Fue el viernes a la noche, en la comunidad Bet El. La ceremonia estuvo a cargo del rabino Daniel Goldman.
La comunidad Bet El homenajeó el viernes por la noche a los veteranos de guerra de judíos que pelearon en las islas Malvinas, frente a cerca de setecientas personas que colmaron la sinagoga. Se trata de la primera ceremonia de este tipo que realiza una institución israelita en la Argentina en treinta años y que viene a llenar un vacío reclamado por los propios soldados.
“En la memoria, está la clave y la dificultad de saber qué se espera de los otros y nosotros. A veces, la mayoría de las veces, se espera de nosotros que reaccionemos como no reaccionamos”, afirmó el rabino Daniel Goldman durante la prédica que pronunció durante el servicio religioso.
En tanto, el religioso concluyó su alocución instando a no olvidar lo que había ocurrido durante el conflicto bélico. “Desde el espacio ideológico en el que me siento cómodamente incómodo, me planteo que conmemorar el 2 de abril es recordar los dramas de la guerra y de sus soldados y, en la misma sintonía repudiar la dictadura militar – sostuvo -. Pero a treinta años, no tan lejos del pasado, en esta noche de Shabat tiempo sacro en el que nuestra identidad religiosa se cruza con la memoria de nuestra particularidad, como comunidad queremos honrar a los soldados judíos que estuvieron en Malvinas”.
Luego, Goldman llamó al púlpito a los trece soldados judíos que concurrieron a la ceremonia y que figuran en el libro Los rabinos de Malvinas, del periodista Hernán Dobry, único registro que existe, hasta ahora, de veteranos de guerra ese origen.
Mientras cada uno se levantaba y caminaba hasta el estrado, reinaba un total silencio en la sinagoga que, lentamente, se fue trasformando en un sollozo emotivo de los presentes al verlos por primera vez a todos juntos.
En tanto, dos adolescentes, que estaban haciendo su ceremonia de Bar Mitzvá, y algunos líderes juveniles de Bet El, les entregaron a los ex combatientes una medalla en reconocimiento por la labor cumplida durante el conflicto del Atlántico Sur, junto con una carta que leyó la rabina Silvina Chemen.
“Siendo conscientes de que los relatos y las vicisitudes de otros tiempos hicieron que vuestras voces fueran silenciadas y, asimismo, reconociendo que durante todos estos años la colectividad en general no supo estimar y apreciar el lugar que representás en la historia judeo-argentina, confinándote seguramente a numerosos momentos de soledad e incomprensión, es que nos vemos obligados por el deber moral y ético que emana de nuestra tradición a revisar las omisiones cometidas por la memoria selectiva”, afirmó.
La emoción podía percibirse en el rostro de cada uno de los ex soldados y ninguno de ellos podía realmente comprender lo que estaba ocurriendo, ya que desconocían los detalles de lo que se llevaría a cabo en la ceremonia a la que habían sido invitados en forma personal por el rabino Goldman.
“Este simple gesto no tiene como objeto cambiar las negligencias realizadas, sino valorar y destacar con orgullo tu destino, para perpetuar en las próximas generaciones el recuerdo de una época adversa y dolorosa, que permitió que por tu protagonismo hoy vivamos en libertad y democracia”, concluyó Chemen.
Uno a uno iba descendiendo del púlpito, cuando un aplauso generalizado y espontáneo rompió el silencio emotivo que había acompañado toda la ceremonia y se convirtió en ese abrazo fraterno que los ex soldados reclamaban que les había faltado durante estos treinta años.