Autor
Joseph Hodara
Recientes actitudes adoptadas por la ortodoxia antisionista- incluyendo a sus representantes en la Knéset- conducen a meditar sobre los principios que la orientan y sus perceptibles y probables resultados en la cultura ciudadana de Israel. No se trata de actitudes aisladas; conforman más bien un síndrome que si no es debidamente comprendido debilitará gravemente la estabilidad y los avances del país.
Someto a la pública consideración los diez mandamientos que, a mi juicio, orientan y presiden a sus devotos adherentes.
- En ningún caso aceptarás al Estado de Israel. Para recordar: desde 1948 a la fecha las fracciones ortodoxas mantienen inalterada una postura adversa al reconocimiento explícito de la nacionalidad israelí. Incluso en los periodos jefaturados por Menajem Beguin – que ofrecieron legítimo acceso y voz a sus representantes- tal actitud no conoció cambios, y así persiste y tiende a persistir hasta hoy. La autorización dada hace algún tiempo a un rabino para ejercer como ministro de salud fue y es un acto aislado, sin sustantivas consecuencias. Mínima rectificación que para la ortodoxia no implicó costo alguno, y, en contraste, le rindió múltiples beneficios.
- Es pecado imperdonable servir a las fuerzas militares del país. Desde el inicio estatal a la fecha el aporte de la ortodoxia a las actividades militares y defensivas del país es nulo si no agresivamente adverso. Y cuando algunos pocos jóvenes ortodoxos se inclinan por propia voluntad a incorporarse a las filas del ejército se encienden multitudinarias protestas que a menudo concluyen con una golpiza al “pecador “por haber olvidado que los israelíes que defienden militarmente al país son en verdad “goim shel shabat” (1) . Obviamente, de no cambiar esta actitud, esta errática juventud ingresará a la señalada e inferior categoría.
- Jamás aceptarás expresiones de la cultura secular y moderna. Recuerda: los libros que se venden en centros comerciales, las películas que se ofrecen en salas oscuras y en pantallas televisivas, y – en particular- los mensajes que se transmiten en las universidades constituyen fuentes de pecado y corrupción. Aprovecha sin embargo los progresos de las ciencias médicas que los otros ofrecen a fin de prolongar tu fiel estancia en esta tierra.
- Ningún joven nuestro debe ingresar a marcos laborales ostensiblemente alejados de los imperativos de la fe; cuando tal tránsito es inevitable, él deberá preservar las obligadas distancias. Sin embargo, por el carácter dependiente y domesticable de las mujeres, ellas sí pueden y deben insertarse en estas ocupaciones con el objeto de aportar al sustento familiar, sin que estas labores le impidan traer con debida regularidad las criaturas que multiplicarán a los fieles de Jehová.
- Ninguna mujer desde su nacimiento a la muerte manifestará alguna iniciativa en la intimidad ni en público. Por su innata fragilidad ella debe asumir sin protestas y sin pasión sus obligaciones maritales en los periodos debidamente establecidos. Sin embargo, en los tiempos en que el Otro y el oficial gobierno acuerdan la realización de elecciones parlamentarias, nuestras mujeres están obligadas a participar activamente a fin de asegurar nuestra santa y puntual presencia en las decisiones que nos conciernen.
- Jamás aceptarás a judíos que se declaran “reformistas” o “conservadores”. Son resueltamente peores que los ateos pues si éstos desatienden explícita y francamente nuestros santos principios, aquellos engañan deliberadamente a la comunidad e inducen al pecado. El alejamiento de ellos no admite excepción; y más aún en el caso de sus mujeres que se atreven a profanar la obligada y la casta modestia.
- Jamás te apartarás de las prescripciones talmúdicas. Recuerda que todas las tortuosas innovaciones que les siguieron – desde Maimónides a Ranak, desde Mendelsohn a Lutzato – son erradas y pecaminosas. Obviamente, no leerás a un Gershom Sholem ni a un Yeshayahu Leibovitz– incluyendo a Shai Agnon que en su temprana juventud cortejó el pecado.
- Cerrarás tu atención a los pecaminosos medios de información y comunicación que hoy se sirven de vías electrónicas. Cuando por alguna aceptable razón debes recurrir a ellos, pedirás la debida autorización por parte de un rabino que bien conoce sus peligros.
- Jamás aceptarás criterios y/o procedimientos que fluyen de regímenes que se dicen democráticos. Éstos glorifican en los hechos la ignorancia y la estupidez, y los así llamados “ciudadanos “apenas aciertan a distinguir entre la mentira y la verdad. Debes acatar exclusivamente la autoridad y las prescripciones rabínicas.
- Apoya a las agrupaciones judías que ambicionan ampliar las fronteras de nuestra tierra santa, pero con lucidez y prudencia: recuerda que si los judíos no creyentes son derrotados deberás convivir en paz con la victoria palestina. Al final de los tiempos Dios nos recordará y premiará, y el Otro y los otros desaparecerán de Su creación alabado sea.
Te aseguramos: si estos mandamientos forman parte de tu vida y oraciones, los Cielos habrán de abrirse cuando llegará tu hora.