JERUSALEN - Caminar Jerusalén, es atravesar la experiencia única de extraviarse en milenarias callejuelas de piedra, desconectarse del presente para traspasar los diversos tiempos de la humanidad, desorientarse en medio de decenas de idiomas y culturas, y en algunos casos… de perderse de sí mismo.
Es lo que le sucede a quienes sufren el “Síndrome de Jerusalén”, un extraño trastorno psicológico que anualmente sufren alrededor de veinte turistas que visitan está ciudad, quienes se consideran a sí mismos figuras bíblicas o bien los nuevos mesías destinados a salvar al mundo.
Así, los míticos espacios que fueron escenario de milagros, éxodos, tiranías, cruzadas, conquistas, guerras, matanzas y martirios, son también los lugares en los que unos dos visitantes al mes alucinan con ser parte de algunos de esos momentos, manifestando una conducta que en la mayor parte de los casos determina la internación temporal y el regreso a sus hogares en el extranjero.
Y es que repentinamente, turistas de los más variados ámbitos, como profesores universitarios, trabajadores rurales, peregrinos cristianos o religiosos judíos, comienzan a separarse de su grupo familiar o turístico, se visten de blanco, en ocasiones solo con sabanas, o aparecen desnudos, y comienzan a elevar plegarias, y cánticos y predicaciones. En la mayor parte de los casos, los hombres creen ser Moisés, el rey David, Jesús o Juan el Bautista, mientras que las mujeres afirman ser la Virgen o María Magdalena.
Según la Cancillería israelí, el “Síndrome de Jerusalén” fue identificado clínicamente a comienzos de los años ochenta por el fallecido doctor Yir Bar El, quien se desempeñaba como director del hospital psiquiátrico Kfar Shaul de Jerusalén. Luego de atender entre 1979 y 1993 a cerca de 1200 viajeros con este tipo de trastornos, 470 de ellos fueron diagnosticados con una demencia temporal, sobre los cuales el doctor Bar El pudo trazar un interesante cuadro. Su conclusión, era que este trastorno afecta por sobre todo a judíos y cristianos, ya que el 66 por ciento de las personas analizadas eran judías y otro 33 por ciento cristianas, siendo solo el 1 por ciento quienes pertenecían a otros cultos. Asimismo, señalaba que los períodos críticos en los que más casos se trataban, eran los de las festividades religiosas, así como los meses de más calor, julio y agosto. Por último, indicaba que la mayor parte de los turistas tratados en Kfar Shaul se recuperaba a los pocos días, luego de los cual manifestaban una profunda vergüenza.
El doctor Gregory Katz, quien actualmente dirige el sector de emergencias de Kfar Shaul, retomó el trabajo de Bar El y concluyó que los turistas que padecen este trastorno pueden ser divididos en dos categorías. En declaraciones a CNN, Katz afirma que uno de estos grupos está conformado por cerca del 10 al 15 por ciento de quienes desarrollan este síndrome, turistas que no habían manifestado trastornos mentales antes de arribar a Jerusalén, quienes por lo general son adultos de alrededor de 40 años, de una profunda fe, que llegan a Israel desde comunidades rurales y sin experiencia de viajes. Su visión idealizada de la Jerusalén que por años estudiaron a través de la Biblia, contrasta en muchos casos con la real o bien los lleva a un estado de euforia, lo que les hace desencadenar este síndrome, el cual tiene una breve duración, que a su término los hace sentir abochornados. El restante grupo, en cambio, está conformado por turistas que ya poseían antecedentes de trastornos mentales, con lo que su condición es más compleja y requiere tanto de psicofármacos como del regreso a sus hogares en el extranjero. Katz sostiene incluso que comprende a los escépticos, ya que incluso él podría haberse encontradoe entre los que descreen que exista un síndrome de este tipo, sino hubiera trabajado por años en el hospital y no lo hubiera visto con sus propios ojos.
En efecto, tal como se señaló, los casos se cuentan por cientos, pero tal vez el más famoso ha sido el de Vernon Wayne Howell quien aparentemente nunca se recuperó de este síndrome. Luego de una estadía en Jerusalén en el año 1985, Howell comenzó a tener un fuerte predicamento en la secta a la que pertenecía, la de los Davidianos en Waco, Texas, Estados Unidos, y bajo el nombre de David Koresh se proclamó el Mesías. Debido a denuncias de abusos sexuales y posesión de municiones, el gobierno norteamericano intentó allanar en 1993 el campo de la secta, con lo que David Koresh y sus seguidores prendieron fuego a la misma provocando la muerte de todos sus integrantes, 55 adultos y 21 niños.
Como no podía ser de otra forma, el “Síndrome de Jerusalén” dio paso a diversas obras de ficción, como la película del argentino Víctor Braun y la de los franceses Stefaní Belaïsch y Emmanuel Naccache, ambas con el mismo nombre, el del síndrome, que narran Israel a través de personajes que lo sufren. Incluso Homero Simpson padeció este trastorno, cuando en el capítulo “La historia más grande jamás contada”, tras una invitación del fiel cristiano Ned Flanders para viajar a Jerusalén, se autoproclama Mesías, se viste de blanco, e intentar unir a judíos, musulmanes, y cristianos.
Pero unas dos veces al mes, es la realidad la que supera a la ficción, exhibiendo las complejidades de la mente humana y dándole a Jerusalén otro mágico matiz, con alucinantes historias personales que se suman a las verdaderamente trágicas y fascinantes que poblaron esta milenaria ciudad.
El síndrome de Jerusalén por los Simpson from eLzO on Vimeo.