“Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas, ¿no te das cuenta que cambió la mano?” La brutal amenaza que recibió Alberto Nisman, el fiscal de la causa por el atentado a la AMIA, provocó escalofríos en los empleados del Juzgado Nº 9 que encabeza Luis Rodríguez, donde se radicó la denuncia. No sólo por el texto, sino por algunas fotografías adjuntas al estilo de los carteles narcos mexicanos que no vale la pena describir para no ser funcionales a los cobardes que sólo persiguen intimidar a los que buscan verdad, justicia y condena. Uno de los empleados más entrenados en causas complejas subrayó algunas cosas llamativas del correo electrónico que Nisman recibió en la dirección de Yahoo! que medio mundo conoce:
- En el párrafo donde le ordenan que renuncie a la investigación, le sugieren que busque trabajo en el exterior ya que “tus amigos los gringos te van a ayudar”. El lenguaje antiimperialista ortodoxo de nuestro país identifica a los norteamericanos como “yankys”. El concepto de “gringos” se utiliza sobre todo en países de la región del Caribe, como Venezuela y Cuba.
- El repugnante texto, plagado del repertorio antisemita, lo firman con vivas a Irán y a Hezbollah. El nombre del grupo terrorista está escrito con la fonética del idioma original y al castellanizarlo colocan una “a” en lugar de la letra “o” para designar lo que literalmente significa el partido de Alá o de Dios. Dice “Hizbalá” y no “Hezbollah”, como en la grafía del inglés.
- Cuando la amenaza se dirige a las hijas del fiscal, señalan la casa, el club, y mencionan algo muy reservado, con lo que demuestran que tienen un nivel de información importante: hacen una referencia a la mudanza de domicilio que están por concretar en estos días. Vale aclarar que las hijas viven con su madre, la ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, en un country muy tradicional pero que, por razones de estudio, efectivamente, decidieron cambiar de domicilio. Tanto el fiscal como la jueza tienen custodia especial de la Policía Federal.
- Casi como una anécdota de tipeo, PERFIL pudo observar en un despacho de un dirigente comunitario que el mail finaliza proclamando la “muerte al sionismo ursupador (sic)” en lugar de usurpador.
La lógica 6, 7, 8 consiste en acusar y apuntar con el dedo, y con foto si es posible, a los periodistas o medios que dan a conocer alguna información no querida por funcionarios, amigos y favorecedores del Gobierno. Si esos muchachos luego sufren algún inconveniente, escraches, abucheos o citaciones de la Justicia, de inmediato responsabilizan a esa prensa de haber provocado la acción. Así, la culpa de la cobarde agresión que sufrió Kicillof fue de Noticias y la silbatina que se comió Boudou fue culpa de Clarín y La Nación.
Si se siguiera ese mecanismo perverso que fomenta la autocensura, se podría decir, entonces, que fue Horacio Verbitsky el que incitó a que se produjeran las amenazas al fiscal Nisman.
Por suerte para todos, eso no es cierto y no existe, desde el lado del periodismo profesional, nadie que tenga la cabeza tan fanatizada como para atribuir cada hecho a una conspiración del enemigo ideológico.
El domingo pasado, en su habitual columna de Página/12, que suele ser un anticipo del pensamiento del Gobierno, mixturado con textos que parecen salidos de partes de inteligencia, el periodista publicó: “Ni Israel, ni Estados Unidos, ni el fiscal Nisman fomentan el acuerdo, por más que en público el fiscal diga que acompañará la nueva etapa. Luego de varios viajes a Israel y a Estados Unidos y de varios años de trabajo conjunto con funcionarios de la Secretaría de Inteligencia interesados en la cooperación con aquellos países en cuestiones de inteligencia y seguridad, se ha vuelto muy sensible a la trama internacional”.
En otro fragmento de su escrito, Verbitsky dice que “el atentado fue parte de una guerra que Argentina no libra pero de la que fue víctima” y perpetra una versión sui géneris de la teoría de los dos demonios cuando coloca al mismo nivel ético a Israel e Irán, porque plantea que “quedar en medio de dos gobiernos fundamentalistas con fuerte impronta religiosa es una calamidad para cualquier Estado democrático”.
Un argumento tan forzado que se transorma en chicana. Irán es un Estado explícitamente teocrático dirigido por un líder religioso supremo que conduce un gobierno político pero sometido a los clérigos. Hace falta mucha intencionalidad para igualar ese sistema con el israelí.
En las elecciones generales de hace 15 días, los partidos religiosos judíos Shas y Judaísmo Unido de la Torá obtuvieron un total de 18 bancas y El Hogar Judío, un partido ultranacionalista y pro religioso, logró 11. Es decir que del total de escaños de la Knesset (Parlamento), esas ideas representan 25 de las 120 que existen, apenas una más del 20%.
El planteo es más grave que la militancia de un periodista porque se trata de la confirmación del viraje chavista del gobierno de Cristina. Y porque recuerda la hermandad estratégica que hubo con Montoneros en los 70. Fue en el sur del Líbano, hoy ocupado por Hezbollah, donde tuvo lugar la famosa foto de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, hoy ministro de Río Negro.
Varios pelotones, alguno encabezado por Rodolfo Galimberti, hicieron en ese lugar su entrenamiento foquista y la capacitación en la colocación de explosivos.
¿Hay una clara decisión de Cristina de integrar la Línea Fundadora del bloque bolivariano y, si el cáncer finalmente derrota a Hugo Chávez, ofrecerse ella misma para continuar el liderazgo? Rafael Correa y Evo Morales presiden dos países demasiado chicos para colocarse en el lugar de la locomotora. Fidel y Raúl están muy erosionados por su pensamiento jurásico y blindado.
Dilma Rousseff huye de esa posibilidad: es una estadista madura que quiere jugar en las ligas mayores del mundo para beneficiar con más justicia social a la mayoría de su pueblo.
Cristina, papisa frustrada, ocuparía con orgullo la comandancia del grupo de países que tienen una sólida alianza estratégica e ideológica con un jefe de Estado como Ahmadinejad, que niega el Holocausto y fomenta la desaparición del Estado de Israel.
Esta es la gran novedad desde el punto de vista político en la Argentina.
Los malabares y papelones que Héctor Timerman tiene que hacer para explicar lo inexplicable y para no soportar más los retos de Cristina son insólitos. Es que el Gobierno nunca pensó que, casi en su totalidad, las entidades más representativas de la comunidad judía, e incluso los no judíos, iban a rechazar en forma tan cerrada el Pacto de Etiopía.
Como dijo el senador tucumano José Cano, ni Luis D’Elía como canciller lo hubiera hecho mejor que Timerman. El piquetero, vocero de facto de Irán, siempre tiene una palabra de elogio para los acusados del peor atentado terrorista producido en la historia argentina.
Cuando se abrazó con Moshen Rabbani en Qom, la ciudad sagrada ubicada a 156 kilómetros de Teherán, y como el cristinismo todavía no había cambiado su opinión respecto del atentado, padeció el ninguneo de los medios K.
En aquel momento desató su ira contra Sergio Szpolski, al que acusó de ser “un sionista, coronel del Mossad” que recibe millones del Gobierno para hacer la comunicación kirchnerista”. Fue tristemente antológica aquella guerra santa por Twitter.
D’Elía dijo que iba a querellar al empresario, que lo acusó de “ser un ladrón” que recibía “cheques de Irán” para defender el régimen triplemente esdrújulo por “misógino, homofóbico y xenófobo”.
A propósito de Rabbani, hay que anticipar que el mayor impacto político lo va a producir el amenazado fiscal Alberto Nisman con un nuevo dictamen que dará a conocer dentro del próximo trimestre.
Se trata de un informe de más de 600 fojas, que después de dos años de trabajo encontró nuevas pruebas que fortalecen la acusación a Irán en general y al ex diplomático Moshen Rabbani en particular.
Incluso, uno de sus discípulos aparece vinculado al atentado en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy. Esto desmiente rotundamente a la Presidenta y al canciller, que dicen que la causa está estancada.
Y hace todavía más cruel el volantazo que se pegó.
La que está congelada es la investigación de la Corte Suprema de Justicia, que sólo junta polvo y vergüenza ajena en los cajones. Cuesta creer que el juez Eugenio Zaffaroni se permita opinar sobre este tema sin esbozar aunque sea una mínima autocrítica.
Si Cristina y Timerman salen del pantano en el que se metieron, la nueva presentación de Nisman va a terminar de desnudar su sinrazón y va a quebrar, tal vez para siempre, la relación entre el oficialismo y la mayoría de las entidades de la comunidad judía.