“Mi judaísmo es natural, no necesito alabarlo o denigrarlo” - Homenaje póstumo a MANUELA FINGUERET
- Lee más sobre “Mi judaísmo es natural, no necesito alabarlo o denigrarlo” - Homenaje póstumo a MANUELA FINGUERET
- Inicie sesión o registrese para enviar comentarios
Queremos compartir este reportaje a Manuela Fingueret (Z'L) que no llegamos a publicar antes de enterarnos hoy de su fallecimiento. Va el merecido homenaje de Plural JAI. Bendita sea su memoria.
Deben ser pocos los porteños, judíos, y/o “clases media” que no se vean reflejados en algunos de las tramas y personajes de la extensa obra de Manuela Fingueret. Poetisa, narradora, ensayista, y periodista, entre sus más de veinte libros ha publicado “Blues de la calle Leiva”, “Soberbias argentinas”, “Ajo para el diablo” e “Hija del silencio”, -esta última traducida al inglés y ampliamente elogiada por la crítica de Estados Unidos-, o “César Tiempo: Un argentino y judío comprometido”. Asimismo, suele colaborar con la revista Caras y Caretas y el diario Página/12, y es conductora de un ciclo cultural radial en Radio Nacional Folklórica.
Fingueret recibió a Plural JAI en su departamento de Barrio Norte, donde comenzó haciendo referencia a la influencia que tuvo en su literatura las vivencias de su infancia. “Desde niña acompañaba a mi madre en la tienda de polirubros que ella tenía en Leiva y Otero, es decir en un barrio judío, muy popular y de conventillos. Ella había llegado de Lituania y hablaba muy mal el castellano, pero había logrado ser una mina de barrio y se relacionaba con muchas vecinas, al punto que la tienda era como el bar de las mujeres, porque ellas venían a chusmear, y yo estaba muy atenta a todo lo que ahí transcurría, que para mí era fascinante, porque escuchaba todo tipo de historias y observaba diferentes modos de narrar, por parte de judíos, gallegos, italianos, o gente venida del interior. Era, además, un momento muy particular, plena época del peronismo, donde la gente vivía más o menos bien, y muchas de las clientas pertenecían a la flamante clase media baja del peronismo. “Blues de la calle Leiva” fue el libro en el que reflejé, en clave de ficción, muchas de esas historias”.
Estamos enfrentando horas críticas. Mañana, seguramente, ya estará el proyecto de aprobación del Acuerdo con Irán en la mesa de los diputados para votarse en el plenario.

Un signo mas del espíritu pluralista vigente en el oficialismo ha plasmasdo su impronta anteanoche en el Senado. Se lo debemos a Miguel Pichetto. La escalofriante distinción por él establecida entre las víctimas del atentado a la AMIA nos ofrece un indicio más que elocuente para entender la sed que impulsa nuestro gobierno a buscar el diálogo con la depurada sensibilidad antisemita del gobierno iraní. Hubo en la voladura de la AMIA, sostuvo el jefe de la bancada oficialista, muertos “argentinos de religión judía y argentinos argentinos”.
“Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas, ¿no te das cuenta que cambió la mano?” La brutal amenaza que recibió Alberto Nisman, el fiscal de la causa por el atentado a la AMIA, provocó escalofríos en los empleados del Juzgado Nº 9 que encabeza Luis Rodríguez, donde se radicó la denuncia. No sólo por el texto, sino por algunas fotografías adjuntas al estilo de los carteles narcos mexicanos que no vale la pena describir para no ser funcionales a los cobardes que sólo persiguen intimidar a los que buscan verdad, justicia y condena. Uno de los empleados más entrenados en causas complejas subrayó algunas cosas llamativas del correo electrónico que Nisman recibió en la dirección de Yahoo! que medio mundo conoce: