El ¿presidente? de la Amia, Leonardo Jmelnitzky, en uso de licencia casi al asumir, ha demostrado que su mala salud es selectiva, exhibiendo una serie de actividades que son reveladoras del verdadero pensamiento oscurantista del sector más fundamentalista de la comunidad judía argentina. Una minoría que, sin embargo, gobierna la Kehilá a partir de acuerdos espureos con individuos inescrupulosos.
Así es que, sin aportar tiempo ni esfuerzo para nuestra Amia como casi todos los ultraortodoxos a quienes no les importa la mutual, lo dedicó para una actividad islámica difundida por el programa "El Cálamo" como la participación del presidente de Amia en el ciclo "pensadores y viajeros del Islam clásico". También tuvo tiempo y salud para realizar una arenga en un aniversario de la institución que lidera el ideólogo de este sector, el señor Samuel Levín, donde dijo:
“no hay que pensar que se trata de una guerra ganada: el mismo espíritu que antaño quiso expulsar al Heijal de AMIA sigue vivo, encarnado en otras personas y partidos; el discurso puede cambiar, pero las intenciones son las mismas: buscan un judaísmo sin Toire, aun sabiendo que sin Toire no hay judaísmo posible”, proclamó.
“Ya no les interesa combatir la asimilación: buscan disimularla llamando ‘judío’ a quien no lo es y ven en aquellos que son shomréi Torá (observantes) a aquellos ante quienes no pueden disimular su farsa pseudopluralista”, continuó el dirigente.
Es decir, sigue convocando a una "guerra santa" contra todos los que no pensamos como él, y dejando en claro que no somos judíos los que no coincidimos con sus parámetros excluyentes, a contramano de lo que la historia del pueblo judío nos enseña (invito a leer el artículo en esta misma página "yo no soy judío genuino, desciendo de Rut la moabita")
Impulsan una campaña para afiliaciones a su grupo BUR disfrazando sus cuestiones ideológicas con absurdos premios si alguien "acerca" dos afiliados.
Del otro lado, la gran mayoría de los judíos argentinos parecemos ignorar la realidad y nos mantenemos al margen y algunos, por ignorantes o maliciosos, contribuyen a la división de esta gran mayoría que, sin embargo, sigue silenciosa y sin participar de la vida comunitaria activamente. Solo si unimos esfuerzos dejando de lado personalismos que se nos suelen atribuir pero que otros exhiben a diario, solo si priorizamos la lucha por una Amia inclusiva, democrática y pluralista en la que todas las formas de ser judío encuentren cabida y respeto, podremos concretar los cambios que la mayoría quiere.
Si no logramos entender que enfrente no tenemos adversarios respetables sino fundamentalistas que impusan sin tapujos una guerra contra nuestra forma de ser judíos como lo dijo claramente y sin eufemismos Jmelnitzky y lo ha reiterado hasta el cansancio Levin, seguiremos con una Amia que expulse a la mayoría de los judíos de nuestra comunidad.
De cada uno de nosotros depende el futuro.