Muchas veces escuchamos comentarios como el de nuestro titular cuando nos encontramos con familiares, amigos o turistas en general que llegan a Israel.
Desde un primer momento la mayoría manifiesta su impacto ante la diferencia entre el Israel que se imaginan, producto de las notas que ven en las noticias televisivas o los comentarios que leen en muchos periódicos y la realidad con la que se encuentran ante sus ojos.
…”Nos imaginábamos un país en guerra, con tanques en las calles, con una población temerosa y nos encontramos con un país normal, donde todo se desarrolla con pujanza y con eficiencia”…
Comentarios como el anterior lo hemos escuchado en muchas oportunidades.
No faltan por supuesto quienes nos cuentan de todas las advertencias que recibieron antes de partir y las recomendaciones que recibieron de “no viajar” y de que si viajan “que se cuiden mucho”. A lo que agregan inmediatamente que no solamente que se sienten seguros en sus paseos por Israel, sino que en muchos casos se mueven por acá “con mayor seguridad”, que la que sienten en sus propias ciudades.
Los centros comerciales con muchísima gente, los lugares de comida abarrotados, un tránsito que en muchas horas del día recuerda a las grandes ciudades del mundo, les dan a muchos una serie de imágenes que contrastan con la visión que reciben de las “para nada objetivas” noticias de actualidad.
…”¿Pero cómo, en los campamentos de refugiados hay luz?”
Muchos de nuestros visitantes caen en la cuenta de que el término “refugiado”, siempre va acompañado de la palabra “campamento” o “viviendas precarias” o “sin infraestructuras” y esa es la imagen que se forman, cuando en la realidad que “descubren” se encuentran con algo muy diferente.
Mientras caminamos por las callejuelas de la Ciudad Vieja acá en nuestra capital, son muchos los que se sorprenden al cruzarse con monjas católicos, religiosos musulmanes, judíos ortodoxos, curas ortodoxos griegos, mujeres drusas con sus pañuelos típicos, ultra ortodoxos judíos con sus sombreros de piel, jóvenes musulmanas con sus rostros cubiertos, cada uno vistiendo sus vestimentas características y por sobre todo en un ambiente de respeto por la religión de cada uno.
“…No nos imaginábamos que la libertad de culto se cumple acá en Israel al pie de la letra. Las noticias que demonizan a Israel nos dan a entender en general, un ambiente mucho más hostil e intolerante”… Son comentarios que nos han repetido una y mil veces, aquellos que incrédulos, se encuentran con nuestra verdadera realidad, que para nosotros resulta normal, pero que ellos consideran “inusitada”.
Por supuesto que no todo es perfecto, hay mucho por hacer y muchas cosas que requieren ser mejoradas.
Pero quienes hablan de nuestra “calidad de vida” o de “un país de avanzada”, no nos sorprenden.
Pero si consideramos que todo lo que se ha logrado en estos casi 63 años de vida independiente, en condiciones de seguridad que no fueron ni son las ideales, podemos entender a los más de 3 millones de turistas que llegaron hasta el momento a Israel durante el 2010, que constituyen un record absoluto, cuando repiten en todo momento comentarios como los arriba mencionados.
Las previsiones para el 2011, calculan que las cifras de los visitantes podrán superar los 4 millones.
Y cada turista que se encuentra con la verdadera imagen de nuestra realidad, se convierte a su regreso, en nuestro mejor representante.