestro Hogar) ya anunció que recomendará a Netanyahu para formar la nueva coalición; a pesar de las disputas con el primer ministro que lo llevaron a abandonar su cargo de ministro, el año pasado.
Con los votos 200 mil de los ciudadanos ausentes, principalmente de los soldados, se decidirá el destino de los partidos que están cerca del umbral mínimo del 3,25 % del total de los votos que se precisa para ingresar al Parlamento (Knéset), entre ellos el del Partido Nueva Derecha de Naftalí Bennett y Ayelet Shaked, quienes se desempeñaron en el Gobierno anterior como ministros de Educación y de Justicia, respectivamente.
El nuevo Gobierno y el propio Netanyahu enfrentan en el horizonte importantes desafíos, entre ellos los tres cargos de corrupción que están pendientes contra el primer ministro y el largamente anunciado “Acuerdo del Siglo”, el plan de paz del presidente estadounidense, Donald Trump.