UN PAR DE PASAJES DE SAN MATEO Y SAN MARCOS
En mi nota sobre Simón el Mago mencioné al talentoso escritor Andrew Tomas y reproduje párrafos de algunos de sus apasionantes libros.
Quiero agregar hoy otras cositas que copié en su oportunidad y que me parecen sinceras y valientes.
Se refieren al surgimiento del cristianismo, sobre lo cual agregaré algunas reflexiones de mi propia cosecha que me sugirieron variadas lecturas.
Dice Andrew Tomas:
“Filón el Judío hace un comentario en el que indica que los escenios—una secta afiliada a los grandes misterios—fueron, sin duda alguna, los instigadores de las actividades emancipadoras de los primeros cristianos: “los escenios veían en la esclavitud una violación de la ley de la Naturaleza, que hizo de todos los hombres hermanos libres”. En todo caso, en el estadio inicial, el Cristianismo fue una fuerza revolucionaria. Los cristianos tenían una red secreta de centros, en los que se ayudaban mutuamente. Su mensaje establecía la igualdad de todos ante Dios, y la confraternidad del hombre llegó a minar la estructura aristocrática y nacionalista del Imperio romano. Pero cuando Constantino, sin escrúpulos, levantó la espada e hizo del Cristianismo un culto de Estado para satisfacer a la plebe, perdióse para siempre el mensaje de misericordia y de paz aportado por Jesús. Las hogueras de la Inquisición y la sangre vertida durante las guerras demuestran que quedaba poco de una doctrina fundada por completo en el amor fraterno y en la tolerancia”.
No es que yo sea más “léido y escrebido” que otros—como dice el criollo-- , sino que una de las curiosidades de mi vida es que hace más de sesenta años, en mi servicio militar, tuve que actuar como secretario católico del jefe de mi unidad en sus polémicas con el Arzobispado, cosa que nada tenía que ver con lo militar, y entonces tuve que leerme, casi de la mañana a la noche, el Nuevo Testamento. Si no hubiera sido por esa circunstancia ese libro sagrado del cristianismo hubiese sido para mí un texto desconocido.
Pues bien, a lo que quiero llegar es a esto: los dos primeros libros del Nuevo Testamento son los Evangelios de San Mateo y San Marcos, en los que se encuentran párrafos sorprendentes sobre la base judía de la doctrina cristiana.
En San Mateo, cap.V, versículos 17 y 18 dice: “No penséis que he venido para abrogar la Torá y los Neviim (la Ley y los Profetas): no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas”.
En San Marcos, cap. XII, versículos 28 al 32 se lee “ Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es Shemá Israel Adonai Elohenu Adonai Ejad (Oye Israel, el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno). Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma y de toda tu mente y de todas tus fuerzas; éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo . No hay otro mandamiento mayor que éstos“.
Creo que pocos judíos conocen estos importantísimos pasajes y por eso quise recordarlos.
Aclaro que en esto me manejé con las versiones del Nuevo Testamento de Casiodoro de Reyna y la edición en páginas paralelas hebreo y castellano publicada en Gran Bretaña hace más de medio siglo por Billing & Sons Ltd, de Guildford. Lamentablemente la edición, muy cuidada, no tiene fecha de impresión, pero la sociedad editora fue fundada en enero de 1940.
Pablo Schvartzman
Concepción del Uruguay, 4 de mayo de 2010.
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