Durante décadas nos vienen advirtiendo del peligro que controladores internacionales, ejércitos extranjeros y diplomáticos de diferentes países se entrometan en cuestiones internas de Israel. ¿Cuántas veces escuchamos que desde el instante en que el primer soldado de las fuerzas de la ONU cruce nuestra frontera, se acabará nuestra soberanía y ya no podremos medirnos solos con nuestros asuntos?
Todo nos parecía muy lógico, hasta que dos adolescentes de Osafiah decidieron jugar peligrosamente con el fuego versátil del Oriente Medio, la sequía prolongada y las altas temperaturas en el Carmel.
Antes que brotara una chispa de duda en la boca de Liberman, autobombas, helicópteros y aviones de todos los rincones del globo llegaron a Israel para solucionar nuestros problemas internos frente a los cuales - aunque parezca mentira - no contábamos con los medios suficientes para enfrentarlos.
Está claro que "ayuda internacional" no es lo mismo que "intervención internacional en un conflicto", y que soberanía aún es soberanía.
Pero qué le diremos de aquí en adelante a nuestros hijos y nietos cuando nos presionen con la pregunta: "¿Papá, Israel puede valerse por si mismo con sus problemas?" - "Qué quieres que te diga hijo, parece que no. Pero no te preocupes, no estamos solos. Israel descubrió el mundo y éste - a la hora de la verdad - no es tan indiferente como parece".
Que irónico sonó el comentario del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, cuando se refirió a la dotación de autobombas de Belén que llegó para ayudar a combatir las llamas en el Carmel: "Cuando se trata de asuntos humanitarios, los palestinos nunca dudan en prestar auxilio".
Irónico o no. Hay que reconocer que las ardientes condiciones de vida en esta región consiguen crear innumerables situaciones surrealistas, de esas que si alguien pretende pronosticarlas una semana antes, seguramente sería enviado a obsevación psiquiátrica. Sí, seguro, la Autoridad Palestina y Turquía vendrán a Israel para ayudarnos en momentos de desesperación y angustia. Y sí, llegaron, sin exigir nada, sin recibir nada a cambio.
La semana pasada, con motivo de Januká, dijimos que el fuego tiene dos poderes: eliminar e iluminar, y que aún cuando existan problemas que deban ser combatidos por la fuerza, ellos no estarán enteramente resueltos si no se los ilumina con destellos de esperanza.
Seguramente el solidario abrazo de los bomberos israelíes con sus homólogos palestinos y turcos no traerá la ansiada paz ni solucionará conflictos diplomáticos, pero bien podría ser un nuevo mensaje - uno más - para que la muerte de las 42 víctimas de esta horrible tragedia no haya sido en vano.