El director ejecutivo del influyente Comité Judío Norteamericano afirma que la corrupción sigue permitiendo que grupos locales financien desde allí el terrorismo islámico y asegura que, 16 años después del ataque y sin justicia, los sobrevivientes de la AMIA no pueden aún darle un cierre a la tragedia.
La agenda de David Harris para la Argentina es, cuanto menos, "sensible". O "urticante". Incluye los atentados de 1992 y 1994, la Triple Frontera, Irán, Hugo Chávez, el riesgo latente de un tercer ataque terrorista, antisemitismo, impunidad y otros asuntos de similar calibre, como la polémica interacción de Israel con sus vecinos, aun cuando también evite entrometerse en chisporroteos recientes, como el traspié del ministro de Economía, Amado Boudou, al comparar a dos periodistas con los prisioneros que ayudaban a limpiar las cámaras de gas del nazismo. Vale, también, una aclaración: las alforjas del director ejecutivo del influyente Comité Judío Estadounidense (AJC, en inglés) siempre estuvieron llenas. Incluso desde mucho antes de ocupar ese cargo, al que llegó en 1990. Así fue como, allá por 1974, siendo un muy joven (25 años) y sencillo académico norteamericano que participaba en un intercambio de buena voluntad en plena Guerra Fría, lo deportó la Unión Soviética.
Tras tres días de retención en Moscú por ayudar a los judíos locales, oprimidos por el régimen, Harris terminó en la capital de Finlandia, un gélido día de diciembre. "Como sabrá, en Helsinki los días son muy cortos para esa época del año, pero para mí fue uno de los más soleados de mi vida", recuerda entre risas. Lejos de amedrentarse, su compromiso lo llevó a reincidir -y la KGB lo echó por segunda vez en 1981- y a ampliar sus horizontes -ayudó a salvar a la comunidad judía de Etiopía, en el prólogo de la célebre Operación Moisés de los años 80-. Y quizá porque fue capaz de aquello, no duda ahora en calificar a Chávez de "matón" o reclamar más dureza contra Irán. O, en alusión al atentado contra la AMIA, en remarcar que "Justicia demorada es Justicia denegada".
De visita fugaz por Buenos Aires -vino a recibir el premio "AMIA Bicentenario" otorgado al AJC-, se reunió con líderes de la comunidad judía local, con el ministro de Justicia, Julio Alak, y con la embajada de los Estados Unidos. Tomó nota del panorama local y, fiel al mantra de "diplomacia global" de su organización, combinó elogios y planteos para las autoridades locales. Por eso, durante la entrevista con Enfoques, elogió al fiscal que instruye la investigación sobre el atentado, Alberto Nisman, y el compromiso de Néstor y Cristina Kirchner. Pero también señaló que, tras siete años de gestión, observa promesas cumplidas y otras que continúan siendo "palabras".
-¿Cómo ve hoy la situación de la comunidad judía local?
-Primero, quiero dejar claro que se trata de una de las mejores comunidades judías del mundo. Y lo sé porque he estado aquí diez veces, por lo menos. La primera fue allá por 1984 o 1985, para una conferencia latinoamericana sobre los judíos rusos, a la que fui invitado junto a Jacobo Kovadloff, mi querido colega en el AJC. Vinieron a Buenos Aires de toda América latina para preguntar cómo podían ayudar en la Unión Soviética. Desde entonces, me enamoré de este país.
-Y ahora, diez viajes después?
-Diez viajes después, busco cualquier excusa para volver. No sólo por mi restaurante favorito en Palermo Viejo. [Risas.] Tengo muchos motivos por los cuales venir. Están los atentados de 1992 y 1994, por lo que siempre quiero expresar mi solidaridad con la comunidad local. A medida que el tiempo pasa y la memoria se diluye, en el AJC queremos decirle a la gente de aquí que hay otros para quienes su memoria no se pierde, que permanecemos junto a ellos y que, como ellos, buscamos justicia para esta tragedia.
-En noviembre de 2005, usted elogió al gobierno de Néstor Kirchner por el impulso que le aportó a la investigación AMIA. Dijo: "Lo que oímos ahora es más alentador, sólo el paso del tiempo dirá si las palabras se traducen en hechos concretos". Cinco años después, ¿cómo ve la situación?
-Hmmm... Con algunos hechos y con algunas palabras. Los hechos: el presidente Néstor Kirchner designó a Alberto Nisman como fiscal especial para el caso AMIA, sobre cuyo trabajo tenemos mucho respeto, y la Argentina apeló a Interpol para que se emitieran las alertas rojas sobre los iraníes. Y cuando Irán desafió a la Argentina en el ámbito de Interpol y apeló a todos los medios, incluidos intentos de chantaje y sobornos, para votar en contra de la Argentina en Marruecos, no lo logró y se emitieron esas órdenes de captura. Por supuesto que esas órdenes de captura son sólo un medio para un fin, aunque son un importante paso adelante. Y otro hecho es que hoy [por el miércoles 13] nos reafirmaron que la "conexión local" será vigorosamente investigada y enjuiciada. Esos son hechos concretos, aunque han pasado ya 16 años y, como decimos en el idioma inglés, "Justicia demorada es Justicia denegada"... Y eso también es un hecho. Dieciséis años después, la posibilidad de los sobrevivientes de darle un cierre a esto aún no existe.
-¿Qué puede hacer la Argentina para lograr ese cierre?
-Es necesario hacer más para obtener más apoyo internacional, empezando por los vecinos. Un pequeño ejemplo: el mes pasado, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad habló ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. Cuando comenzó su discurso, todos los países europeos abandonaron el recinto; la Argentina y Costa Rica, también. Pero ningún otro país latinoamericano lo hizo. La Argentina tiene derecho a esperar más de sus socios latinoamericanos. Después de todo, Ahmadinejad representa a un gobierno cuyo ministro de Defensa [por Ahmad Vahidi], ¡su ministro de Defensa!, es uno de los que figura en la lista de Interpol por el atentado. La Argentina tiene derecho a esperar de manera cotidiana el mismo apoyo que recibió en Marruecos [donde se aprobó emitir las órdenes de captura de Interpol]. El problema es que Irán recibe apoyos de ciertos países. Por tanto, recibe el mensaje equivocado. Y algo más, hay quienes piensan que se trata de algo entre la "comunidad judía" e Irán. No. Esto es entre el mundo e Irán. Si Irán puede atacar a un país a miles de kilómetros de distancia, puede hacerlo en cualquier lado.
-¿Qué piensa entonces sobre los vínculos de Hugo Chávez con Irán?
-Si Irán tiene relaciones estrechas con Venezuela, como las tiene, ¿puede alguien garantizar que Irán no compartirá su tecnología nuclear con Venezuela? ¿Y entonces qué? Tendremos toda una nueva escalada armamentista en un continente que hasta ahora confía en la resolución pacífica de sus conflictos. Y algo más: si Irán puede infiltrar agentes iraníes, sirios y de Hezbollah en el continente a través de Venezuela, como ya lo ha hecho, y darles nuevos pasaportes e identidades, eso amenaza a Colombia -como sabemos con certeza que ocurrió-, amenaza a la Argentina, una vez más, y amenaza a Estados Unidos.
-¿Es Venezuela su mayor preocupación en América latina?
-Lo es, al igual que el eje que Irán busca crear en el continente a través de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, entre otros. Es una preocupación extrema. Pero le reitero, no debería verse como una "preocupación judía". Debe preocupar a todo aquel que se interese por la estabilidad y seguridad de esta región. Y a propósito de esto, y aunque no suelo citar a Fidel Castro, incluso él hace unas semanas aludió a Irán y Ahmadinejad...
-En el reportaje de The Atlantic Monthly.
-Exacto. Algo que merece ser leído. Si incluso Fidel Castro ha comenzado a comprender el peligro que constituye Irán, ¡imagine qué peligro es!
-En noviembre de 2007, usted señaló a la Triple Frontera como un punto de preocupación. ¿Aún lo es?
-Es una preocupación para el continente. Lo es para Estados Unidos. Lo es, y lo sabemos, para muchos gobiernos de América del Sur, por las propias características de la región, porque no todos los gobiernos tienen la misma capacidad y el compromiso para monitorear las actividades allí, y porque aún existe la posibilidad, por medio de la corrupción, de hacer cosas ilegales allí, como transferencias de dinero a grupos terroristas en Medio Oriente. Así que sí, continuamos muy preocupados sobre lo que ocurre allí. Cuanta más cooperación haya entre Paraguay, la Argentina y Brasil, será mejor para todos.
-¿La posibilidad de un tercer atentado en la Argentina fue parte del temario de su reunión con el ministro de Justicia?
-No quiero entrar en los detalles de esa conversación porque fue privada, pero nunca tenemos una conversación con funcionarios argentinos sin que hablemos de temas de seguridad.
-Clarifiquemos algo que se publicó en Chile: el presidente de la agrupación judía chilena, Gabriel Zaliasnik, dijo que habló con usted y obtuvo el apoyo del AJC en contra del asilo político del ex guerrillero Galvarino Apablaza, con el argumento de que eso mermaría las probabilidades, a su vez, de que la Argentina consiga la extradición de los iraníes por AMIA. ¿Es cierto?
-Creo que se tergiversaron sus declaraciones. El AJC no tomó posición al respecto. Punto.
-En junio de este año, en cambio, usted sí cargó contra Chávez por su mal trato a la comunidad judía local...
-La comunidad judía venezolana es, hoy, menos de la mitad de lo que era cuando Chávez llegó al poder. Se trata de una comunidad con profundas raíces en Venezuela. Y abandonar un país no es una decisión fácil. Cualquiera que haya sido forzado a dejar su país lo entiende muy bien. Un presidente, aunque haya sido elegido democráticamente, que rompió relaciones con Israel, que acusa a Israel de genocidio y otros crímenes de guerra, que juega al filo del antisemitismo con el lenguaje que utiliza, crea un ambiente incierto e inseguro. La historia de su país muestra que el antisemitismo no era un problema allí. Pero bajo el mandato Chávez, eso está cambiando.
-¿Debería o podría la Argentina hacer algo con respecto a Venezuela?
-En el año 2010, para mí es inaceptable que en América latina haya un país que flirtee con el antisemitismo. Los países que tienen otra comprensión del mundo, que aprecian y respetan el pluralismo y a sus comunidades judías, deberían plantearle claramente al presidente Chávez que lo suyo es inaceptable. Y el presidente Chávez, que tan activamente procura organizar a América latina y crear un "club bolivariano", debe saber que si busca amigos y socios, no los tendrá si continúa con su comportamiento. Porque al final del día, el antisemitismo no es contra los judíos. Es un cáncer que destruye la democracia. Hoy son los judíos, mañana será otro grupo. Lo que Chávez hace es desafiar la democracia pluralista como es entendida en la Argentina, Uruguay, Chile y otros países de América latina. Debe saber de manera clara que, provea o no petróleo subsidiado, su intolerancia es inaceptable. No puede comprar nuestra intolerancia, como intenta. Procura que su petróleo tonifique sus músculos. Pero el precio que hay que pagar es demasiado alto y necesitamos países que lo miren a los ojos y le digan exactamente eso. No digo que rompan relaciones, pero sí que le digan que su conducta es inaceptable. El necesita escuchar algo así. Sería como un reloj despertador para él.
-¿Lo cree? Le recuerdo que el Rey de España le reclamó en público "¿Por qué no te callas?" y ni eso refrenó a Chávez...
-Cuando sos un matón, querés dar la impresión de que sos fuerte y el resto, débil, y que nada de lo que hagan puede afectarte. Pero no debemos engañarnos: los matones son matones porque en el fondo son inseguros y necesitan serlo para ocultar esa inseguridad. La Argentina y otros países de la región no deben subestimar su capacidad de decirle al presidente Chávez que lo suyo es inaceptable. Y lo mismo ante Ahmadinejad. La gente cree que aunque se le planten, no servirá de nada. Pero hay que hacerlo, por lo menos, por respeto a nosotros mismos. Cuando comenzamos a enfrentar a la Unión Soviética, el régimen totalitario más poderoso del mundo, nuestras probabilidades de triunfar equivalían a cero. Pero mire quién ganó. Para 1991, ya no existía más la Unión Soviética, las comunidades judías en la ex URSS habían resurgido y la libertad volvió a imperar. Cuando la gente me pregunta qué puede hacer ante Chávez o Ahmadinejad, mi respuesta es: si estudian Historia, pueden aprender a convertirse en autores de la Historia. Así como el Apartheid fue eliminado de Sudáfrica y el comunismo de Rusia, la gente real puede hacer cosas reales para cambiar las cosas. Y cuando nos negamos a creer eso, comenzamos a tolerar este tipo de matonerismo e intolerancia.
-¿Debe entonces la Argentina cortar relaciones diplomáticas con Irán?
-No soy yo, como observador externo, quien debe decirle a la Argentina si debe cortar relaciones con Irán. Pero desde nuestra perspectiva, la Argentina debe permanecer fuerte y firme. Irán estuvo dos veces involucrado en ataques terroristas en territorio soberano argentino. Hasta que eso no sea legalmente resuelto, no veo cómo puede mantener relaciones normales con Irán. Segundo, la Argentina podría revisar la legislación adicional que aprobaron países como Estados Unidos, la Unión Europea, Sudáfrica, Japón, Australia y Canadá para regular su comercio con Irán, que se suman a las cinco resoluciones del Consejo de Seguridad en rechazo a su programa nuclear. Tercero, debería movilizar a sus vecinos, plantearles que Irán es una amenaza global y que si dejan que ingresen terroristas iraníes en el hemisferio, todos pagaremos el precio.
-Por último, ¿qué responde ante las críticas que recibe Israel por su actuación militar de los últimos años?
-Es extremadamente importante que la gente comprenda mejor los desafíos que afronta Israel. A menudo, desde la distancia y a través del filtro de los medios, la gente puede fácilmente tener una impresión distorsionada de lo que ocurre en esa parte del mundo. Pero cualquiera que visita Israel se sorprende por su pluralismo, su apertura, su libertad y su desarrollo. Y, segundo, por su tamaño. Equivale a menos del 1% de la superficie de la Argentina. Eso explica sus desafíos de seguridad y que carece de márgenes de error. Un error podría ser el último. Enemigos como Hamas, Hezbollah, Siria o Irán han dicho repetidas veces que quieren un Medio Oriente sin Israel [ N. de la R.: mientras se desarrollaba la entrevista, Ahmadinejad afirmó durante una visita al Líbano que Israel "desaparecerá sin lugar a dudas"]. Me preocupo cuando la gente duda del compromiso de Israel con la paz. No hay otro país en el mundo con más deseo de paz porque ningún otro país en el mundo ha vivido toda su existencia en ausencia de paz, sin saber si la guerra o el terrorismo están a la vuelta de la esquina. Y así durante tres o cuatro generaciones. Israel no es perfecto. Pero es un país democrático que ambiciona la paz.
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MANO A MANO
David Harris exuda poder. Esa es la sensación que transmite. Pero no "poder" en el sentido de quien hoy manda y mañana no, sino en su sentido más amplio. De quien siente que hace lo correcto, que trabaja por algo digno. Quizá por eso, el director ejecutivo del American Jewish Committee habla con naturalidad de una reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, o de un apoyo de 45 legisladores estadounidenses o de su encuentro con tal o cual presidente. Alude a ellos porque son necesarios para argumentar una respuesta y no, como tantos pavos reales, porque busque vanagloriase. Es miembro del respetado Consejo de Relaciones Exteriores norteamericano, multipremiado y expositor ante la ONU, el Congreso de Estados Unidos y el Parlamento francés sobre Medio Oriente, asuntos soviéticos y antisemitismo. Harris sonríe incluso cuando aborda temas muy sensibles. Y se ríe a menudo de sí mismo o de las dificultades que le toca enfrentar. Como cuando le pregunté sobre sus reiterados desafíos a diversos regímenes. Replicó con picardía: "Sólo a regímenes malos". A los 61 años, este neoyorkino, casado y padre de tres hijos, traza su límite: "Cuando muramos, al menos que sea con el respeto intacto en nosotros mismos".