Nunca Más escuchemos los sonidos de cristales rotos

Posteado el Mar, 09/11/2021 - 19:37
Autor
Jorge Knoblovits
Fuente
INFOBAE

Nada pudo volver a ser como era.

Porque esa noche del 9 de noviembre de 1938, bandas de matones, asesinos, miembros  del partido nazi, sumados a ciudadanos comunes alemanes, desplegaron en toda Alemania manifestaciones perfectamente coordinadas de violencia y de horror.

Destruyeron e incendiaron más de 300 sinagogas. Profanaron cementerios. Destruyeron tiendas, depósitos, centros comunitarios, centros culturales e incendiaron bibliotecas. Destrozaron más de 7000 vidrieras y un sinnúmero de vejaciones, humillaciones  y asesinatos.

Esa noche, que fue todo en una sola noche, fue denominada por los nazis como la Kristallnacht: La Noche de los Cristales Rotos”.

Más de 30.000 de nuestros hermanos fueron detenidos y enviados a campos de concentración que ya existían en Alemania. A partir de ese momento, se agudizó la tragedia de la Shoá. Y el mundo supo y prefirió callar.

La indiferencia, el antisemitismo y la cobardía de muchos fueron los artífices de la creación y la articulación de esta tragedia humana que denigró a Alemania y a la humanidad entera.

Por ello, en homenaje a las víctimas, en tributo a los sobrevivientes, por nuestros antepasados, por las futuras generaciones, la DAIA va a seguir comprometida en la lucha junto a todos los hombres y mujeres de bien, contra la discriminación, contra aquellos que pretendan negar el Holocausto: los negadores de antaño, los negadores contemporáneos, aquellos que intentan minimizar el horror banalizándolo, utilizándolo incluso como adjetivos descalificativos o insultos políticos.

Estaremos presentes contra los populismos antisemitas, contra los totalitarismos, contra toda forma de discriminación, contra aquellos que pretenden borrar del mapa a un Estado. Para que nunca más alguien pretenda aniquilar a un pueblo, o a una persona. Para que nunca más escuchemos los sonidos de cristales rotos. Para preservar la paz, pero fundamentalmente para preservar la vida.

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