JERUSALEN (AP) — Israel podría estar en la antesala de cambios profundos: Los demógrafos estiman que un tercio de los niñitos judíos nacidos el año pasado pertenecen a familias de la comunidad ultraortodoxa.
Los judíos ultraortodoxos --conocidos en hebreo como "haredim", o "aquellos que tiemblan"-- tienen tasas de crecimiento mucho más altas que las del resto de los judíos de Israel y no es inusual encontrar familias con diez hijos. Es previsible que, con estas tendencias, los sectores ultraortodoxos crezcan en número y ganen influencia.
Las relaciones entre los "haredim" y el resto de los israelíes nunca fueron apacibles. Sus detractores afirman que le huyen al trabajo y prefieren dedicarse a los estudios religiosos. Rechazan las corrientes mayoritarias, pero dependen de ellas para su sustento.
Sin embargo, entre los propios "haredim" aumenta la sensación de que no se puede mantener el actual estado de cosas.
"Los haredim crearon un estado dentro del estado y llevan mucho tiempo en conflicto con el estado de Israel, el cual está a punto de estallar", comentó Kobi Arieli, popular conductor de programas radiales y escritor, alineado con el sector más liberal de la comunidad "haredi". "Esta situación no puede continuar".
Muchos líderes de la comunidad se resisten a los cambios y se muestran particularmente sensibles ante la inquietud generada por su crecimiento poblacional.
"¿Qué quieren que hagamos, que nos matemos?", preguntó el rabino Shmuel Pappenheim, portavoz de Eida Haredit, que agrupa a distintas organizaciones ultraortodoxas. "Nuestra comunidad es un hecho y todo el mundo tiene que entender que existe y que no se va a ninguna parte".
Un elemento delicado es el hecho de que se trata de una comunidad pobre. Aproximadamente la mitad de los adultos ultraortodoxos no trabajan y muchos hombres se dedican a tiempo completo al estudio de la Torá, percibiendo subsidios del gobierno que son bajos pero de todos modos causan malestar entre la mayoría secular. Se calcula que de los 700.000 judíos "haredim" que hay en Israel --un 9% de la población-- el 60% vive por debajo del nivel de pobreza.
Si los "haredim" no empiezan a trabajar, "eso comprometerá el futuro de Israel", aseguró el diario económico The Marker a principios de enero.
Tal vez el tema más complejo es el servicio militar obligatorio. Demasiadas personas quedan exentas de cumplir ese servicio porque realizan estudios religiosos. Se calcula que hay unos 50.000 judíos en esas condiciones. Las leyes que los eximen de cumplir con el servicio militar estipulan asimismo que no pueden trabajar.
Hace poco, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, teniente general Gabi Ashkenazi, hizo un comentario inusualmente fuerte en el que criticó a los israelíes que no sirven en las fuerzas armadas, incluidos una cantidad de jóvenes "haredi". Quienes no sirven, deberían sentirse "avergonzados", afirmó Ashkenazi.
Esa percepción está bastante generalizada y aumenta la presión para que se fuerce a los "haredi" a servir. Pero los aliados políticos de la comunidad han frustrado los esfuerzos por reclutar a los jóvenes ultraortodoxos, retirarles fondos u obligar a que las escuelas de la comunidad enseñen cursos básicos de inglés, matemáticas y ciencias.
Los partidos ultraortodoxos, muy conservadores, prefieren aliarse con coaliciones derechistas intransigentes. Si bien han apoyado alguna vez gobiernos de izquierda --generalmente cuando tienen amplias mayorías incluso sin ellos--, el primer ministro Benjamin Netanyahu los ha descripto como sus aliados naturales.
El estilo de vida "haredi" reproduce el que imperaba en el este de Europa antes del Holocausto. Una cantidad de sectas y facciones comparten una tendencia a rechazar una sociedad secular que consideran corrupta y a santificar los estudios religiosos, la modestia y la caridad.
En los primeros días de Israel, los precursores de los "haredim" rechazaron el sionismo y postularon lo que llamaron una "sociedad de aprendizaje", en la que los jóvenes en general, no solo una pequeña elite intelectual, debían dedicarse a los estudios religiosos en lugar de trabajar.
Viven mayormente en barrios separados, estudian en sus propias escuelas y tienen poco trato con las corrientes mayoritarias, que a esta altura los ven más bien como una carga.
Dado que es difícil precisar quién es "haredi" y quien no, no hay cifras confiables en cuando a la población y las tasas de nacimiento. Pero un informe de noviembre de dos demógrafos de la Universidad de Haifa, Arnon Soffer y Evgenia Bystrov, estimó que el 30% de los judíos nacidos el año pasado fue "haredi". El gobierno pronostica que para el 2025, los "haredi" representarán el 15% de la población, comparado con el 9% actual.
"Todavía no vemos el alcance real de este proceso de crecimiento de los ultraortodoxos", señalaron los demógrafos. "Eso se sentirá cuando la generación joven tenga edad de servicio militar y de trabajar". Los especialistas advirtieron que la economía no podrá mantener una población "heredi" más grande.
Arieli, el conductor radial y escritor "haredi", dice que las cosas cambiarán porque muchos jóvenes de esa comunidad no quieren vivir aislados y en la pobreza.
"Será un proceso lento", pronosticó. "Cada vez más jóvenes 'haredi' se unirán a las fuerzas armadas y comenzarán a trabajar. Es algo que ya se está dando y que cambiará todo".
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