ORATORIA

Posteado el Sáb, 13/03/2010 - 08:26

LA ORATORIA

Estoy hojeando el diccionario ídisch-español y encuentro la definición de “rede kunst” (arte de hablar, arte de la palabra) que define a la oratoria, a la retórica. Y es exactamente lo mismo en alemán.
Esto sucedió en mi pequeño pueblo natal hace más de medio siglo.
Un humilde muchacho, algo menor que yo, acertó el premio mayor de la lotería. Luego de la conmoción decidió ir a pasear a Europa.
Y allí se fue. No sé cuánto estuvo en el viejo mundo, pero a su regreso la gente lo quiso homenajear y le ofrecieron una demostración en el principal salón de la localidad.
Tuvo que subir al escenario para agradecer y responder al entusiasta “¡que hable!, ¡que hable! “ Fue un desastre: palabras deshilvanadas, incoherentes, interminables.
Hasta que su pobre madre, viuda que se sacrificó para criar a sus varios hijos, se puso de pie –estaba en la primera fila– y le rogó:
–Basta, mijo, basta. Terminá y bajate de ahí.

En mi larga vida escuché a muchos oradores y conferenciantes, buenos, regulares y de los otros. Tuve la suerte de oír personalmente a la insigne recitadora Berta Singerman, a políticos (Arturo Frondizi, Silvano Santander, Oscar Alende), a escritores (César Tiempo, Córdova Iturburu) a investigadores ( Boleslao Lewin) y –como dominaba bastante el ídisch –a oradores como Abraham Mibashan, Moisés Senderey , Pinjas Karp. De este último guardo una anécdota: me habían llegado mucho sus palabras y me fui a felicitarlo. Me agradeció y me preguntó en ídisch: –Pero, ¿entendiste por lo menos un treinta o cuarenta por ciento?
Le contesté rápidamente: –¿Por qué no el ochenta o el noventa por ciento?
Sonrió muy satisfecho.
Pero en mis muchos años nadie me impresionó como el psicólogo y pensador español Emilio Mira y López , a quien escuché en Montevideo en el año 1944 (ayer nomás).
Era un acto de homenaje a los republicanos españoles derrotados por el franquismo. La sala estaba repleta. Apareció Mira y López y fue recibido por una impresionante ovación. Pidió silencio y dijo las palabras que recuerdo bastante bien:
–Como estudioso del pensamiento humano, llegué a la conclusión de que el aplauso estrepitoso es una manifestación primitiva, molesta, quizás algo salvaje, y así me reciben ustedes. Pero inmediatamente reflexiono y me doy cuenta de que estos estruendosos aplausos no son para mi persona, sino para la noble causa que represento esta noche: la causa de la República Española.
Casi no lo dejaron terminar la frase. La ovación fue mucho mayor y más larga. Y después, sí, Mira y López pudo pronunciar su discurso.
A tantos años de haber estado ahí, todavía me impresiona ese acto.
La oratoria es un don quizás de los mayores, porque, por más que se hubiese estudiado un discurso, ponerse de pie ante un numeroso público, comenzar a hablar sin notas y llevar a distintos niveles de emoción y exaltación al auditorio, revela una virtud, un vigor, un ánimo que no son para cualquiera.

Pablo Schvartzman

Concepción del Uruguay, 12 de marzo de 2010.