Recientemente y con motivo de un nuevo acto vandálico en el Cementerio de Tablada desde UNA AMIA se emitió un comunicado en el cual más allá de condenar el mismo y exigir respuestas de las autoridades competentes se planteó la responsabilidad que conlleva la administración y seguridad del mismo por parte de la Mutual.
Por una parte considero razonable y lÍcito efectuar una crítica por falta de eficiencia en la gestión que se lleva adelante desde el año 2008 en la AMIA y por la otra que se emitan respuestas a dichas criticas anteponiendo una visión distinta, pero todo tiene un límite ya que tanto por parte del BUR (actual conducción de AMIA) como por parte de Avoda, Likud, y otros movimientos alineados en SOMOS AMIA hemos recibido una andanada de epítetos y adjetivaciones esgrimidos en diversos comunicados destinados a los integrantes de UNA AMIA, agrupación de la que yo formo parte.
Resulta ocioso mencionarlos, pero vale la pena dejar asentados solo algunos como “Bastardos”, “Hipócritas”, “sinrazón”, “Inescrupulosos”, “Irresponsables”, “Arteros”, “Mezquinos”, “Desleales”, “Indignos”, “Enemigos”, etc.
No pretendo en estas líneas aclarar ninguno de los criterios que puedan avalar mi convicción de que la conducción de AMIA cuanto menos no ha sabido o no ha querido o no ha podido solucionar el problema del vandalismo en el Cementerio de Tablada desde el año 2009.
Solo deseo dejar en estas líneas planteado los límites de un sano debate, y a juicio personal la falta de respeto es uno de ellos. El insulto y la falta de respeto es la respuesta de quien no tiene argumentos.