Sr. Presidente, Sres. Miembros del Parlamento.
No hay algo más natural que este Parlamento se mancomune en todas sus fracciones para conmemorar el Día Internacional del Holocausto. Día de la liberación del Campo de Exterminio en Auschwitz.
Las fuerzas del crimen enviaron a decenas de millones de personas - judíos, soviéticos, polacos, gitanos y rivales políticos - a una terrible muerte. No fue ésta una muerte simple, fue una industria mortal, fruto de una ideología de odio, racismo y purificación racial.
Este es el momento y el lugar para clamar en nombre de todos aquellos que estuvieron y ya no están entre nosotros, el clamor del que no puede, y con justicia, borrar aquellas imágenes de muerte y espanto. Recalco e insisto que estoy lleno de empatía hacia las familias de las víctimas de la Shoá, doquiera se hallen en el mundo entero, incluyendo a aquellos con los que convivo en el mismo país, en el mismo Estado.
Este es el momento en el que el hombre debe despojarse de todos sus tocados nacionales o religiosos. Desenfundar sus diferencias y vestir esa única túnica: la vestidura humana; observarse a sí mismo, a su alrededor y ser humano. Tan solo un ser humano.
Una máquina muy bien armada, basada en el alegato de justicia nacional y supremacía sobre toda virtud civil, atropelló en su derrotero al valor apoteósico de los derechos humanos y la vida de pueblos enteros.
El nazismo, Sr. Presidente, floreció allí, en Europa. El historiador Michel Foucault dijo que la ideología se gestó en la era moderna. Yo agrego: Ella creció en occidente, no en oriente. Así es, Foucault tenía razón, pero se equivocó al no destacar en sus notas la culpa moral de todos aquellos que oyeron, vieron y callaron; del liderazgo y también del pueblo.
La triste verdad, manifestó la filósofa Hannah Arendt, es que la mayoría de las abominaciones se llevan a cabo por hombres que nunca decidieron concientemente ser buenos o malos. La banalidad de la maldad. La misma iniquidad grabada en el recuerdo de todos a través de "La cabeza del hombre" que aparece detrás de un biombo en el Museo de Berlín, dentro de un recipiente de vidrio; una cabeza judía enviada por un oficial nazi a su esposa como obsequio por el aniversario de casamiento.
Yo me dirijo a las personas naturalmente buenas: Demasiada fuerza es nociva. Agresividad, nacionalismo mesiánico, fascismo y racismo son los caminos para atraer masivamente a personas, para apoyar una política que en realidad está destinada a aplastar y lacerar a todos.
El día de la liberación del campo de exterminio en Auschwitz es el gran triunfo de Ovadia. Les contaré la historia de Ovadia, personaje de la película "Que tu recuerdo sea con amor". Ovadia Baruj y su esposa Aliza Tzarfati. Originalmente habitantes de Salónica. El 11 de Julio de 1942 en el "Sábado negro", 6.500 hombres judíos fueron obligados a llegar hasta la Plaza de la Libertad de la ciudad. Allí les golpearon y los trasladaron a aldeas vecinas para realizar trabajos forzados durante varios meses.
El 15 de Marzo de 1943 se llevó a cabo la primera expulsión de los judíos de Salónica hacia Auschwitz. Los judíos de Salónica, Sr. Presidente, debieron comprar sus pasajes de tren a Auschwitz con su propio dinero. Ovadia estaba entre ellos.
Acorde a sus palabras, el Dr. Méngele realizó la selección; Ovadia fue el único de su familia que consiguió pasarla y fue enviado como preso a Auschwitz 1. "Cuando llegué al portón, me llamaban Ovadia Baruj, después de cruzarlo me transformé en 109432".
En el campo de concentración conoció a Aliza. Se enamoraron. Aliza en ese entonces fue elegida por el Dr. Méngele para sus experimentos. Tuvo la suerte de que hubiera allí un ginecólogo judío conocido como Dr. Samuel que formaba parte del equipo de Méngele. "Eres el diablo", le reclamó Aliza. "Alizita, trata de permanecer con vida. Algún día entenderás".
En 1945 Ovadia fue enviado en la Marcha de la Muerte a Mauthausen. El 5 de Mayo de 1945 Mauthausen fue liberado. Ovadia buscó y no lo pudo creer cuando se encontró nuevamente con Aliza Tzarfati en Grecia. Contra todas las posibilidades. Le ofreció contraer matrimonio; ella se negó debido a los experimentos de Méngele. "No tendremos hijos", dijo. Él insistió. Se casaron en 1946.
Un día Aliza le avisó a Ovadia que su panza había crecido. Estaba embarazada. Posteriormente se enteró que el Dr. Samuel, a quien calificó de "diablo" fraguó intencionalmente los experimentos de Méngele y ella salió ilesa. Nacieron sus hijos. Unas semanas después de salvar a Aliza, el Dr. Samuel fue torturado por los nazis y finalmente ejecutado.
Hasta hoy, Ovadia no consigue entender, porqué justamente él, hijo de un simple obrero, logró sobrevivir. En su libro "Si esto es un hombre" Primo Levy escribe sobre su regreso al hogar como si le contestara a Ovadia Baruj:
"¿Volvemos más ricos o más pobres, más fuertes o más vacíos? Nunca lo sabremos. Pero sí sabíamos que en el umbral de nuestras casas, para bien o para mal, nos esperaba un exámen, y lo aceptamos amedrentados. Sentimos que junto con la sangre debilitada, también corre por nuestras venas el veneno de Auschwitz. ¿De dónde absorberemos la fuerza para volver a vivir, derrumbar los obstáculos, los cercos que florecen por sobre ellos en el curso de todas las ausencias, alrededor de cada casa solitaria, en cada hueco vacío?
Sentimos que somos ancianos apartados, deprimidos por los crueles recuerdos, vacíos e indefensos. Los meses, difíciles de insomnio, nos parecen ahora un descanso, una pausa de apertura ilimitada, un regalo compungido del destino, que no volverán".
Sr. Presidente
No existe nada más imbécil e inmoral que negar la Shoá. ¿Para qué? ¿En pro de qué objetivo específico lo hacen quienes lo hacen? Estamos en la era de concretar derechos de auto definición, de libertad, y no de destrucción de países o pueblos. Debemos enfrentar estoicamente a los que refutan al prójimo, oprimen y niegan la Shoá.
Enfrentar al racismo en el mundo, aquí y allá, allí y acá. Yo, Ahmad Tibi, árabe firme en cada ápice de mis miembros, estoy feliz y orgulloso de pertenecer a un sector de prominentes intelectuales árabes como Mahmoud Darwish, Samih al-Qasim, Elias Kury, Edward Said, Elias Sanbar y otros, que se rebelaron contra los que niegan la Shoá en Oriente Medio y en diferentes lugares del mundo.
Este es el lugar para enviar felicitaciones y ánimo a mi colega Mohammed Barakeh que se encuentra en estos momentos en Auschwitz como huésped de la ONU junto con el embajador palestino en Polonia cumpliendo una solicitud del presidente Mahmud Abbás.
Este es el lugar para repetir y decir que la Shoá no puede ser un instrumento de debate político. No se debe comerciar con ella, ni ser motivo de desprecio alguno. El Holocausto, Sr. Presidente, es la felonía más cruel contra la humanidad moderna, y el nacismo la pensada y fría herramienta que condujo a ese crimen. El racismo fue el cable conductor que unió los extremos de esta terrible ideología.
Ahora y aquí debemos alzar nuestras voces contra el fenómeno de la discriminación, del racismo y de la política del odio. El racismo y el odio por todo lo que es diferente, árabe, levantó cabeza dentro de la sociedad israelí. El racismo se convirtió hace tiempo en una corriente central. Continúan golpeando a la víctima y quitándole sus derechos. Quien fuera víctíma de aquella muerte trágica, resultado del uso indiscriminado de la fuerza, la fuerza bruta, destructiva, debe estar atento al clamor de la madre desesperada cuya casa fue destruída y enterró a sus hijos; al dolor y el llanto del médico que perdió sus hijas; a las víctimas del otro, aún cuando sea su víctima, inclusive si es su víctima, la víctima de la víctima.
Sr. Presidente
Los buenos deben dejar oír su voz y no su silencio estremecedor, porque en esa oportunidad recordaremos no sólo las atrocidades de los malos, sino principalmente, el silencio de los buenos.
Últimamente es difícil encontrar a los buenos cuyas fuerzas mermaron para decir las palabras valientes y ponerse del lado del otro, del más débil y desmedrado. El deprimido y desposeído.
Sr. Presidente, Aldous Huxley, el conocido escritor inglés, dijo una frase extraordinaria: "El hecho de que los hombres no aprenden lo que la historia trata de enseñarles, es en realidad la lección más importante que puede aprenderse de la historia".
Victor Frenkel, también filósofo, dijo: "Desde Auschwitz, nosotros aprendimos lo que es capaz el hombre. Desde Hiroshima sabemos que es lo que está en juego". Este el momento y el lugar para decir basta a las armas de destrucción masiva, desarmar la región de estos armamentos terribles, y fortalecer al presidente Barack Obama en su llamado al control y supervisión como primer paso para eliminarlos en toda la región y en el mundo entero.
Sr. Presidente, repito: el hecho de que los hombres no aprenden lo que la historia intenta enseñarles es la lección más importante que puede aprenderse de la historia.
Mis colegas, miembros del Parlamento, señores huéspedes
Pongamos atención a la historia para construir un futuro diferente. De ser así, seguramente, semejante atrocidad no se volverá a repetir.
Hoy quise invitar a Ovadia a esta Asamblea, pero me han dicho que tuvo un accidente y no se siente bien. Ojalá que el intervalo de la apertura ilimitada y el compungido regalo del destino que le fue otorgado a Ovadia y Aliza, según Primo Levy, sean patrimonio de todo ser humano. Ayer, hoy y mañana.
Muchas Gracias, Sr. Presidente.
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il