Lo que el diputado Moreau dijo sobre el diputado Wolff es lo que piensa de todos los judíos.

Posteado el Sáb, 11/11/2017 - 22:18
Autor
Pablo Colman Lerner (Presidente) - Delia Sisro (Secretaria) - Claudio Kiperman (Tesorero)
Fuente
Weitzman Comunidad Educativa

Lo que el diputado Moreau dijo sobre el diputado Wolff es lo que piensa de todos los judíos.
Callarse indigesta. Trae mucho más que malestares estomacales. Es tiempo para que los dirigentes de instituciones judías nos preguntemos hasta cuándo vamos a ocuparnos de asuntos sumamente importantes como la gestión de la educación y de comunidades y descuidamos los asuntos públicos.

Que la gestión diaria no sea nuestro refugio, que no seamos parte de una dirigencia que no se quiere hacer cargo de las cuestiones que nos atañen a todos. Cuando un hecho tan evidente de antisemitismo, del más básico antisemitismo, tan básico que solo se lo quiere hacer pasar por arcaico, recobra una espantosa luminosidad y despierta la energía de aquellos que por temor o decoro guardaban sus ideas xenófobas bajo la almohada, callarse no es de cobardes, es de la más notable irresponsabilidad.
El antisemitismo no es un escudo político, en todo caso más que escudo, es un arma de fuego que no se vende pero que dispara arbitrariamente.
Tal vez por eso debemos pronunciarnos, porque somos responsables. Somos el pueblo del libro, muchos bautizamos a nuestros hijos con el Brit Milá, que es el pacto de la palabra y no podemos guardar silencio frente a las injusticias. Seguimos creyendo en las palabras y no debemos ocultarlas.
Cuando la acusación es pública, no hay que sentirse satisfecho con respuestas privadas. Hay que decir. Hay que hablar para evitar el insomnio, para tranquilizar la conciencia, para saber que tenemos un compromiso real y no nominal, hay que hablar para luchar contra la discriminación, para que los hechos no nos atropellen, para que la vieja insistencia de renegar del judío como lo otro, como el intruso, como el de afuera, no alimente prejuicios y estereotipos.
Los judíos conocemos el “Síndrome del sobreviviente”, esa incapacidad para verbalizar lo dramático. Lo conocemos porque nos constituye también la Shoá.  Dicen que tienen algunas ventajas aquellos que pueden predecir el futuro, adelantar la jugada, tomar precauciones. Ojalá que evitemos todos este silencio para no sufrir un silencio peor.
Deberíamos discutir al interior de nuestras instituciones y con otras instituciones de la sociedad civil a qué se denomina discurso judeofóbico, y si Moreau tiene pruebas de que Wolff compra y vende armas, que lo denuncie, porque los medios de comunicación no tienen la potestad de impartir justicia.
Que los argentinos, los legisladores y los que no lo son, que todos los habitantes de este país tan nutrido de costumbres foráneas no nos haga extranjeros, que cada dirigente de cada comunidad no se duerma en el respaldo de cómodas sillas, que no nos distraigan los asuntos menores, que no nos conformemos con el adecuado pronunciamiento de la Daia: levantemos la voz para levantar siempre las copas y celebrar por una digna continuidad de vida judía en la Argentina.

 

Sin votos (todavía)