Mario Sznajder, un experto argentino-chileno que vive en Israel, relativiza las conclusiones de la encuesta recientemente difundida por la DAIA, que registró altos niveles de prejuicio y discriminación. Y duda también del concepto de doble identidad.
Los resultados de la reciente encuesta sobre antisemitismo que encargó y difundió la DAIA y que realizó el Instituto Gino Germani, de la UBA, sigue generando reacciones. Para Mario Sznajder, director y profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “la mayoría de la gente que es convocada a responder sobre judaísmo no se pone a pensar qué es un judío”.
Szjander nació en la Argentina, se crió en Chile y vive hace 45 años en Israel, donde es director del Centro Liwerant para el Estudio de Iberoamérica y de sus comunidades judías. De paso por Buenos Aires, relativizó ante Clarín.com el concepto de “doble lealtad” valorado negativamente por la mitad de los encuestados.
-Acaba de conocerse una encuesta según la cual hay todavía una buena dosis de prejuicio antisemita en la sociedad argentina. ¿Lo sorprende esa conclusión?
-En la actualidad suelen usarse técnicas muy avanzadas para evitar lo que llamaría la estadística silvestre, es decir, que todo se reduzca a tres o cuatro frases. Sin haber visto esta investigación, empezaría por peguntarme cuál es la definición básica de judío que allí se formula. Muchas veces me pregunto cómo hace uno en la calle para distinguir quién es judío y quién no. Recuerdo que cuando era chico se podía saber la pertenencia por el apellido, pero, ¿qué ocurre con los sefaradíes? Habría otras 100 preguntas que demostrarían que la metodología de trabajo y la seriedad con la que se hizo serían fundamentales para entender el problema.
Por otro lado, y sin justificar ningún tipo de antisemitismo, hay que entender la idea de que el antisemitismo es una de las características de la civilización occidental. Existe hace miles de años, y más que antisemitismo lo llamaría judeofobia.
Hay además un fenómeno que no es exactamente el antisemitismo histórico, al que hemos visto aparecer en olas que adquieren carácter violento en Francia o carácter boicótico en la Academia Británica hace un par de años, que tiene muchas facetas diferentes, que hoy tiene que ver con el desborde del conflicto de Medio Oriente y que va más allá del estereotipo local.
En cuanto a la Argentina, se trata de una sociedad que se ha pluralizado y abierto, que es un país mucho más pluralista que hace 30 años sin ser todo lo pluralista que podría. Y que en un país así hay más lugar para diversos grupos. Recuerdo una encuesta hecha hace años en la que había mas prejuicio anticoreano que judeofobia. Por eso insisto en que miraría con mucho detenimiento el informe e intentaría compararlo con informes anteriores, para intentar entender tendencias.
Hay otras cosas para observar: un enorme trabajo que hicimos en la Universidad Hebrea de Jerusalén sobre la base de 40 años muestra que la saliencia de personas que tienen apellido judío o algún tipo de identificación con la colectividad judía, ha crecido muchísimo en América latina en las últimas décadas. Y eso me parece que también tiene significación.
-La encuesta concluye que la mitad de la gente siente que el judío argentino tiene más ligazón afectiva con Israel que con su país. ¿Percibe un conflicto en esa doble identidad?
-Hace rato que están aceptadas las teorías de las múltiples identidades. Seguir pensando en términos monistas de Nación-Estado, soberanías, lealtades y símbolos que pertenecen mucho mas al siglo 19 que al 21, me parece que es no entender cómo se han desarrollado las sociedades. La mitad de la población, las mujeres, deben tener conciencia de que tienen por lo menos dos identidades, una de género y una de pertenencia a una sociedad o a un Estado-Nación. No hay ningún motivo para que una persona no se configure como argentino en una fase de su identidad, como judío en otra fase, como religioso o secular en otra fase, etc. Este no es mundo de ‘esto o esto’, existe el derecho a configurarse en diversas identidades. Lo que objetaría es la lealtad al Estado, al de Israel o al argentino. No hay naciones en el sentido puro de la palabra. Hay un solo país en la tierra que tiene homogeneidad religiosa, que es Corea. No entiendo el sentido de la consulta en términos de 2011, sí en términos de 1850.
-Qué imagina que responderían los encuestados sobre otras colectividades en la Argentina?
-Leo que Esteban Caselli, ex embajador argentino ante el Vaticano, es senador italiano electo por italianos radicados en el exterior. ¿Qué entenderíamos sobre la extensión del voto italiano a la emigración italiana fuera de Italia? ¿Qué entenderíamos por el intento de recuperar ciudadanía italiana por parte de un buen número de argentinos frente a la crisis del 2001? ¿Qué diríamos de los grupos judíos que de acuerdo con la Ley de Retorno pueden recuperar la ciudadanía israelí y sin embargo buscan recuperar ciudadanía polaca u otras europeas, con todos los prejuicios que existen en muchos núcleos judíos con respecto a Polonia? Poca gente se plantea esas otras identidades… Y en todos los casos el que maneja la encuesta es el encuestador, no el encuestado. Y como las preguntas, por cuestiones metodológicas, suelen ser cerradas y no abiertas, el encuestado suele estar atrapado en la pregunta. ¿Al encuestador se la habrá ocurrido comparar este caso con otros, para ver si realmente hay un prejuicio respecto de esa supuesta doble lealtad? Aquí ya ha aparecido mucha discriminación anticoreana, entonces haría la misma pregunta con respecto a los coreanos. O a los italianos, españoles, polacos judíos o no judíos. ¿El prejuicio será con los judíos o con la doble lealtad?
Lo que hay desde los judíos con respecto a Israel es un lazo emocional, educativo, histórico, tradicional hacia un término difuso que se llama Israel. No creo que hacia el Estado mismo y mucho menos hacia el gobierno actual de Israel. Me parece que hay como un ente, que está allá, que adquiere una forma simbólica, una bandera, la estrella de David, las fiestas, el guefilte fish (pescado relleno)… Es un tema muy complejo, con mucha carga simbólica. ¿Lealtad significa que los judíos argentinos van a pagar impuestos en Israel? ¿Harán el Ejército tres años? ¿De qué hablan cuando hablan de lealtad?
-¿Cómo define usted el ser judío hoy?
-Me interesa una definición pluralista del ser judío. Por fortuna, en Israel la inclinación de la mayoría de la sociedad es hacia definiciones abiertas. La Ley de Retorno a Israel, que beneficia a quienes quieran volver a la tierra de sus antepasados desde el punto de vista material, permiso de residencia, ciudadanía, pasaporte, prebendas y obligaciones, es una ley que “abre” la definición de judío. Lo que entendieron los fundadores del Estado es que cuando se cierra una definición se deja mucha gente afuera. Toda definición precisa es excluyente por fuerza. Y la no definición es incluyente. Yo asocio esto con la democracia moderna. El pluralismo está asociado directamente a las democracias modernas. Para mí el judío ortodoxo con sombrero y rizos tiene el mismo derecho a ser judío que el que es completamente ateo, o el reformista, o el que viene de Etiopía.
-¿Qué definición de judío pondría en un diccionario?
-Hay muchas definiciones. Una es hijo de madre judía, otra es el converso por cualquier rito. Otra es el que pertenece a la tribu de Menashé, descubierta en el noreste de la India e integrada por birmanos del norte. Allí hay un millón que se dicen judíos. Por eso vuelvo a la encuesta y digo que la definición de judío es esencial para esa encuesta de la que hablábamos. Creo que la mayoría de la gente que es convocada a responder sobre judaísmo no se puso a pensar qué es un judío.
-¿Cuál es la relación que ve entre un judío particular, el que vive en Israel, y el resto del judaísmo mundial? Hay quienes perciben de parte de los judíos israelíes cierto desinterés para con los de la Diáspora…
-Hay relaciones de carácter personal que trascienden lo ideológico. Hay muchísimos israelíes que tienen familia en Latinoamérica aun sin haber pasado nunca por esta parte del mundo. Hay muchísimos mochileros israelíes que pasaron por aquí y trabaron relaciones. Hay además una fascinación por el idioma castellano gracias a las telenovelas. Tengo alumnos que aprendieron castellano por ser fanáticos del fútbol latinoamericano. La sociedad israelí ya es lo suficientemente sofisticada como para decirles a los demás judíos “ustedes y nosotros”.
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