APELLIDOS JUDÍOS
A raíz de mis numerosas notas publicadas en PLURAL JAI se me hacen preguntas que a veces me resulta difícil contestar.
Hoy trataré de responder al lector que se interesa por los apellidos judíos y que quiere saber si es cierto que hay algunos ridículos y hasta ofensivos.
Sí, así es. Los antiguos judíos no usaban apellido y era costumbre agregar al nombre propio el del padre y hasta el del abuelo. Los apellidos judíos datan en su mayoría de la época de su emancipación o sea los cien años transcurridos desde mediados del siglo XVII hasta el XVIII.
El decreto del emperador de Austria José II en 1787 obligó por primera vez a los judíos a usar apellido y Napoleón Bonaparte hizo obligatorio su uso en todos los países ocupados por los franceses. En Rusia ello sucedió poco antes del siglo XX.
Una enciclopedia judía destaca que los funcionarios encargados del Registro Civil otorgaban los apellidos a su gusto y, si no se los sobornaba o tenían antipatías u odios personales anotaban a algunos con palabras ofensivas o hirientes. Por eso encontramos al lado de Diamant (diamante), Edelstein (piedra preciosa), Goldman (hombre de oro), Silberman (hombre de plata), Richter (juez), Goldberg (monte de oro), Schönfeld (campo hermoso), etc., a los Schvindler (estafador), Schleper (vagabundo), y hay algo curioso con lo siguiente: Schmugler significa contrabandista, pero como Schmukler significa mercero, pasamanero, muchos lograron transformar a la ge en una ka.
Mi hermano mayor tenía un amigo apellidado Hundschleiguer (castigador o apaleador de perros) y yo conocí a un señor Schpilfeiguel (pájaro juguetón).
Napoleón había prohibido que los apellidos fueran nombres del Antiguo Testamento, pero muchos judíos europeos eligieron para sí palabras hebreas: Sojer (mercader, comerciante), Javer (compañero, amigo), Schor (toro), Mizraj (oriente), Darom (sur), Gamal (camello), Tel (colina), Rofé (médico), Palusch (zaguán), Kablan (proveedor, abastecedor) etc.
Están los apellidos terminados en el gentilicio polaco SKY, generalmente de ciudades y accidentes geográficos del Imperio Zarista, y que también usaron no judíos. Copio algunos que conocí personalmente, pero hay muchos, muchísimos más: Cherkasky, Jaroslavsky, Jotinsky, Kobrinsky, Korsunsky, Lebedinsky, Minsky, Moguilevsky, Ostrovsky, Saslavsky, Slutzky, Smolensky, Tiraspolsky.
Con la terminación ucraniana ENCO hay muchas combinaciones con nombres judíos: Davidenco, Federenco, Samoilenco y el apellido de mi madre anotado aquí en la Argentina como Moseinco, pero que en Ucrania era Moiseienko. Los apellidos rusos terminados en VICH significan –como el EZ español—“hijo de”. La terminación georgiana SHVILI – como en el apellido real de Stalin, Dzugashvili – tiene también origen judío. Los AN son rumanos, los IAN son armenios y así sucesivamente. En Hungría y en Italia –entre otros países—el gobierno facilitó el cambio al idioma del Estado. Y las emigraciones produjeron muchos cambios y adaptaciones. Conocí a un señor Constante cuyo padre firmaba Constantinovsky y a otro señor Overland cuyo abuelo era Abrayón.
Si nos referimos a los judíos españoles, conocí personalmente a los Córdoba, Varón, Toledo, Medina, Ventura, Rosas, Bencid, (don Marcos Bencid me decía que su apellido significaba “hijo del Señor”). Y lo mismo sucede con los venidos de los países que formaban el Imperio Otomano.
Un señor de familia holandesa no judía me dijo que los apellidos holandeses son de los últimos que se adoptaron en Europa (época napoleónica). El Corso los obligó a tomar apellidos y, por eso de la resistencia pasiva, buena parte de esa gente se confabuló para ponerse en su mayoría apellidos ridículos o al menos risueños. Sus antepasados, me decía, pensaron que, cuando se retiraran las tropas napoleónicas, volverían a usar sus nombres. Pero Napoleón se fue y los apellidos quedaron.
Creo haber aclarado bastante el punto.
Pablo Schvartzman
Concepción del Uruguay, 24 de mayo de 2010.
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