Se esperaba con inquietud y no defraudó. El Primer Ministro de Israel realizó un excelente discurso en la Universidad de Bar-Ilán. “Suave en su tono, duro en sus posiciones”, lo calificaba el periódico “Haaretz”, generalmente crítico hacia el nacionalismo. Netanyahu explicó con una claridad meridiana el orden de las concesiones para lograr la paz con los palestinos. Ante todo, los palestinos deberían reconocer a Israel como un “estado judío”, luego Israel reconocería a cambio a un estado palestino desmilitarizado. El problema de los refugiados palestinos no sería resuelto dentro de las fronteras de Israel. Aunque las posiciones del Primer Ministro reciben el apoyo mayoritario de la opinión pública israelí, no es seguro que para Barack Obama haya sido suficiente. Por el momento, los palestinos han rechazado de plano el retorno al dialogo según las condiciones presentadas por Binyamin Netanyahu.
¿Qué dijo de nuevo Binyamin Netanyahu? Ante todo, que Israel reconocería la formación de un estado palestino que conviva junto a Israel pero con condiciones. Hay condiciones que son “viejas” y otras tanto que “hicieron su debut en este discurso”. Entra las condiciones viejas están la desmilitarización del futuro estado palestino, el control de las fronteras para que este estado no se transforme en otro “Hamástan” (tierra del Hamás, como en la Franja de Gaza), el control del espacio aéreo por parte de Israel y la total prohibición de la firma de pactos estratégicos entre Palestina y los enemigos de Israel. No, no se trata una nueva posición. Ya en la campana electoral, Netanyahu denostaba la exigencia de Tzipi Livni de reconocer un “estado para dos pueblos”, considerando que el problema no pasaba por esta definición sino por la naturaleza de dicha entidad palestina. Hoy, por primera vez, Netanyahu dijo claramente que apoyaba la creación de un estado palestino pero con importantes condiciones.
Para los palestinos, estas condiciones son inaceptables. "No estamos sorprendidos de lo que dijo pero al mismo tiempo condenamos todas sus declaraciones", dijo el negociador jefe de la ANP, Saeb Erekat."Todas estas condiciones previas son inaceptables para nosotros. Si estas son las condiciones, no encontrará en mil años un palestino que quiera negociar con él", aseguró el negociador.
Entre las condiciones viejas, y quizás la más importante de ellas, Netanyahu explicó claramente que el problema con los palestinos no radicaban en las concesiones territoriales. El Primer Ministro explicó históricamente como anteriores concesiones no habían afianzado la paz, muy por el contrario. En este sentido, la historia le da la razón el premier israelí (Gaza, sur del Líbano, Oslo 2). El problema, dijo Netanyahu, radica en el hecho que los palestinos no aceptan la naturaleza judía del estado de Israel. Siendo así, una condición preliminar para la formación de un estado palestino pasa por el reconocimiento público y sincero de Israel como el hogar nacional del pueblo judío. Por el momento, los palestinos no aceptan la premisa de “dos estados para dos pueblos” sino que quieren un estado para el pueblo palestino y otro para “todos los ciudadanos”.
“Estamos preparados para aceptar un estado palestino desmilitarizado al lado del país de los judíos”, dijo Netanyahu, “espero poder ver a dos pueblos viviendo uno al lado del otro, con sus banderas, sus himnos y sus gobiernos”. “Ya le dije a Obama, si acordamos el contenido de dicha entidad, la terminología será lo de menos”.
Entre las condiciones “nuevas”, el premier señalo la necesidad que la comunidad internacional, y en especial Estados Unidos, sean los garantes de las medidas en pos de la seguridad israelí. Dicha garantía debería ser “efectiva”, en clara referencia a la burla que sucede al sur de la Franja de Gaza, en el paso de Filadelfia, en donde el Hamás introduce cohetes de manera industrial.
Otro de los puntos señalados por Netanyahu fue el derecho al retorno de los refugiados palestinos. Cuatro millones de personas según los portavoces palestinos. Este punto está totalmente ligado al reconocimiento de Israel como un estado judío. Netanyahu dijo, con contundencia, que el problema de los refugiados no se solucionaría dentro de las fronteras del estado de Israel. Simple y claro. Es poco probable que algún líder árabe sopese con seriedad que Israel podría aceptar “decidir destruirse” aceptando la llegada de 4 millones de musulmanes. Netanyahu dijo que Israel debía ayudar a la economía palestina a desarrollarse, y así poder captar a las personas que quieran regresar a la zona. En este punto, en la negativa a aceptar refugiados palestinos, al igual que en relación a las condiciones securitarias exigidas por Israel, existe un consenso bastante amplio en la opinión pública local. También, en lo que se refiere a las agrupaciones políticas. Sobre la posible creación de un estado palestino, más del 60% de los israelíes ven de manera positiva este apartado. Por lo tanto, no sorprende que portavoces de Kadima, el principal partido de la oposición declarasen, a la vez que afirmaban que no se unirían al gobierno, que “el discurso de Netanyahu iba en dirección correcta”.
Netanyahu explicó otra serie de puntos que vale la pena señalar. Ante todo, llamó a los países árabes de la región a “hacer la paz con Israel”, aceptando como suya la estrategia de Obama de una paz de bregar por una paz regional. “Estoy dispuesto a reunirme (con los líderes árabes) en cualquier lugar, en Riad, Damasco o en Jerusalén”, dijo.
Binyamin Netanyahu sentó las bases para un rechazo, de plano, de una exigencia de la administración Obama y de otra postura defendida por los EE.UU. pero obviada en el discurso de Obama en El Cairo. Netanyahu no dijo claramente que congelaría la construcción en los asentamientos, como había exigido el Presidente Obama aunque señalo que no se construirían nuevas colonias afirmando que “los colonos no son los enemigos de la paz, son nuestros hermanos y hermanas”.
Por otro lado, aclaró que Jerusalén permanecería unificada. Una postura descartada por la administración Obama quien declaró el último Día de Jerusalén que este tema se negociaría por las partes y no de manera unilateral por parte de Israel.
Por último, Binyamin Netanyahu crítico indirectamente las afirmaciones de Barack Obama en El Cairo. Haciendo un detallado “informe” histórico, en donde le explicó al Presidente norteamericano que el Estado de Israel no se creó a consecuencia de la Shoá (Holocausto) ni de ese terrible sufrimiento del pueblo judío sino que se logró tras miles de años de historia y ligazón entre estas tierras y el pueblo de Israel. “Si hubiese existido el Estado de Israel”, remató Netanyahu, “la Shoá es la que no hubiese sucedido”.
Si la intención de Netanyahu era conseguir apoyo interno dentro de Israel, probablemente lo haya conseguido. Para muchos israelíes, las premisas de Netanyahu son básicas. Desde el punto de vista político, salvando focos derechistas dentro del Likud (que de todos modos no llevarán al partido a la crisis), el discurso de Netanyahu no debería dañar a la coalición. El propio diputado Beny Beguin del Likud, un referente ideológico derechista, afirmó que estas palabras no lo llevaban a abandonar el partido ni el gobierno.
Desde el lado palestino, el rechazo fue categórico. Netanyahu les devolvió el balón. Hasta el momento, el premier israelí aparecía como quien rechazaba la premisa de dos estados, mientras tanto, podían encubrir su rechazo tajante a aceptar la naturaleza judía de Israel.
El Hamas calificó las palabras de Netanyahu como “racistas”.
En estos momentos, todos los ojos tornan hacia Washington para escuchar las consideraciones del “juez” Barack Obama. Netanyahu dijo “si” al estado palestino pero con condiciones tan claras y relevantes que resta por ver el nivel de compromiso de la administración Obama hacia las necesidad de supervivencia física de Israel.