¡GRACIAS, VIEJO!
La primera colaboración mía que vi impresa era un modesto suelto en el boletín literario porteño “La Voz del Libro” en octubre de 1942. Yo tenía quince años y mi entusiasmo fue tal que cuando mi hermano Isidoro rechazó el ofrecimiento de corresponsalía del semanario “El Tiempo” de Concordia, me ofrecí a aceptarlo. Y desde 1942 a 1952 actué como tal en mi pequeño pueblo natal; y varios años más tarde seguí colaborando con el periódico.
Alejado de la presidencia de la república el Dr. Roberto M. Ortiz, por razones de salud, asumió la presidencia el profascista vice Ramón S. Castillo, que fue derrocado por un grupo militar el 4 de junio de 1943 encabezado por su ministro de guerra, más profascista que Castillo, el general entrerriano Pedro Pablo Ramírez.
Los totalitarismos de derecha y el antisemitismo se expandieron notablemente a raíz del golpe y en nuestra provincia se dieron cosas escandalosas, a las que ya me referí en otras partes.
Ese mismo año hice imprimir en “El Tiempo” un panfleto titulado “Actividades antiargentinas—argentinos alerta” que firmé con una inexistente “J.A.A.” (Juventud Argentina Antinazi).
El médico local, furibundo agitador antisemita, habló en un congreso nacionalista en términos tan ofensivos que escribí un violento rechazo en las páginas de “El Tiempo”.
Poco después, el semanario fue allanado y se encontraron mis colaboraciones: fui detenido, llevado incomunicado a Concordia y se me secuestró mi incipiente biblioteca y mi correspondencia.
Mi padre hizo todo lo posible a favor mío y finalmente fui dejado en libertad, pero a mis libros y cartas nunca los recuperé.
Para la campaña política de 1945 – que dio el triunfo a Perón—adherí fervorosamente a la unión opositora (radicales, socialistas, comunistas y otros grupos) y sufrí, junto a mis familiares, ofensas, amenazas y atentados.
1945 a 1949 fue para mí una época excepcional: primer amor, servicio militar, primera motocicleta, actividad periodística y literaria, discusiones y controversias apasionantes.
En 1952 me mudé a Concordia y dos años después fundé “HAOR” (Una voz judía en el litoral argentino) . Los servicios de inteligencia me molestaban por tonterías, por ejemplo para preguntarme por la fecha hebrea de la primera página, que suponían se trataba de alguna clave subversiva. “HAOR” desapareció en Concepción del Uruguay en 1956 ante la apatía y la indiferencia de la colectividad.
Me había casado en 1955 y mi compañera me apoya y me ayuda desde entonces (casi 55 años) con una constancia y una entereza realmente notables.
Cuando la revolución de septiembre de 1955 el director de “El Tiempo”,don Andrés Quintana Z. , encontró en una dependencia gubernamental muchas de las fichas OSAR (Opositor Sistemático Al Régimen) entre ellas, juntas, la suya y la mía. Debo aclarar que ya en el servicio militar tuve problemas, discriminación, persecución, ya que estaba fichado desde los sucesos de 1943.
Pero tuve suerte o como quiera llamársele (estrella, hado, sino) y a los ochenta y tres años todavía estoy leyendo y escribiendo algunas memorias que me llenan no sólo de nostalgia sino de satisfacción. No he logrado mucho, pero miro para atrás y lo veo a mi padre contento de tenerme de nuevo en casa, después de las peripecias que, especialmente a mi madre, causaban gran dolor y preocupación.
Pero mi padre, que si no era un sabio, había aprendido de su sacrificada vida y solía repetir:
--Mis hijos como es lógico me han dado preocupaciones y desvelo, penas e inquietud, pero nunca me han avergonzado.
¡Gracias, Viejo!
Pablo Schvartzman -30.12.2009
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