Quiero destacar la inclusión en este premio del Dr. Emilio Mignone, quien fuera un luchador incansable de los DD.HH., con fuerza y entusiasmo desde la desaparición de su hija Mónica, con valentía y creatividad para la fundación del CELS, con inteligencia y lucidez permanentes.
Junto con nosotros tres quedan representados los actualmente denominados “Padres de la Plaza de Mayo”, que ingresan en el imaginario popular como una retaguardia, asociada a la vanguardia ética de la sociedad que son las Madres de la Plaza de Mayo, que se enfrentaron con la dictadura militar genocida, en un hecho inédito mundial. Por ello este premio se denomina Azucena Villaflor, una de las 14 que comenzaron en abril del 77 a girar alrededor de la pirámide, y que también fuera desaparecida.
Éramos un segundo y algo distante círculo los días jueves en la Plaza de Mayo. En la recova de H. Yrigoyen, la del Cabildo, la de la Catedral, estuvimos participando y vigilando por el temor que también teníamos, como la aterrorizada población, ante el genio asesino de la dictadura. Ahí estuvimos siempre y también en las diferentes gestiones que intentábamos para saber el destino de nuestros hijos.
Con un flash de esperanza vivimos el retorno de la democracia y el juicio a las juntas. También vimos como se reafirmó la impunidad de los represores con la obediencia debida, el punto final y los indultos.
Hasta que renació nuestra fe desde 2003 en que el gobierno del Dr. Néstor Kirchner y el de su continuadora, la Dra. Cristina de Kirchner a quien tenemos aquí para asociarse a nosotros, promovieron las leyes que permiten los juicios y las condenas a los asesinos de nuestros hijos en trámites judiciales abiertos y limpios, y no en la clandestinidad de los caprichos del poder. Ese poder que vuelve a insinuarse ahora políticamente, y que nos debe alertar porque intentarán repetir el modelo de la impunidad.
Pero somos muy mayores y nuestros tiempos biológicos se están acabando. Los juicios son muy lentos, morosos y hay modalidades que intentan retrasar las sentencias. Permítanos cerrar el inconcluso y permanente duelo que nos acompaña, por los muertos sin una tumba y sin adiós, y los nietos, desaparecidos vivos.
Nuestros hijos eran adolescentes idealistas, que como tantos otros, pensaban que en el mundo argentino se necesitaba un cambio y lucharon por ello. Por gentes como ellos estamos en la tarea de DD.HH. y los rehacemos con la Memoria. No se debe confundir memoria con rencor. El olvido no existe, decía Borges. Pero es educación. Por eso luchamos, para la construcción de estos espacios de la memoria colectiva. Queremos devolverles la identidad a los desaparecidos, recordando las personas que eran, con sus ideas, fantasías, deseos y proyectos, nosotros los Padres de la Plaza de Mayo, desde nuestras familias amputadas y reconstruidas a través del afecto y la comprensión.
¡Gracias por estar aquí!
Marcos Weinstein
24 de marzo de 2010