Esta semana, desearíamos dialogar con nuestros lectores sobre las elecciones iraníes del viernes 12 de junio. Hay mucho en juego para el futuro de la paz y la seguridad en la región. Mahmud Ahmadinejad fue elegido en 2005, por sorpresa general, a la Presidencia de uno de los paises más potentes de Oriente Medio. El expediente nuclear, la amenaza de destrucción del Estado judío, la negación de la Shoá, suscitó la mayor preocupación en las dos orillas del Atlántico, en Jerusalén, y en muchos países árabes moderados que temen que el régimen de Teherán sirva de ejemplo a los islamistas.
El escrutinio ofrece tres hipótesis, más o menos favorables. Pero hay una certeza: Irán será, inmediatamente después de las elecciones, un régimen teocrático dictatorial. Ninguno de los cuatro candidatos pone en entredicho los fundamentos revolucionarios e islámicos del régimen.
Que Ahmadinejad siga en el poder es la hipótesis más probable. La prensa iraní lo ve como favorito. Es en cualquier caso el del Ayatolah Jameini, el Guía supremo de la Revolución, la más Alta Autoridad política iraní, es el que decide y dispone. Jameini es un icono. Sucede al Ayatolah Jomeini, se salvó milagrosamente de un atentado, presidió Irán en sus años de guerra contra el vecino iraquí. Mito vivo, salvador milagroso, el apoyo que concede a Ahmadinejad puede contar. Entre los dos hombres, la complicidad política es implícita.
Severamente criticado por los tres candidatos restantes, esta elección parece incluso un referéndum. Ahmadinejad, que ofreció una imagen provocadora o inquietante, contribuyendo a aislar a su país a nivel diplomático, sería la imagen de un país sólo contra todos. Cultivando la imagen de un hombre simple y cercano al pueblo, multiplica desde hace cuatro años las visitas en los pueblos de Irán más remotos, y es precisamente en las zonas rurales donde piensa obtener más sufragios.
Los tres candidatos restantes hacen prácticamente los mismos reproches a Ahmadinejad, la terquedad en su política nuclear. Partidario de la proliferación a toda costa, Ahmadinejad es criticado en su país por haber debilitado Irán. El discurso pronunciado por Barack Obama en El Cairo el jueves 4 de junio abrió el diálogo con Teherán. Un “sí al nuclear civil”, dando así razón a los caprichos nucleares del Presidente iraní.
¿Qué más le reprochan sus adversarios? Su discurso sobre la Shoá. Negacionista en Teherán como en Durban, muchos Iraníes se preguntan por la pertinencia de esta obstinación “anti Shoá” que perjudica terriblemente a la imagen de Irán. Una idea política cuya otra elección puso de manifiesto que esas ideas no consiguieron instalarse en Europa. Sobre este punto Ahmadinejad no es condenado verdaderamente, sino más bien recibe reprimendas, basadas en argumentos moralizadores. “Los judíos sufrieron mucho, no tiene el derecho a negar su sufrimiento”, dice el Presidente americano, y para equilibrar su discurso exige la creación de un Estado palestino, que Ahmadinejad desea…
Es en 2009 que la Revolución islámica iraní celebra su trigésimo aniversario. La mitad de los 46 millones de electores del 12 de junio no conoció otro régimen, ni otro sistema que el establecido hace treinta años. El comportamiento electoral de esta juventud iraní es determinante para la suerte del escrutinio. A pesar de que manifiesta un gran interés por el candidato reformador, existen dudas sobre la movilización el día del voto. Irán es el país más alfabetizado de Oriente Medio, pero la socialización política de los jóvenes no interesa a los gobernadores y a la élite al poder.
Primer Ministro de 1980 a 1988, Mir Hossein Moussavi es el más serio rival del actual Presidente. A pesar de que desea ver volver a los “valores fundamentales” de la Revolución para ganar a Ahmadinejad, se presenta como un “moderado”, apoyado por los jóvenes para sus proyectos reformadores. Sin embargo sus posibilidades son escasas. Porque esta juventud iraní es también seducida por el jeque Mehdi Karroubi, el “jeque de las reformas”, el cual se opone a la poligamia y que supo conquistar al electorado femenino.
El último candidato, Mohsen Rezai viene del campo conservador, como Ahmadinejad. Antiguo jefe del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución, propone un programa populista y lleva una campaña agresiva.
Responsable del atentado contra un centro cultural judío en Buenos Aires en 1994, atentado que había causado la muerte de 85 personas, Rezai es buscado por la Interpol. Si es elegido, no podrá viajar a América o Europa.
Ninguno de los cuatro candidatos preve renunciar a la energía nuclear, y todos desean proseguir el desarrollo de las investigaciones cooperando con los organismos internacionales. Todos están de acuerco con que Israel es un enemigo del régimen. Cualquiera que sea el candidato elegido por la Presidencia de la República islámica este viernes 12 de junio, Irán guardará sus veleidades de gran potencia. Un nuevo Presidente obligaría a un cambio de tono, un viento ligero de libertad soplaría quizá sobre la sociedad iraní, pero Irán seguirá apoyando al terrorismo en la región, en las fronteras de Israel en particular. El Hamas, el Jizballah y Siria seguirán siendo socios del terror.
Esta noche, pensamos en Guilad Shalit, soldado de Tzahal, rehén del Hamas desde hace 1082 días.