El 29 de agosto de 1897, Theodor Herzl convocó el Primer Congreso Sionista Mundial en Basilea, Suiza. Este evento histórico de tres días se convirtió en un hito importante en el camino hacia el renacimiento del Estado de Israel moderno.
La inmigración moderna de judíos europeos hacia Palestina Otomana se inició a mitad del siglo XIX, influenciados principalmente por Leon Pinsker (y su obra, Autoemancipación), y empujados por el antisemitismo, que resultaba en una ausencia de ciudadanía plena y pogromos. Cientos de miles de judíos a migraban, la mayoría a EEUU, pero oros eligieron Europa Occidental, América Latina y Australia como destino. Una minoría se decidió por la construcción de un hogar nacional judío en la Tierra de Israel. Era la Primera Aliá, lamentablemente motivada por razones no ideológicas, sino por una necesidad imperiosa de superviviencia.
208 participantes de 17 países, delegados de 69 sociedades judías se reunieron a fines de agosto de 1897 en un salón en Basilea bajo el liderazgo de Herzl, quien era un ilustrado de clase media austríaco que vio en las persecuciones a los judíos y el caso Dreyfus, que estaba equivocado y que era necesaria una nación donde los judíos pudieran vivir en paz.
Al final del Primer Congreso Sionista Mundial, los delegados adoptaron el Programa de Basilea, cuyo objetivo era una “patria públicamente reconocida y legalmente asegurada para el pueblo judío”.
Varios días después de la conclusión de ese primer Congreso, Theodor Herzl escribió estas palabras en su diario: «En Basilea he fundado el estado judío. Si dijera esto en voz alta hoy, sería recibido por la risa universal. En cinco años tal vez, y ciertamente en cincuenta años, todos lo percibirán». Él no estaba muy lejos en sus pensamientos.
Lamentablemente, Herzl no vivió para ver su sueño hecho realidad. Durante su corta vida, presionó incansablemente en toda Europa para promover su visión. El día antes de su muerte en 1904, le pidió a un amigo que «saludara a Palestina de mi parte. Di la sangre de mi corazón por mi pueblo».
Cincuenta y un años después, el 14 de mayo de 1948, renació el moderno Estado de Israel.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, dijo sobre el sionismo: «Desde el momento de su creación, el sionismo fue un movimiento que defendió la responsabilidad compartida de nuestro destino. Y hoy, cuando la misión descansa sobre nuestros hombros, debemos llevarla juntos. Sólo juntos. Juntos seguiremos el camino del visionario de nuestro Estado y de la generación fundadora del sionismo; juntos creeremos en el sionismo y nos sentiremos orgullosos de él; juntos optaremos por la responsabilidad cada día y mantendremos a salvo a nuestro país y a nuestro pueblo; juntos seguiremos debatiendo y discutiendo y lidiando con cuestiones sobre la normalidad y la individualidad, antiguas y nuevas, mientras fomentamos un diálogo respetuoso, enriquecedor y responsable entre todas las partes del pueblo judío».
