No se trata de un obituario sino de un saludo. Un saludo al joven discípulo de Marshal Meyer que le transmitió valores por la defensa de los derechos humanos, al rabino novel que luchó para asistir a los soldados judíos en la guerra de Malvinas, al dirigente de una comunidad creada por él mismo y un grupo de valiosos voluntarios, al gran ser humano que llegó a ser. Y también un saludo al hombre cuyo potencial no pudo completarse, por la maldita pandemia, por el virus, y por otros factores que hicieron que él no estuviera inmunizado, pero sí lo estén otros seres mucho menos valiosos (desde cualquier punto de vista) que Baruj. Todas las personas tenemos cosas buenas y cosas no tan buenas, pero Baruj tiene (no hablo en pasado intencionalmente) muchas más buenas que las otras. Lo saludo, y lo seguiré saludando en los "trencitos" que hacía en Pardés y que tan poco me gustaban; en los barmitzvá que oficiará otro pero que para mi hijo mayor lo hizo él; en el recuerdo de Veteranos, Soldados convocados al T.O.A.S. y Voluntarios en el conflicto del Atlántico Sur, y en todos los que compartieron con Baruj un poquito de su gran humanidad.
Leonardo Feiguin.