La relación entre Israel y la judería mundial – o para hablar con más exactitud – la disminución constante en la relación, es una de las principales preocupaciones del liderazgo institucional judío. ¿Qué se puede hacer para combatir la percibida desconexión y la alienación hacia Israel que va en aumento?
Un punto central de los esfuerzos está concentrado en mejorar las relaciones públicas y la educación de la judería mundial en lo que toca al caso a favor de Israel. Un aumento en la capacidad de los judíos de defender a Israel conducirá a un aumento paralelo en la afinidad hacia Israel y a una posible afiliación con el mismo.
Israel, sin embargo, no puede combatir la alienación a menos que cese de generarla y ser una de sus causas primarias. Si Israel quiere una judería mundial con una fuerte afinidad por Israel y sus necesidades, entonces debe tomar en consideración el impacto que sus políticas tienen en la judería mundial. Se trata no solamente de la legislación en cuestiones de conversión y de los derechos de los judíos liberales de rezar en el Kotel. Israel debe reconocer que sus decisiones en política exterior impactan tanto sobre las relaciones de los judíos con Israel como con sus relaciones con los países donde viven.
Durante décadas le hemos dicho a la judería mundial que puesto que no son sus hijos los que exponen sus vidas, deben permanecer en silencio y apoyar cualquier política propuesta por el gobierno israelí. Aunque hay mucho de cierto en este argumento, ha llegado el momento de reconocer que una de las causas de la alienación de Israel es el impacto negativo percibido respecto a las políticas israelíes en la forma en que los judíos se sienten alrededor del mundo. Una política indefendible o cuestionable avergüenza a los judíos y los expone a la crítica y al ridículo de sus conciudadanos.
Una judería mundial comprometida con Israel es una judería mundial a la que Israel le causa un impacto positivo tanto desde un punto de vista judío como personal. Es una judería mundial que conecta su identidad como judíos con el Estado de Israel. Como israelíes, es este tipo de de compromiso que anhelamos. Es hora que reconozcamos la responsabilidad que esto genera.
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Un ejemplo gráfico es la reciente negociación entre Israel y los Estados Unidos respecto a una congelación adicional de tres meses en la construcción de los asentamientos. Si los informes son correctos, Israel trocó una congelación de asentamientos a cambio de jets 35 a un precio de ganga y garantías escritas acerca de cuestiones de seguridad.
Dejemos de lado el debate político acerca de la legitimidad de los asentamientos, su importancia para la futura seguridad o la falta de la misma para el Estado de Israel, y los peligros o beneficios de más gestos unilaterales de los israelíes hacia los palestinos para las futuras conversaciones de paz. El acuerdo es tan extraño y perturbador a tantos niveles que a menos que condenemos ipso facto tanto a los Estados Unidos como a Israel por ser cortos de vista, necesita urgentemente una explicación. No podemos cuestionar la inteligencia del Primer Ministro Netanyahu, la Secretaria de Estado Clinton, o el Presidente Obama. Si la congelación de los asentamientos es tolerable para la seguridad e intereses políticos israelíes, ¿por qué no estar de acuerdo cuando nuestro aliado más significativo nos lo pide? Por otra parte, si una congelación de 10 meses no fue efectiva ¿por qué es una congelación de tres meses adicionales tan deseable que los EE. UU. están dispuestos a sobornar a Israel para lograrlo?
El propósito de las promesas no es para Netanyahu, ni para nadie para quien el proceso de paz sea un esfuerzo serio. Su meta es proporcionarle a Netanyahu un soborno para sus compañeros de coalición, muchos de los cuales no ven ningún valor en negociar con los palestinos ni en asegurarse que los Estados Unidos e Israel estén sincronizados el uno con el otro. Como estos incentivos están ausentes se ofrecen incentivos materiales con la esperanza que compren votos. Esto es especialmente el caso en cuanto al Partido Shas, a quien Israel regularmente infantiliza comprándoles votos tanto literalmente como por medio de legislación religiosa.
Este paso de sobornar a los compañeros de coalición, no sólo exige un precio de la administración de los EE. UU., sino también de los judíos en el mundo. Es embarazoso para los judíos ver al gobierno israelí negociando con un amigo que ha estado junto a nosotros. Es una cosa que Israel no esté de acuerdo y defienda sus intereses cuando es necesario, aún aquellos que no coincidan con los intereses del gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo lo hace sentir incómodo a un judío norteamericano acerca de su lealtad a Israel cuando las políticas de Israel no son conducidas de acuerdo a sus valores y necesidades de seguridad mayores, sino que en cambio ve a estos valores y necesidades ofrecidos en el mercado al mejor postor. Hace que los judíos norteamericanos se sientan vulnerables ante la crítica de sus compatriotas, que asocian las acciones de Israel con acciones judías.
Los judíos norteamericanos, y de hecho los judíos de todo el mundo se han debatido por décadas entre la consistencia y coherencia de su lealtad para con Israel y la lealtad para con sus patrias. La lealtad a Israel ha sido una fuente de orgullo y aumentó la identidad judía. Cuando Israel sacrifica la identificación de los judíos de todo el mudo con Israel en aras de los intereses a corto plazo de una coalición, empequeñece a Israel y da argumentos para la alienación.
Que Netanyahu lidere con principios, cualesquiera que fueren, y los judíos en todo el mundo podrán por lo menos respetar a Israel y su afiliación con el mismo. Que Netanyahu tome la responsabilidad de implementar la solución de dos estados por la que aboga públicamente y ponga el futuro de su coalición y su gobierno en línea con sus principios. Cuando haga esto, se encontrará menos preocupado acerca de la deslegitimización y encontrará que la comunidad judía de todo el mundo está de su lado y del de de Israel.
Fuente: www.hartmaninstitute.com
Traducido por Ría Okret