Hay muchas razones que podrían justificar la oposición a la decisión del gobierno de traer a casa a Guilad Shalit. No deberían subestimarse, ya que no deben subestimarse los precios y los riesgos. Todos nuestros corazones se cauterizarán a la vista de esos terroristas hoy liberados de prisión. Las desconsoladas familias, que han perdido seres queridos en ataques terroristas, soportarán aún mayor dolor.
A pesar del alto precio, la decisión del gobierno fue recibida, entre las masas en Israel, con entusiasmo, emoción y verdadera alegría.
¿Por qué? Porque refleja una victoria de los valores israelíes. La decisión tuvo como objetivo restaurar la libertad de un soldado, Gilad Shalit, que regresará hoy a su casa. Pero también reforzó la fe de todos los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel y llenó a todos los ciudadanos israelíes con una sensación de solidaridad, mutua responsabilidad y compromiso entre Israel y sus ciudadanos y soldados.
En el compromiso de lealtad de las FDI, nuestros hijos e hijas juran que están dispuestos a sacrificar sus vidas por el país.
Moralmente, este juramento no es unilateral. Cada soldado que se embarca en una misión sabe que si, Dios no lo quiera, es herido, no será abandonado por sus amigos, que, en el espíritu de las FDI, arriesgarán su vida para salvarlo.
Soldados israelíes mantenidos en cautiverio por el enemigo han sabido, incluso en sus momentos más difíciles, que el estado que los envía a la batalla no escatimará esfuerzos para traerlos a casa.
Ésto es lo mejor de Israel. Éste es el espíritu del pueblo israelí.
Este espíritu es una fuente de fortaleza para Israel, y es más noble que los supuestamente racionales cálculos, al igual que arriesgar la vida en el campo de batalla.
Aquellos que predican en contra del acuerdo para liberar a Shalit, ignoran el gran peligro que yace en dar la espalda a este espíritu. La decisión no sólo selló la suerte de un soldado. Tocó el alma de nuestra nación.
El Primer Ministro Benjamín Netanyahu trabajó diligentemente y con determinación para traer de vuelta a Guilad Shalit, manteniéndose firme en relación a las condiciones destinadas a reducir los riesgos de seguridad planteados por el acuerdo.
En ausencia de una opción militar para liberar a Shalit, Netanyahu presentó la difícil y justa decisión y recibió un amplio apoyo de los miembros del gobierno. Hay muchas lecciones que debemos implementar para reducir el riesgo de encontrarnos en una situación similar en el futuro - y así lo haremos. Pero hoy, gracias a Dios, Guilad Shalit volverá a casa, a su familia, a su pueblo. Será un momento de euforia para nuestro país.
Es posible que no haya otra nación que actuaría de esta manera. De hecho, Israel es especial. Es una nación que, gracias a su espíritu y su fe, ha sobrevivido, cuando naciones más grandes, más poderosas, han desaparecido. Es una nación que, gracias a su espíritu, ha logrado existir frente a enemigos e innumerables desafíos.
Hoy, cuando Gilad Shalit regrese a casa, podremos decir que cumplimos nuestra promesa. Hemos cumplido nuestro juramento. Hemos permanecido fieles - no sólo a Gilad - sino a nosotros mismos.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org