Rabinos y psicoterapeutas escuchan los mismos síntomas.
Frente a las dificultades generadas por los males epocales, desde el ámbito de la psicología, la autora propone el trabajo conjunto entre rabinos y analistas como alternativa para poder ofertar en el seno de la colectividad modalidades más amplias de resolución de los conflictos.
Nadie podría decir que en esta época no es difícil vivir. No se trata de la nostalgia del pasado que alega que siempre fue y será mejor que el presente, sino de hacernos responsables de las dificultades y complejidades de nuestro tiempo cultural.
Para entender nuestra época y no resistirnos a enfrentar los problemas cotidianos de las personas y las familias, en primer lugar debemos acercarnos a las angustias que padecemos y tomar contacto con nuestros sentimientos.
Para algunos sectores los males epocales tienen que ver con la caída de la espiritualidad religiosa, para otros con la caída de la función de la ley patriacal, para otros con el individualismo, las crisis financieras y económicas y la globalización, para otros con los fundamentalismos y populismos, para otros con las igualdades y/o desigualdades de género. Por sí mismos estos factores no producen los síntomas que afectan a nuestras comunidades. Es la combinación explosiva de muchos de ellos los que producen alcoholismo, adicción al juego, descomposición familiar, violencia doméstica y comunitaria, drogadicción, etc.
Lo que suele ocurrir es que cada especialista analiza al mundo según su específico punto de vista y en general todos los seres humanos creemos que abarcamos con nuestro razonamiento la multiplicidad del mundo y la existencia. Pocas veces somos conscientes de la imposibilidad de incluir todos los puntos de vista y todas las variables de las verdades en un único juicio.
Es dentro de los espacios de consulta (entre un paciente y su psicoterapeuta) y de “confesión” (si bien este no es un concepto judío me parece que igualmente describe el espacio de diálogo e interrogación entre un rabino y un judío consultante) donde los factores particulares conscientes, los determinantes sociales y los elementos inconscientes y/o espirituales pueden ser entrelazados. ¿Por qué? Porque hay alguien que escucha y discierne por sobre el meollo de las razones y guarda secreto sobre ello.
La complejidad de los factores hace que gran parte de la población sea medicada con ansiolíticos y antidepresivos, otra gran parte de la población sea medicada con fundamentalismos y otra parte asuma sus conflictos. De lo que se trata es de cómo cada uno, cada sociedad y la cultura como síntesis de una época, resuelve los problemas ante la incertidumbre de la existencia humana y las transformaciones experimentales a las que nos vemos expuestos todos los seres humanos del planeta.
Ya no se trata de la división cultural entre Oriente y Occidente, pues ambos hemisferios culturales inciden uno en el otro.
Rabinos y analistas son consultados debido al predominio de depresiones que llevan a salidas maníacas como pasarse el día en un bingo o en un casino, a las drogas, a compulsiones sexuales (boliches por ejemplo, que exponen la vida de los jóvenes), a la quiebra material y afectiva. La diferencia radica en el modo de actuar ante esos conflictos y el modo en que esa intervención incide sobre la vida general de las personas.
A una mujer que no puede dejar de visitar las “maquinitas” del casino se le puede ofrecer descargar esa compulsividad en la ritualidad religiosa eludiendo sus determinaciones íntimas y/o se le puede ofrecer trabajar sus conflictos inconscientes durante un tiempo de análisis.
Lo mismo ocurre con los duelos. Es frecuente que jóvenes que enfrentan un duelo (de los padres, abuelos, etc.) pierdan su conexión con la realidad y busquen refugio en la droga. Nuevamente, pareciera que rabinos y analistas se disputan el espacio de consulta en lugar de trabajar en conjunto para que el duelo -inconsciente- no sea limitante de la vida. No se trata de una confrontación entre espiritualidad y psiquismo, sino de entender que la subjetividad es compleja y está compuesta de fe, responsabilidad, esperanza y confianza tanto como de desilusión, ambivalencia, duda e increencia.
Lo que deseo proponer es el trabajo conjunto entre rabinos y analistas para poder ofertar modalidades más amplias de resolución de los conflictos. Supongo que este es un llamado a los rabinos conservadores y ortodoxos moderados, a aprovechar las instituciones de asistencia ya existentes o a crear nuevas modalidades que articulen problemas y soluciones.
Si bien existen instituciones de asistencia en nuestra comunidad, éstas responden a sectores identificados con lo cual no hay libre elección o, la asistencia sólo alcanza a quienes pertenecen a la congregación.
Algunos síntomas preocupantes tales como la violencia familiar, el alcoholismo creciente entre los jóvenes, la drogadicción, la compulsión al juego, el trabajo como aislamiento de la realidad, etc. deben abordarse desde múltiples facetas pues obedecen a coyunturas, deseos y expectativas extensas y disímiles.
Mientras, encontramos un gran número de ofertas para adultos mayores, hay pocas propuestas comunitarias de participación y de formación para jóvenes. Menos aún tenemos organizada la asistencia para jóvenes con dificultades.
¿A quienes debemos elevar estas inquietudes?
Mi deseo es que este artículo sea leído y tenido en cuenta por todos aquellos que están en contacto con la Comunidad Central y con la Congregaciones Conservadoras y Reformistas.
* Psicoanalista, autora de libros y ensayos, y coordinadora de Espacio Lacan y Formación Permanente.