EL ROMANCE DE LA PRIMA DE MI SUEGRA
La historia cumplirá un siglo;
testigos, no queda nadie.
Procuraré recrearla
en la forma más amable:
como un romance empezó
y la contaré en romance.
El lugar: en la Polonia
del imperio de los zares,
una aldehuela judía
allí donde el Oder nace.
Conversador, bien vestido,
distinguido y elegante,
de inmediato se fijó
en esa beldad radiante
que era prima de mi suegra.
Le cayó bien a los padres,
que oponerse no supieron;
dijo que quería casarse
lo antes posible y partir
a lo de sus familiares
que tenía en la Argentina
y que eran gente de clase.
Manifestó estar muy solo,
sin hermanos y sin padres
y prometió volver pronto
con un rabí venerable.
Y rápido sucedió:
celebraron el enlace
muy felices y partieron
a Hamburgo, para embarcarse
con destino a la Argentina
y allí planeaba quedarse.
Un cuento de hadas sin duda.
Viajaron a Buenos Aires
y pronto a bordo estalló
el drama inesperable:
segunda o tercera noche
y ya trató de entregarle
su bella y joven esposa
a un viejo en primera clase.
Pero ella no era tonta
y en cuanto logró zafarse
corrió a ver al capitán
que detuvo al traficante
y lo mantuvo en prisión
hasta que el barco atracase.
Con amargura llegó
al puerto de Buenos Aires
y de allí vino a Entre Ríos
donde tenía familiares.
Aquí se quedó y su vida
llena estuvo de avatares;
finalmente se casó
y no con un elegante,
ni joven de buen pasar,
ni siquiera bien parlante,
pues era más que maduro
y no era nada brillante,
también era sordomudo
si algo había de faltarle…
Y hubo más de una vez
quién se animó a preguntarle
cómo una hermosa muchacha,
inteligente, agradable,
enmarida porque sí
con pareja semejante.
Y ella solía contestar:
--Ya tuve marido amable,
distinguido, encantador,
vistoso y muy elegante
y, de todo, lo mejor:
un tipo muy bien parlante.
Pablo Schvartzman
1.10.2014
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