Las reuniones de Benjamin Netanyahu, Primer Ministro del Estado de Israel, con Vladimir Putin, Presidente de la Federación Rusa, se han convertido en una especie de rutina necesaria para mantener las fronteras de Israel y de Jordania fuera de la sangrienta guerra que se desarrolla en Siria con la participación de la República Islámica de Irán y del Grupo Terrorista Hezbolla.
En el Sur de Siria, limítrofe con Israel y Jordania, se encuentra un grupo contrario al Presidente Asad por lo que está siendo atacado por el Ejército Sirio, sin contemplar a los civiles que habitan la región, a fin de tomar el control de dicha zona. Esta situación de guerra les está planteando a Israel y a Jordania una doble problemática; los miles de refugiados que se están escapando hacia dichos países y más grave aún el peligroso avance de la Guardia Republicana iraní que junto con los terroristas del Hezbolla se acercan, con sus armamentos, a las fronteras de Israel y de Jordania.
La nueva situación geopolítica del Medio Oriente, ante la ausencia de otra Potencia como la de los EE.UU, ha colocado a Putin como el único líder mundial que puede influenciar y detener las anomalías planteadas por Asad, las que podrían derivar en una guerra mucho más hiperactiva que la que se está desarrollando ahora en Siria.
El próximo miércoles 11 de Julio Netanyahu viajará a Moscú para reencontrarse con Putin con la finalidad de expresarle, probablemente, la imperiosa necesidad de detener el avance del Ejército sirio y sus aliados iraníes y libaneses y evitar de esta manera un desmadre en el débil equilibrio actual del Medio Oriente.