Por supuesto que no aceptarán mi reto, porque no les interesa la verdad, sino que ocultan su antisemitismo y judeofobia en disfraces más o menos prolijos de antiisraelismo, ya sea de izquierda o de derecha.
Porque en su odio a los judíos, desaparecen las diferencias ideológicas, inclusive aparecen algunos "de origen" judío o con apellidos de inocultable raíz judía que para congraciarse con los demás, son más antiisraelíes que los no judíos.
El desafío consiste en encontrar países árabes o de mayoría musulmana que, como lo muestra Israel, ofrecen posibilidades reales de progreso y de desarrollo a las minorías étnicas y religiosas de sus naciones.
No está nadie exento de dificultades, de superación de prejuicios y de torpes discriminadores que, también en Israel, hacen más difíciles las cosas para las minorías que conviven dentro del país.
Pero el reto es muy claro: miembros de la Corte Suprema, del Parlamento, del Poder Ejecutivo y de todas las Universidades, entes públicos y privados en los máximos niveles de gobierno y gestión de Israel pertenecen a algunas de las minorías que lo habitan, incluyendo ciudadanos israelies que son árabes y ciudadanos israelíes que son musulmanes, entre otras minorías (por supuesto que los hay cristianos de diversas confesiones).
Los que se rasgan las vestiduras impulsando su antisemitismo contra Israel no podrán exhibir nada de eso en los países a los que no boicotean, ni critican, ni atacan.
Un reciente incidente en el parlamento israelí muestra un claro ejemplo de lo indicado, marcando la grieta que atraviesa la política y la sociedad israelí, pero también la fortaleza de sus instituciones. Sucedió cuando uno de los vicepresidentes del cuerpo, el diputado árabe Ahmed Tibi de la Lista Conjunta, mientras presidía una sesión, le recriminó al diputado del Sionismo Religioso, Ben Gvir, que no lo haya llamado "adoní haioshev rosh", o sea "señor presidente" como se acostumbra cuando un diputado sube al estrado. Ben Gvir profirió insultos y dijo que no lo hacía porque era "un terrorista y te puedes ir a Siria". Frente a esta agresión, Tibi ordenó de inmediato que lo sacaran del parlamento y los guardias de la Kneset subieron al podio para sacar a Ben Gvir por la fuerza, cumpliendo con el reglamento según el cual quien dirige la sesión tiene derecho a decidir cuándo retirar de la cámara a un diputado. Si bien es verdad que este hecho muestra una profunda polarización, también revela la solidez de la democracia y de las instituciones israelíes. Está claro que un diputado árabe puede presidir una sesión del parlamento y que lo que él ordena, respaldado por el reglamento, se cumple.
En memoria del millón de mujaidines que lograron el derrocamiento del Sha de Irán para luego ser asesinados por los Ayatolas, en memoria de las mujeres reducidas al estatus de seres sin derechos de los países donde se aplican normas islámicas estrictas, en memoria de los homosexuales ahorcados por su elección, en memoria de los opositores perseguidos y asesinados solo por pensar distinto, en memoria de los cientos de miles de cristianos vejados y asesinados por profesar su religión, en memoria de los miles de judíos que no podían acceder a los lugares sagrados durante años cuando Jeruslém estuvo bajo dominio árabe, en memoria de los millones de judíos despojados de sus bienes, expulsados de sus viviendas y expatriados de los países árabes donde vivieron por generaciones, por todos ellos y muchos más que no caben en una sola nota, LOS DESAFIO A QUE DIGAN QUE SON ANTISEMITAS Y JUDEOFOBOS y no se escuden más en las mentiras de la discriminación dentro de Israel.
