Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal. Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porqué también ustedes fueron extranjeros en Egipto (Levítico 19:34).
Hoy viven en Israel 250,000 trabajadores extranjeros. De ellos 100,000 son legales, y 150,000 ilegales. Esta situación tiene precedente en la Biblia. El Segundo Libro de Crónicas relata que el rey Salomón hizo un censo de todos los extranjeros que vivían en Israel, y encontró que eran ciento cincuenta tres mil seiscientos, a todos los cuales dio trabajo. A setenta mil de ellos los puso como cargadores, a ochenta mil como canteros en los montes, y a tres mil seiscientos los nombró capataces para dirigir a los trabajadores, (2 Crónicas 2:17-18).
El gobierno israelí de hoy ha decidido expulsar a los trabajadores ilegales. El problema está en que algunos de ellos, que están ya años en Israel, han formado aquí hogares y criado hijos, nacidos en Israel, cuyo idioma natal es el hebreo, y que no conocen otro país que no sea Israel.
Un comité, nombrado por el Primer Ministro Netanyahu, estableció varios criterios para permitir que familias de trabajadores extranjeros con niños puedan permanecer en Israel. Entre ellos:
- Si el niño, menor de cinco años, está estudiando en kindergarten o en primer grado.
- Si los padres entraron legalmente al país, con visa y pasaporte sellado en la frontera.
Entre los 1200 niños, hay alrededor de 400 que no cumplen con los criterios establecidos por el comité, y Eli Yishai, el Ministro del Interior, ha anunciado que los expulsará a ellos junto con sus padres.
Sobrevivientes del Holocausto, organizaciones de derechos humanos, miembros del gabinete de gobierno, y numerosas personas públicas y privadas, (incluso Sara Netanyahu, la esposa del Primer Ministro), han rogado al Ministro que permita a esos 400 niños, y a sus padres, permanecer en Israel.
Lo curioso del caso es que Eli Yishai, judío ortodoxo*, representante de un partido político religioso, hace caso omiso de lo que la Torah dice acerca de los extranjeros, mientras que muchos de los que protestan contra su decisión son judíos seculares que quieren cumplir con la mitzvá judía de tratar humanamente al extranjero.
El Ministro empecinado dice que no cambiará su decisión. Pero, aún no se ha dicho la última palabra sobre este tema.
David Mandel
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* Deseo dejar muy en claro que el hecho de mencionar en el artículo que Eli Yishai es un judío devoto no es, jas ve jalila, una generalización. Se trata de un caso individual, particular, paradójico, de una persona que es conocedora de lo que la Torah exige, pero cuyo comportamiento va en contradicción a las enseñanzas de la Torah y del judaísmo. De ningún modo considero a Yishai, en este respecto, como representante de la población ortodoxa.