Acallar el disenso, no admitir las diferencias, es el mensaje implícito de la conducción de AMIA al prohibir expresarse a los familiares en el último homenaje en la calle Pasteur. A 18 años del cruel atentado, mas allá de los justificados pedidos de justicia y memoria de rigor, el discurso de su presidente Guillermo Borger desperdició el tiempo precioso de la reflexión en resaltar los logros de su gestión. Propaganda política si, tolerancia al disenso no.
Es evidente que los familiares pueden tener opiniones incomodas, correctas o erradas, pero fruto del dolor único de quien sufrió una perdida irreparable y brutal y no encuentra consuelo. No es necesario coincidir con sus opiniones. Los dichos de los familiares no comprometen ni representan a la comunidad judía toda. Silenciarlos es admitir el íntimo convencimiento que posee la dirigencia de AMIA de ser la dueña de la única verdad, son los que levantan el pulgar o lo bajan según corresponda. Del mismo modo se comporta la AMIA al erigirse en representante de los judíos de la Argentina y no tan solo de sus asociados. AMIA se siente con la autoridad de definir quien es judío, quien se entierra en los cementerios judíos de Buenos Aires y quien tiene derecho de hablar.
El disenso es incomodo, pero es la base misma del judaísmo. No es necesario coincidir con el otro, es imperioso respetar su diferencia e intentar sumar. La discriminación a quienes piensan diferente ha tomado el poder en AMIA. La comunidad judía como un cuerpo reclama justicia y no está en contra ni a favor de ningún partido político ni sostiene o rechaza a ninguna ideología política. Las incluye y abarca a todas. Así como AMIA se erigió a si misma como representante de un todo al que no representa, se siente con la autoridad de decidir quien tiene derecho a expresarse y quien no, quien pertenece y quien no, quien habla y quien calla.
Se nos enseña que ser judío es aceptar que la verdad es una eterna búsqueda, un aspiración y una construcción colectiva que solo podrá ser alcanzada con el aporte de todos y la bendición de Dios.
Quiera Dios iluminarnos como pueblo para que el próximo aniversario nos encuentre recordando con respeto, con todas la voces representadas, con todos los partidos políticos presentes, con todo el dolor presente y con toda la Argentina presente para seguir reclamando memoria, respeto y justicia.
El lema del Seminario Rabínico Latinoamericano M.T. Meyer es: "Atem Edai, Neum Adonai". "Ustedes son mis testigos, dice el Señor" leemos en el libro del profeta Isaias. Parafraseando la explicación de los rabinos: “Cuando Ustedes sean mis testigos, y busquen permanentemente la justica y la paz entonces, y solo entonces, Yo seré vuestro Dios.”