La Suprema Corte de Justicia de Israel se ha pronunciado recientemente en favor de la igualdad entre las diversas corrientes religiosas del judaísmo- ortodoxia, conservadorismo y reforma-, descalificando cualquier actitud discriminatoria por parte de Estado contra cualquiera de ellas. El significativo fallo del Supremo Tribunal tuvo lugar a raiz de un recurso extraordinario interpuesto por el movimiento reformista en razón de la negativa del Ministerio de Absorción de subvencionar actividades llevadas a cabo por dicha corriente religiosa para la educación de personas interesadas en convertirse al judaísmo, cuando ese mismo tipo de actividades que llevan a cabo sectores religiosos ortodoxos tiene pleno apoyo económico del citado Ministerio.
La Corte Suprema estableció que el apoyo exclusivo del Estado al Instituto de preparación para la conversión al judaísmo, de orientación religiosa ortodoxa, viola el principio de igualdad ante la ley y la obligación del Estado de permitir la existencia de matices diversos de ideas acerca de la herencia religiosa judía, de acuerdo a los principios fundamentales que deben orientar a un Estado democrático.
La presidenta del Tribunal, la jueza Dorit Beinish, estableció asimismo que la obligación del Estado hacia el principio de pluralismo religioso no se reduce a una obligación pasiva solamente, sino que dicha obligación tiene una faz activa que establece la obligación del Estado de apoyar a todas las corrientes religiosas dentro del judaísmo si acaso decidió el Estado apoyar económicamente a una de esas corrientes.
El reciente fallo del Tribunal Supremo sienta un importante precedente por el hecho de que hasta ahora las corrientes religiosas liberales, reformista y conservadora, recibían subvenciones estatales sólo para actividades que no tenian carácter propiamente religioso sino ligadas al campo educacional o de ayuda social a nuevos inmigrantes, siendo ésta la primera vez que se establece la obligación del Estado de apoyar económicamente a una labor de carácter religioso que llevaren a cabo esos movimientos no ortodoxos, como en este caso lo es la preparación de personas interesadas en convertirse a la fe judaica.
Los movimientos religiosos judíos liberales, que aglutinan a la mayoría de las comunidades judías de la diáspora, comenzaron a actuar en Israel hace varias décadas y su presencia se exterioriza actualmente en una amplia red de congregaciones distribuidas en las principales ciudades del país, varios kibutzim, dos importantes centros académicos -el Hebrew Union College y el Instituto Schejter de Estudios Judaicos- con sendos aparatos administrativos con sus respectivos consejos rabínicos. A pesar que ambos movimientos liberales constituyen aún numericamente una modesta minoría en el seno de la población general, poseen sin embargo un efecto multiplicador en la vida intelectual, educativa y social del país.
Años atrás, los más destacados escritores y académicos, entre quienes se contaban A.B.Yehoshúa, Amos Oz, Shulamit Aloni,, David Grosman, Sami Mijael y otros, hicieron un llamamiento público a la población a afiliarse a esos dos movimientos religiosos liberales como una forma de exteriorizar la solidaridad con la lucha por el pluralismo religioso en Israel, y al mismo tiempo el repudio a la coerción religiosa impulsada por los sectores ortodoxos amparados en posiciones de poder político. Esos grupos religiosos fundamentalistas, conscientes del creciente fortalecimiento de los movimientos liberales en Israel, suelen aumentar las presiones sobre los aliados políticos de turno en los Gobiernos de coalición que se van sucediendo, para impedir cualquier reconocimiento u apoyo oficial hacia las corrientes reformista y conservadora. El enfrentamiento de la ortodoxia contra las corrientes religiosas liberales reconoce diferencias teológicas, rituales e ideológicas, pero también se basa en intereses políticos y económicos centrados en la defensa de miles de puestos públicos detentados por miembros del establishment ortodoxo frente a la calificada ``competencia'' de rabinos y educadores liberales, así como también por la firme defensa de privilegios poseídos por esos grupos a resultas del ``monopolio del judaísmo'' que detentan los grupos ortodoxos en el moderno Estado de Israel. Esa situación, precisamente, es la que podría comenzar a cambiar a resultas del reciente fallo judicial del Supremo Tribunal de Justicia, antes mencionado.
El establecimiento por parte de la Corte Suprema del precedente jurisprudencial que consagra la existencia de una obligación ``activa'' por parte del Estado para asegurar la igualdad de las diversas corrientes religiosas dentro del judaísmo, puede abrir la puerta a otras demandas igualitarias.
En ese sentido, los movimientos religiosos liberales podrían demandar el reconocimiento pleno de los rabinos reformistas y conservadores para la celebración de matrimonios religiosos, autorización de conversiones al judaísmo, integración de consejos religiosos municipales, establecimiento de partidas presupuestarias para cubrir sueldos de rabinos liberales y otras medidas tendientes a igualar la situación entre las tres corrientes religiosas.
El monopolio de la religión judía que el Estado de Israel ha concedido a la vertiente ortodoxa hace muchas veces, paradójicamente, menos judía a la sociedad israelí actual, provocando el alejamiento de las nuevas generaciones respecto a la tradición judía. De ahí que el fortalecimiento del pluralismo religioso sea el único camino posible para revitalizar la herencia tradicional judía en Israel. En ese sentido cabe recordar que en el Talmud está escrito que cuando un martillo golpea la piedra salen muchas chispas, de ahí que toda la tradición religiosa judía sea susceptible de interpretaciones diversas, siendo cada una de ellas legítimas por igual. Cuando esas chispas pretenden ser apagadas por la intolerancia y la discriminación hay en definitiva menos luz, menos Torá, menos religión, menos judaísmo y por consiguiente menos judíos.