Eliahu quería saber si los ángeles existen.
Para eso se tuvo que ir.
Dijo Adios con voz pausada, tranquila, casi inaudible, hace un mes.
Y nos dejó.
Una vez, viajamos juntos en un avión a Detroit. Sentado junto a mí, lo vi escribir versos. Yo espiaba su letra, su lapicera negra, el cuaderno pequeño. Y sobre todo su mano.
Entre las nubes, allí, asistí a un privilegio: Ver a un poeta hacerse instrumento del Cielo.
De él aprendí a leer los signos en el margen superior de las hojas: uno de admiración , triangular, arquitectónico, para las poesías que necesitaban recortarse, limpiarse de impurezas. Como él decía: -“Hay que deshacerse de los andamios”
Dos signos significaban que le había gustado…pero…
Tres signos me decían: “No la toques. Está lista”
Muchas veces alzaba sus ojos de sus anteojos y preguntaba: -“¿Para qué esta palabra? Menos es más.”
No era condescendiente. Y me obligaba a trabajar.
Eliahu se sentaba en Coronel Díaz y Santa Fe, su oficina pública .Y yo llegaba apurada , ansiosa de charlar primero con Clara, su Clara, tan Clara, para después quedarnos con los papeles desordenados que le traía, y con los cuales fue siempre tan generoso.
Un ritual que me faltará, que ya me falta, se desplegaba los viernes al mediodía.
Lo encontraba siempre corrigiendo.
Neruda escribía en verde. Eliahu en rojo y negro.
Pasaban por la mesa Bashevis Singer, César Tiempo, con quienes había compartido cotidianeidades en Buenos Aires, Natan Ionatan, A. B.Ieoshua, Carlos Grumberg y sus amados poetas del “Resplandor de la Palabra Judía” . Libros a traducir ,libros a editar, su autobiografía inconclusa , laicicidades judías, lugares del mundo .
Eliahu descubriendo a un Moisés Judío en Praga ,esa escultura detrás de la sinagoga Vieja-nueva.
Eliahu preguntando qué decía Lacan de la circuncisión.
Eliahu intentando traducir la palabra “idishkait”.
Eliahu haciendo poeta a su nieto, en los inventos lenguajeros de un niño de tres años .
En un mundo donde los narcisismos están a la orden del día, Eliahu era modesto.
En un mundo donde la locura de las pequeñas diferencias es enemiga de la creatividad, Eliahu era cuerdo.
En un mundo donde lo judío se llama sólo religión Eliahu era profundamente secular .
En este mundo Eliahu era argentino, judío, sionista, sin que ninguno de esos adjetivos tan sustantivos lo invadieran para catalogarlo.
Eliahu era, eso sí, poeta.
Y por eso creía en los ángeles.
Pero, como él escribió: “…nosotros , los dueños de las dudas…sentados en una mesa en llamas…”, tuvo que ir a verificarlo.
Imagino a Eliahu observando esos seres bellos y serenos, sin darse cuenta que es uno de ellos.