Somos muchos los que en las pasadas Fiestas sentimos que recrudece el dolor por la pérdida de los seres queridos: fue el primer año que mamá no está con nosotros y la extrañamos.
Al morir en 2011, quisimos enterrarla junto a papá, en el cementerio judío de Tablada.
Mamá se había asociado a AMIA hace muchos años, y hace otros tantos se convirtió al judaísmo siguiendo todos los pasos del Rabinato. Lamentablemente, la conducción de AMIA no permitió que descansara junto a mi padre, su último deseo. Y este dolor me carcome, como a tantos otros que hemos pasado por situaciones similares.
Mi deseo es que en 2012 termine esta intolerancia, se acaben las discriminaciones denominadas “sector de conversos”, que nunca más una familia tenga que sufrir el manoseo de su dolor, y dejen, ¡por favor!, descansar a nuestros seres queridos en paz.