El enfrentamiento entre israelíes y palestinos, o entre árabes y judíos, está siendo desplazado a un segundo plano por otras dos grandes líneas divisorias y de conflicto tanto o más intensas. Por un lado, se trata de divisiones que, dentro de las sociedades, oponen a minorías religiosas y sectores que aspiran a vivir en estados modernos. Por otro lado, el desafío que representan en el escenario regional Irán y Turquía, “estados fallidos” y superpotencias con menor capacidad de imponer su poder. Es lo que sostiene el historiador israelí Uzi Rabi, jefe del Departamento de Historia de Oriente Medio y África de la Universidad de Tel Aviv. Explica, además, por qué “ahora, la guerra no es entre estados sino entre las formas en que la gente memoriza la historia”. Estuvo pocas semanas atrás en Buenos Aires y dio conferencias en la UADE, la Universidad Di Tella y el CARI.
¿Cuánto cambió el escenario de Oriente Medio respecto de hace veinte años, en los inicios de las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos? ¿Por qué es tan difícil reanudar las negociaciones? Está cambiado radicalmente el contexto regional pese a que muchos lo siguen viendo con los parámetros del siglo pasado. Oriente Medio es escenario de un drama real que está teniendo lugar en el tránsito entre dos tiempos históricos distintos. Lo que tenemos en estos últimos años es dos actores gigantes, que son dos estados no árabes, Irán y Turquía, pasando a un primer plano. Para entender lo que pasaba en el siglo XX en Oriente Medio debíamos centrarnos en los estados árabes y sus centros políticos: El Cairo (Egipto), Riyadh (Arabia Saudita), etc. A partir de los tiempos más recientes, hay que empezar a mirar lo que ocurre en Teherán (Irán) y Ankara (Turquía). Son dos estados que están volviéndose cada vez más dominantes; con dos líderes -Ahmadinejad y Erdogan-, que creen que sus estados deberían ser los líderes de la región. Y aquí tenemos una especie de situación de Guerra Fría, entre los estados árabes y los no árabes.
Irán y Turquía son, sin embargo, países muy diferentes. ¿En qué sentido representan, según su punto de vista, un desafío? Ambos, Turquía e Irán, tienen una historia muy antigua y cada uno de ellos está tratando de restaurar lo que consideran “las glorias de su pasado”; en eso se parecen. No son estados como Jordania, Siria, Líbano o Irak, que fueron creados en 1921, después de la Primera Guerra Mundial. Turquía y especialmente Irán son estados que tienen detrás 2.000 o 3.000 años de historia y piensan que ya es hora de ocupar nuevamente el centro de la escena. Irán es una teocracia de carácter revolucionario, que se concibe como un modelo para otros países. Eso representa un shock altamente desestabilizador para Oriente Medio y en primer lugar para los estados árabes. Lógicamente el Estado más peligroso es Irán porque también está apoyando a grupos terroristas como Hezbollah en el Líbano y Hamas en Palestina. Lo que tratan de hacer es usar a esos grupos como brazos armados. No mandan sus fuerzas, pero están usando a Hezbollah y Hamas como instrumentos para ser el jugador dominante en Oriente Medio. Turquía tiene un modus operandi diferente, pero también está tratando de llevar adelante sus intereses para convertirse en una potencia regional dominante.
¿Cuánto incide el desarrollo nuclear de Irán como fuente de inestabilidad y amenaza? Esto es algo que la mayoría de los estados de Oriente Medio temen, no sólo Israel. Porque piensan que daría a Irán una herramienta que le permitiría ser dominante en la región. Irán tiene muchos problemas internos, pero un enorme apetito de liderazgo. Y muchos estados árabes que tienen una fuerte aprehensión hacia las intenciones iraníes, ven a Israel como un Estado con el que habría que cooperar o del que habría que ser aliado para frenar a Irán.
¿Buscando equilibrar el balance de poder? Sí, para equilibrar el poder. Los estados árabes moderados, como Egipto, Jordania, Kuwait, Arabia Saudita -no Siria, no Libia- entienden que sería muy útil para ellos construir una alianza incluyendo también a Israel, Estados Unidos y Europa, con el objetivo de detener a Irán.
¿Hay más diferencias dentro del mundo árabe e islámico que entre árabes e israelíes? Mire, quienquiera que aborde Oriente Medio debería saberlo: esta es la cuna de varias civilizaciones. Tenemos una historia de miles de años. O sea que todo lo que vemos aquí no puede explicarse ni entenderse a menos que se tenga un conocimiento de su historia. Esa historia es la que está aflorando, por la crisis de los estados nacionales que se construyeron durante el siglo XX. En Irán, con el 95% de la población chiíta, cuando la mayoría de los musulmanes en todo el mundo son sunitas, lo que tenemos es una lucha entre sunitas y chiítas dentro del Islam. Si hablamos étnicamente, los iraníes son persas y los árabes son culturas diferentes. Lo que tenemos aquí, por lo tanto, es una diversidad de grupos étnicos y religiosos, y cada uno de ellos está en una especie de marcha de choque entre sí. Eso es lo que está sucediendo en este momento en Oriente Medio: una batalla dentro de los estados que hace que todo sea bastante distinto.
¿Cuánto tiene todo esto que ver con la pérdida de influencia de las grandes potencias, y en particular de los Estados Unidos en Oriente Medio? La idea que existe en Irán y Turquía es que los Estados Unidos son un tigre de papel, una superpotencia en decadencia. Por eso hay otro vínculo con Rusia y con China, y se toman rumbos independientes para llevar adelante sus intereses que pueden ser verdaderos desafíos. Por ejemplo, lo hemos visto ya con el acuerdo firmado por Irán, Turquía y Brasil, para el enriquecimiento de uranio de una manera diferente de la fijada por la ONU a Irán.
¿Qué impacto tiene la retirada de EE. UU. de Irak? Hubo una serie de graves errores estratégicos desde la propia decisión de los EE. UU. de invadir Irak. Esto ya quedó suficientemente a la vista. Se pretendió hacer base en Irak para construir una democracia, un contra-modelo al de Irán, con la idea de que desde allí florecería la democracia en Oriente Medio. Lo que pasó fue lo contrario, porque Irak se convirtió en una arena donde se podían oír todas las voces provenientes del pasado y cada voz trató de promover su propio interés: islámicos sunitas y chiítas, kurdos, Al Qaeda, la influencia iraní … son todos factores que no permiten distinguir que pueda reconstruirse fácilmente un Estado en ese territorio. Diría que si la primera tendencia era Irán y Turquía, actores no árabes, pasando al primer plano, la segunda es que ya no tenemos superpotencias que puedan imponer un orden en la región, como ocurría con la URSS y EE. UU. en la Guerra Fría. Tenemos solamente a EE. UU. y cada vez con más problemas.
¿Está preparado Israel para enfrentar este nuevo escenario? Israel ha firmado algunos acuerdos de paz con algunos estados árabes como Jordania y Egipto. Pero enfrenta el mismo problema en Palestina, donde tenemos, por un lado Cisjordania, controlado por Al Fatah, un movimiento palestino secular, y Gaza gobernada por Hamas, que es un movimiento islámico. O sea que incluso dentro de Palestina, se da ese conflicto entre seculares y religiosos. Como existe en Egipto con los llamados “hermanos musulmanes”, que atacan al Estado laico. Y esa es una de las principales preguntas que debemos hacer sobre Oriente Medio: ¿cuál será la vara que se impondrá? ¿La del Estado secular? ¿O la de los movimientos religiosos? ¿No existe el mismo conflicto entre seculares y religiosos dentro de Israel? ¿No hay también allí un factor fundamentalista peligroso? Israel también es un Estado medio oriental, tiene un sector religioso muy fuerte y extremismos, no es posible negarlo. Es una democracia y al mismo tiempo un Estado religioso, pero nunca dejará de ser una democracia y nunca los ultraortodoxos y extremistas dejarán de ser una minoría. Tenemos un montón de problemas propios, es un Estado muy pequeño (en Argentina podrían caber 100 Israeles) en tamaño de territorio, tiene 7 millones de habitantes y el 20% de la población son árabes, palestinos. O sea que hay problemas de identidad, por un lado, y condicionantes económicos y sociales por el otro. A la mayoría de los israelíes le gustaría algún tipo de acuerdo. Pero la paz es algo íntimo y no hay intimidad posible entre los judíos y los árabes en estos tiempos en Oriente Medio, con lo que las probabilidades de una paz real son escasas. Lo que se podría conseguir es un cese del fuego y algo como un acuerdo parcial entre Israel y los palestinos seculares, representados por Abu Mazen. Hay muchos estados árabes en Oriente Medio a los que les gustaría tener algún acuerdo con Israel porque, como dije antes, tienen más miedo a Irán que a Israel. Especialmente en lo que se refiere al Golfo Pérsico, hay países como Arabia Saudita, Kuwait y Barhein que tratan de construir lazos con Israel, aunque sea entre bambalinas.
Copyright Clarín, 2010.
Ver también El choque de las identidades y las memorias
Señas particulares
Nacionalidad: israelí
Actividad: historiador y politólogo de la Universidad de Tel Aviv
Dirige el Centro de Estudios de Oriente Medio de la Universidad de Tel Aviv, think tank académico de análisis y prospectiva.