Brasil y Argentina se sumaron la semana pasada a los cerca de 100 países que han reconocido el estado inexistente de Palestina. Esa acción es equivocada debido a lo siguiente:
- Ignora la realidad, (los palestinos carecen de gobierno unitario, la Autoridad Palestina controla Judea y Samaria en forma limitada ―comparte el control con Israel― y Hamás, su enemigo mortal, controla Gaza);
- Hace caso omiso del Acuerdo de Oslo, firmado en 1995, que establece en el Párrafo 7 del Artículo 31, "Ninguna de las dos partes iniciará o dará un paso que cambie el status de la Ribera Occidental [Judea y Samaria] y la Franja de Gaza dependiendo del resultado de las negociaciones".
- Califica falsamente de "fronteras internacionales" a las líneas del armisticio de 1949;
- Le quita toda importancia y necesidad a las negociaciones bilaterales entre Israel y los palestinos; y, lo peor,
- Sirve de incentivo a los palestinos para no hacer la paz con Israel, lo cual causará que el conflicto se prolongue.
La Convención de Montevideo, en 1933, especificó en su primer artículo los requisitos que un estado necesita para existir bajo la ley internacional: a) población permanente, b) territorio definido, c) gobierno, y d) capacidad para establecer relaciones con otros estados.
El estado de Palestina no reúne los requisitos para ser considerado un estado. No tiene territorio específico, no tiene ciudad capital, no tiene moneda propia. Su control se limita sólo a una parte de su población y territorio, ya que la Franja de Gaza y los palestinos que viven en ella son gobernados por Hamás que no reconoce a la Autoridad Palestina.
El futuro dirá si algún día existirá un estado palestino independiente o si será un estado federado con Jordania. El hecho es que hoy el Estado Palestino, reconocido por cien naciones, aún no existe. Es un estado virtual, una ficción.
Nota: Parte de este artículo lo publiqué en Mi Enfoque #243, enviado hace más de dos años, en julio del 2008. La situación, desde esa fecha hasta hoy, no ha cambiado, y aún no justifica el reconocimiento de un estado inexistente.