Esta semana, al conmemorarse Iom Hashoa, el Dia Recordatorio del Holocausto, tuve que viajar por Sderot Hertzl, una calle central de Jerusalem. Faltaban pocos minutos para que el sonido de una sirena ya conocida pero siempre estremecedora, cubriera el territorio de Israel en homenaje a las víctimas del nazismo.
A un costado del camino, pegaditos a la pared, en silencio, esperando en orden, había unos 20 niños. No tendrían más de 4 ó 5 años. Imaginamos que eran todos de algún jardín de infantes que debe estar ubicado muy cerca del lugar .Apenas los vi, comprendí que sus maestras les habrían llevado a la calle para que vean lo que sucedería cuando suene la sirena de la que seguramente ye les habrían hablado.
Querían que vieran cómo el tráfico se detiene, cómo los conductores bajan de los coches, ómnibus, camiones y motocicletas, se paran a un costado de sus vehículos, en silencio. Querían que capten directamente la solemnidad del momento, que uniría un minuto después, a los israelíes todos, más allá de agudas discrepancias entre izquierda y derecha, religiosos y laicos. Esas maestras jardineras habrían hablado antes, seguramente, de Iom Hashoa, explicando lo que se puede explicar a niños tan pequeños. No es de descartar que alguno de ellos ya supiera de antes de qué se trata...por su propia familia...por el número en el brazo que habrán visto quizás a algún abuelo o bisabuelo, al vecino que nunca habla o a la vecina que a pesar de todo, siempre les sonríe.
Y yo pensé, al ver a esos niños, que para ellos, para esos niños, para los que les antecedieron y los que vendrán, se creó Israel. Y que por Israel, esa sirena se refiere a la historia, a una historia que probablemente nunca hubiese sucedido, si Israel hubiese existido ya entonces.
Israel no fue creado por el Holocausto y no fueron los seis millones de judíos asesinados por los nazis la justificación de la existencia del Estado de Israel. El Estado de Israel habría sido erigido también sin esa hecatombe porque el vínculo entre el pueblo judío y la tierra de Israel es milenario, no deriva de los crímenes nazis. Lo tenían claro inclusive los antisemitas que al querer atacar a los judíos en los distintos países de la diáspora en los que viven desde la dispersión, gritaban “¡Judíos a Palestina”•…dando a entender que tienen que irse adonde pertenecen, al no reconocerles como ciudadanos iguales en sus respectivos países natales o aquellos que los recibieron como inmigrantes.
Claro que la confirmación al respecto no se daba sólo por motivos negativos como los de los antisemitas. A veces era simplemente cuestión de conocer la historia…como el conductor del tranvía que al acercarse a Emilio Reus anunciaba la parada diciendo a viva voz “¡Palestina”•... o sea, el lugar de los judíos.
La existencia de Israel no es importante únicamente como refugio en caso de peligro. Algunos lo verán sólo como opción de escape cuando no haya alternativa.Es legìtimo. Pero es mucho más que eso. Es unirse al camino histórico del pueblo judío, es el hogar al que puedan sumarse por derecho propio, por el legado de sus antepasados comunes, por el recuerdo de sus mayores y de la historia que los unió, inclusive viniendo de países con plena libertad.
Es apostar cada dia, nuevamente, por la vida, sabiendo que ésta no es algo sobreentendido, jamás.
Israel es uno de los temas que más ocupa a la opinión pública mundial, en desproporción evidente con su tamaño. De los numerosos conflictos con los que lidia el mundo, el que más parece “preocupar” a todos, es el que tiene Israel con los palestinos.
Los muertos y sufrientes a manos de extremistas en el mundo islámico, las matanzas de cristianos a manos de fundamentalistas, las mujeres hostigadas y las niñas muertas desangradas tras ser obligadas a casarse siendo aún eso, niñas, no ocupan ni la centésima parte del tiempo de las Naciones Unidas, en comparación con el tema palestino.
No subestimamos la importancia del tema palestino. Quisiéramos que todos los vecinos de Israel, muy especialmente los palestinos, vivieran en paz y bienestar. Pero no menos que eso, quisiéramos que el mundo no confundiera las cosas. Quisiéramos que no olvidara que Israel no se levantó una mañana con ganas de ocupar a los palestinos para arruinarles la vida, sino que tuvo que repeler un ataque árabe que lo llevó finalmente a las tierras que hasta hoy controla.
Sí, la ocupación continúa y no es motivo de fiesta para Israel sino una pesada carga. Pero no podemos olvidar cómo empezó, ni que no es esa la razón por la que no hay un estado palestino independiente, ya que los árabes pudieron erigirlo cuando, finalizado el mandato británico, tras la guerra lanzada por los árabes contra el entonces naciente Israel, Cisjordania quedó en manos de Transjordania y Gaza en manos egipcias. Pero de estado palestino, nadie hablaba. No es que ello solucione el problema, pero es bueno recordarlo, al menos para tener presente que la “culpa” no es de Israel.
Si, existen motivos de polémica, como los asentamientos. También ellos son consecuencia de la guerra impuesta a Israel.. Sin embargo, consideramos que hoy, precisamente porque lo que Israel quería era defender su existencia y no ampliar sus fronteras, Israel tiene la obligación de actuar con firmeza con aquellos sectores radicales de sus habitantes que aunque sean una minoría, son ejemplo de intolerancia inaceptable,. Los responsables, por ejemplo, de prender fuego a una mezquita en una aldea palestina o de arrancar olivares de palestinos, deben estar tras las rejas. Son una vergüenza para Israel.
Al mismo tiempo, el que haya también en Israel extremistas no puede hacer olvidar que también hoy, Israel libra una verdadera lucha por su defensa. Frente a las presiones para levantar el cierre de la Franja de Gaza, impuesto a raíz de la política de Hamas y el secuestro de Guilad Shalit, debe recordarse los cohetes y el arsenal que Hamas continúa acumuland. Frente a actitudes del actual gobierno de Israel que no pocos consideran “•extremista”, debe recordarse que gobiernos de centro izquierda negociaron con los palestinos y ofrecieron grandes concesiones, pero tampoco lograron firmar la paz.
Frente a las declaraciones del Presidente sirio Bashar el Assad que se queja en perfecto inglés de que “con el liderzgo israelí no se puede hacer la paz”, hay que recordar los misiles Scud que acaba de entregar a Hizbala, con los que los radicales chiitas pueden cubrir la totalidad del Estado de Israel. Y es inevitable tener presente, cuando de alerta se habla, las voces que siguen oyéndose en el mundo árabe, que hablan de Israel como un enemigo inaceptable en la región. Y la del presidente de Iràn Mahmud Ahmadinejad, que llama abiertamente a su destrucción.
Israel no puede vivir sólo pensando en sus enemigos y claro que la existencia de los mismos, no justifica cualquier política israelí. Pero Israel no puede olvidarlos.Debe recordar que existen, y saber cuidarse.
Y en medio de todo esto, de los desafíos y los errores, de los aciertos y los problemas por corregir, probablemente lo más loable es que Israel se defienda sin dejar de ser una democracia. Por eso las voces árabes que a menudo más acusan a Israel de “racismo” y “discriminación”, son las de los árabes israelíes, electos como diputados, en el propio Parlamento de Israel.
Hace pocos años, al visitar Israel por cumplirse 60 años de la resolución 181 que recomendó la partición de Palestina en un estado árabe y otro judío, tuvimos el gusto de conocer a un muy apreciado colega, Daniel Rodrìguez Oteiza, hijo del Embajador uruguayo en la ONU, Enrique Rodriguez Fabregat, quien fue el nervio motor de la mencionada resolución. Preguntamos a Daniel si recuerda qué comentó su padre, tras visitar Israel, ya después de su creación. No dudó ni un momento. Le habìa sorprendido cómo en medio de la adversidad, la hostilidad y la guerra, no había dejado de ser una democracia.
Son muchos pues los problemas por resolver, los errores que corregir y las situaciones que cambiar. Pero hay, también, numerosos motivos para celebrar el “milagro” de Israel.