El domingo 14 de septiembre la canciller Ángela Merkel y el Presidente Joachim Gauck como máximos representantes del gobierno alemán fueron protagonistas de una manifestación en contra del antisemitismo en la emblemática Puerta de Brandeburgo de Berlín. Tuve la oportunidad de participar en esta emocionante y multitudinaria concentración convocada por El Consejo Central Judío Alemán como respuesta a los brotes de antisemitismo surgidos a partir de la última ofensiva Israelí en contra del Hamas en Gaza y que sirvió como apertura a la reunión anual del Congreso Judío Mundial (CJM) realizado en Berlín con la presencia de los principales líderes judíos de más de 40 países.
El CJM, considerado el brazo diplomático del pueblo judío, es la organización internacional que representa a las comunidades e instituciones judías de 100 países, ante los gobiernos y organismos internacionales, luchando por la dignidad del pueblo judío, contra el antisemitismo y toda forma de discriminación, combatiendo al terrorismo, fortaleciendo los vínculos con otros credos, defendiendo los derechos humanos y apoyando al Estado de Israel.
No fue por lo tanto casualidad que luego de los actos antisemitas de los últimos meses esta organización haya decidido reunirse en Berlín, la cuna de la solución final y de la más terrible barbarie de nuestros tiempos. La misma preocupación motivó a realizar en el 2013 la asamblea general del CJM en Budapest para dar una clara respuesta al creciente antisemitismo que prolifera en la nación húngara, encabezado por el partido de ultraderecha Jobbik, una importante fuerza en el parlamento de ese país.
Tampoco es casualidad que el gobierno alemán, desde hace décadas empeñado en el rechazo a todo acto que le recuerde al nazismo, decidiera encabezar dicha demostración para salirle al paso al recrudecimiento de la xenofobia y la intolerancia en Europa que encuentra en los judíos sus principales víctimas como lo demuestran los terribles hechos ocurridos en el viejo mundo. Recodemos los acontecimientos en Francia, donde de enero a julio de este año se registraron 527 ataques y amenazas antisemitas que incluyen incendios de sinagogas y vejaciones a estudiantes judíos; también el atentado que sufriera el pasado mes de mayo la comunidad de Bélgica con un saldo de 3 muertos en el Museo Judío de su capital, solo pocos días antes que los resultados de las elecciones del parlamento europeo dieran cuenta del creciente apoyo a la ultraderecha antisemita.
La última ofensiva israelí levantó no solo el terrible engendro de la ultraderecha antisemita en Europa, sino también una nueva cara de ese monstruo en latitudes más cercanas. Como recientemente escribió Enrique Krauze en su artículo El Antisemitismo Facsimilar: “Hasta hace unas décadas, el antisemitismo fue un derivado de dos odios importados: el antiguo prejuicio contra los judíos proveniente de la tradición católica española, y el racismo europeo del siglo XX. Pero en tiempos recientes, exacerbado por el conflicto palestino-israelí, ha aparecido un tercer antisemitismo: un antisemitismo de izquierda.” En Latinoamérica, comienza a sentirse cada vez más este odio. El disfraz de la condena a Israel y sus políticas, actualmente vienen cada vez más acompañadas de mensajes antisemitas.
El derecho a disentir de las políticas del gobierno Israelí se ha venido transformando en un rechazo a los judíos y a Israel, acompañado de un silencio cómplice e irresponsable hacia los grupos terroristas como Hamas, especialmente desde los círculos intelectuales de izquierda. A esto se suman las desmesuradas reacciones de gobiernos latinoamericanos en contra de ese país, que fomentan el antisemitismo, con las repercusiones que ello acarrean entre sus seguidores más radicales. Ecuador, Brasil, Chile, Perú y El Salvador llamaron a consulta a sus embajadores durante el último conflicto. El presidente de Bolivia Evo Morales declaró a Israel como Estado terrorista y decidió exigir visas sus ciudadanos; mientras que eximió de visa a palestinos y amplió facilidades a los iraníes que quieran ingresar al país. En Bolivia, al igual que en Venezuela están interrumpidas las relaciones diplomáticas con el Estado Judío desde el 2009. El presidente venezolano Nicolás Maduro calificó de una guerra de exterminio a la operación de Israel en contra del grupo terrorista Hamas en territorio palestino. A ello le siguieron cantidad de actos antijudíos en dichos países que incluyeron desde grafitis hasta ataques contra cementerios y personas de esta religión. Ambos países tienen lazos cada vez más estrechos con personeros abiertamente antisemitas y lo más radical de los gobiernos de Damasco y Teherán. El ejemplo más reciente es el de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner quien en su intervención ante asamblea general de la ONU condenó a Israel y su reacción ante Hamas, y criticó duramente a la comunidad judía de su país por no haber acompañado su decisión de firmar un memorándum de entendimiento con Irán en el 2013 en relación al ataque terrorista en AMIA.
Con esta lamentable conducta Latinoamérica pierde la gran oportunidad de influenciar un dialogo de paz entre las partes, teniendo en cuenta que es la región por excelencia de coexistencia entre distintas religiones. Si bien la semana pasada Nicolás Maduro tuvo un cordial encuentro con autoridades del Congreso Judío Mundial y Latinoamericano en Nueva York, se espera que ello no se quede en una foto sino en una actitud activa en contra de las manifestaciones antisemitas que desde su gobierno han sido inducidas.
Estar en Berlín es vivir la historia del siglo XX de la que esta ciudad fue protagonista, así como revivir las barbaries allí planificadas y ejecutadas. Alemania es un país que a casi 70 años de finalizada la segunda guerra mundial aún lucha contra el estigma que le dejó el Holocausto nazi. Como dijéramos al comienzo, en esa intención se inscribe la decisión del gobierno alemán de que su cúpula acompañara a la comunidad judía de ese país en su llamamiento a levantarse contra el antisemitismo, en su exigencia a su derecho existir sin miedo, y decidiera enviar un contundente mensaje a través de los líderes judaicos de todo el mundo que allí se congregaron. Merkel destacó en el acto que "Hoy ser judío y sentir miedo de ello es una vergüenza y un escándalo", "Ningún judío debe sentirse amenazado por ser identificable como tal, por la calle, ni tener que afrontar insultos por defender la política de Israel".
Sin duda alguna, un ejemplo a seguir.