En 1894, un grupo de inmigrantes judíos llegados a la Argentina desde diferentes países de Europa, de los que escapaban por el hambre y las persecuciones raciales, deciden fundar la AMIA, con el objetivo de brindar un marco de pertenencia formal y ayuda a la comunidad judía que comenzaba a instalarse en el país.
Con las primeras décadas del siglo XX, el arribo de numerosos contingentes migratorios y el desarrollo nacional, la institución fue creciendo y multiplicando su actividad. En 1945 inaugura su sede histórica ubicada en Pasteur 633.
La organización fue diversificando sus tareas, volcando los esfuerzos en el área social, educativa y cultural. En medio de las actividades planificadas para la celebración por el Centenario de su creación, el 18 de julio de 1994 a las 9.53hs, un atentado terrorista destruyó el edificio, asesinando a 85 personas e hiriendo a otras 300. Dos años antes, el 17 de marzo de 1992, un ataque de similares características contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, había dejado 27 víctimas fatales y más de 100 heridos.
El terrorismo fundamentalista mostraba así su desprecio por la vida anticipando lo que años más tarde enlutaría al mundo entero con los ataques en Nueva York, Madrid, Londres, Bombay, entre muchos otros.
Aquella fría mañana de invierno las sensaciones de miedo, horror y repudio ante semejante barbarie se apoderaron de la sociedad.
Son 85 historias que no pudieron seguir su historia. Hombres, mujeres, chicos, grandes, judíos, católicos, argentinos, bolivianos. Todos habían comenzado el día con los pequeños objetivos cotidianos: trabajar, estudiar, ir al médico, pagar los impuestos, empezar una dieta, comprar un regalo, volver a su casa.
Pero el odio por las diferencias y la intolerancia les arrancó el mañana. Los dejó sin futuro, sin sueños y nos quitó a cada uno de nosotros la posibilidad de compartir un momento con ellos.
En estos 15 años se han dicho y escrito muchísimas palabras, pero aún no se conoce la verdad. El atentado sigue impune.
Después de tanto tiempo, el objetivo final que sin dudas era que todo termine en el más triste de los olvidos, no se cumplió. Porque el ejercicio de la memoria por las 85 víctimas y el permanente reclamo de justicia, siguen más vigentes que nunca.
http://www.amia.org.ar/content/article_detail.aspx?aid=1048&sid=166&smonth=7&syear=2009