Del muro de Andrea Zalamovich.
Era justo pensar que después de los hornos de Auschwitz y nuestro millón y medio de niños gaseados en el corazón criminal de Europa, el mundo entendería que era tiempo de dejarnos en paz. Para levantar el Estado de Israel que aguardamos por milenios y fertilizarlo mediante el intelecto y la perseverancia, en beneficio pragmático de toda la humanidad.
Era justo incluso tantos siglos antes, tras las Cruzadas, la Inquisición, las expulsiones, los pogroms, Dreyfuss, que el Iluminismo europeo y la era de la razón moderna acabaran con la empresa de persecución de la Iglesia medieval.
Pero ni hay justicia para Nuestro Pueblo ni el mundo ha entendido nada, mordiéndose una y otra vez su cola emponzoñada. ¿Y por qué un odio tan persistente y desde sectores tan diversos? Por tener la osadía de sobrevivir. Y levantarnos desde las tumbas de nuestros muertos. Y volver a florecer.
En Pittsburgh, en medio de un Brith Mila, otro asesino, una bestia parida por la retórica de otras bestias nos arrebató a más hermanos. La Prensa otra vez banaliza e ignora. La ONU calla. Y Aún así pretenden que bajemos las armas de la defensa legítima, que nos dejemos asesinar en Israel y la diáspora y acabemos con tan enconada manía por vivir. Pero nosotros sí entendimos a sangre y fuego que bajar las armas no es una opción. Que nos odian en la guerra y la paz, en la diáspora o en nuestra Jerusalén dorada. Entonces lo justo, lo único justo es repetirle al mundo que ninguna vida judía truncada por la ignominia le será gratuita a los verdugos , sean quienes sean. Que estamos de pie. Que responderemos cada ataque, cada intento por diezmarnos. ¿El mundo no entendió? Es justo pues hacerlo entender.
Z'L. PREVALECEREMOS.